"Bombas progresivas y cada vez más peligrosas contra los ciudadanos". Esa fue la "proyección" que el ex director de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) en tiempos de Piñera, Gonzalo Yuseff, traspasó a su sucesor, Gustavo Villalobos, según afirma desde su oficina en El Golf.

Sin embargo, hasta a él lo descolocó el bombazo ayer en Escuela Militar, porque después del primer atentado en la estación del metro Los Domínicos, esperaba un lapso en que sólo se ocuparían artefactos menores. "Escalar tan pronto desde 'a lo mejor resulta alguien herido' a 'quiero herir' es sorprendente", reconoce.

"Experiencia considerable"

Respecto de los responsables, descarta las violencias étnica y la religiosa, pues ambas "no han operado así y los que colocan este tipo de bombas tienen una experiencia considerable. Realizando una inferencia, creo que son, simplemente, los mismos". Y por los mismos se refiere al "anarquismo insurreccional", a aquellos que el Departamento de Violencia Política de la ANI caracteriza con fotografías irreproducibles, en un informe que muestra 50 chilenos y a sus contactos de 10 nacionalidades.

"Los sospechosos de siempre" serían los herederos de la semilla anarquista plantada en 1996 por carcelaria Kamina Libre. Son aquellos que "no tienen vocería representacional, porque se representan a sí mismos", conformando una "nueva guerrilla urbana nihilista", dice Yuseff, que se radicaliza bajo la idea de un "posanarquismo" con una "política contraciudadana", donde la persona común es despreciada como "cómplice del estado policial". Un ciudadano y atacable por cualquier medio, pero preferentemente con bombas caseras de fácil confección y con el escudo -explica el ex director de la ANI- de la atomización del movimiento, donde hay "mil sospechosos".

-¿Son los del caso bombas?

-No me atrevo a decirlo, pero la ideología es la misma, así como la planificación de progresión de los atentados. Quién en particular llevó la bomba es casi irrelevante, porque hay inspiración de gente, tal como en el radicalismo religioso. La sicología de estas personas es muy similar a la de un yihadista, que cree que está luchando por Dios. Aquí lo que cree el anarquista es que está salvando a la sociedad de la opresión.

-Habla de "progresividad" ¿Es el comienzo de una escalada mayor?

-Las consecuencias de esta acción va a depender fundamentalmente de la capacidad de detener a los supuestos culpables en el corto plazo, porque si no hay una detención y esto queda de nuevo en anuncios rimbombantes, todos vamos a temer sin ser paranoicos.

Y aunque "estadísticamente el riesgo es insignificante", el miedo de la población tendría base: "Si no los atrapan pronto, los anarquistas vivirán algo así como el éxito del que gana en la ruleta. Querrán apostar de nuevo. Quienes ponen bombas ven que tienen atención, que tienen revuelto el país, que las autoridades que les contestan son cada vez de mayor rango y eso los entusiasma".

Cambio de vida

-Entonces, ¿podrían escalar a bombas de mayor peligrosidad?

-Es un riego grande, pero si detienen a alguien de aquí al viernes, esto no va a escalar.

-¿Cómo es vivir en una ciudad en que comienzan a ponerse artefactos explosivos de mayor peligrosidad?

-Totalmente distinto. La sola información produce temor. Además tendrá repercusiones internacionales, pues se magnificará la imagen real. Sin embargo, más allá de una potencial merma en el turismo, no veo consecuencias económicas mayores.

"No dar señales erráticas"

Yuseff realiza un llamado al gobierno de Bachelet a "no dar señales erráticas... Primero querían eliminar la ley antiterrorista, que es perfeccionable. Luego despidieron a un abogado de la Intendencia por querellarse invocándola (bomba de las Vizcachas), luego la han invocado (metro)".

-Se ha quejado del criterio con que los jueces actúan en estos casos...

-Pero no cambiaría la ley. Si quieren pretextos para no aplicarla, los encontrarán. Lo que se requiere es preguntarle a las policías qué necesitan y no tener políticos aportillando las pruebas, como sucedió con la comisión del Parlamento por el caso bombas, donde todo era ridiculizable, buscando réditos políticos.