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Los solucionadores detrás del negocio de la innovación social

La estabilidad económica, la desigualdad en los ingresos y la abundancia de problemas sociales hacen de Chile un ecosistema perfecto para el desarrollo de la innovación social. Con una trayectoria que no supera una década, este panorama ya cuenta con emprendedores, plataformas de apoyo para realizar estas ideas, financiamiento, redes de contacto, un festival internacional y canales propios de difusión. El cambio recién comienza.

por:  Natalia Ramos y Javier Rodríguez
sábado, 30 de agosto de 2014
José Manuel Moller, Tómas Despouys y Julián Ugarte

Foto Sabino Aguad/Revista Viernes

Por Natalia Ramos Rojas y Javier Rodríguez Álvarez

Fotos: Sabino Aguad
Ilustraión: Edith Isabel

Aunque 2013 fue el año de la Innovación en Chile y el concepto de emprendedor está relacionado al éxito económico de una idea propia, el apellido “social” comenzó a resonar hace menos de 10 años y hoy ya somos un referente en Latinoamérica. Los innovadores sociales buscan generar emprendimientos con un alto impacto social y una rentabilidad que busca otros caminos al sólo fin de maximizar las utilidades.

La primavera de esta explosión de ideas y proyectos tiene una respuesta: el “ecosistema” chileno, con su estabilidad económica, su desigual distribución de los ingresos y problemáticas sociales tan extensas como diversas, se convierten en oportunidades y en un caldo de cultivo para la búsqueda de soluciones.

Sus representantes son un grupo de emprendedores sociales -generalmente sub30, con formación universitaria, pensamiento crítico desarrollado, empáticos y obsesivos que acuden a plataformas de apoyo para desarrollar sus “soluciones”. Estas son las incubadoras que maduran las ideas; además de generar redes de financiamiento y canales de difusión. En este nuevo orden conviven todos en un escenario en donde, más que competencia descarnada, hay una sinergia laboral en donde “cambiar el mundo” es una declaración de principios compartida.

Expertos mundiales vienen a nuestro país a exponer y a escuchar. En octubre se realizara´ la segunda versión del FIIS, Festival Internacional de Innovación Social que congregó a 50 mil personas. Además, un grupo de empresarios estaá desarrollando un polo inmobiliario en pleno barrio Italia, que reúne a gran parte de las plataformas y ONGs de innovación social. Y esta convergencia logra el objetivo más profundo: gestar decenas de proyectos que entregan soluciones sociales, muchas veces replicables a nivel mundial, con modelos de negocios rentables, crecimiento sostenido y empresas con formación horizontal.

Pese a que el foco es lo social, sus actores responden en eco que en la innovación social no hay cabida para la caridad ni el paternalismo y que, aparte de plantear una evolución humana basada en la empatía, sus efectos tienen que ver con redefinir el paradigma del éxito.

POBREZA Y NEGOCIOS

Julian Ugarte (34), director ejecutivo de Socialab, que chasconea las revistas de negocios en las que aparece con su pelo largo desordenado, barbudo a veces, siempre con polera y zapatillas y tildado como “disruptivo”, tiene las cosas bien claras, tal como los que posan con terno y corbata. “Si alguien cree que los negocios no están ligados a la pobreza, es un error. Están absolutamente vinculados. La superación de la pobreza puede ser un negocio para todos”, dice. Y sobre la esfera política agrega: “Tal vez a un mundo muy de derecha hay que explicarle que los negocios pueden tener impacto social, y a un gobierno de izquierda hay que explicarle que lo social también se puede resolver mediante un negocio. Es muy difícil, pero seguimos evangelizando”, explica Ugarte.

La plataforma Socialab es la primera incubadora de proyectos sociales chilena. Sus orígenes se cruzan con el TECHO, pero en 2010, gracias a un financiamiento de 2,5 millones de dólares de Movistar- Chile y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tomó vida propia. “La diferencia entre exigir que otros solucionen un problema, a solucionarlo tú, es la diferencia entre alguien normal y un innovador social”, explica Ugarte.

Lo que hacen es apoyar las ideas y proyectos que puedan entregar una solución social. Para captarlas, difunden cuatro llamados al año para que las personas envíen sus iniciativas a su página web. “Tenemos más de 300 mil usuarios. Hemos financiado 111 ideas. Sólo el año pasado recibimos más de 15 mil propuestas, que es más que cualquier plataforma en el mundo”, dice Ugarte, y agrega: “Ya van 322 mil personas impactadas, que son 6,7 Estadios Nacionales llenos”. Socialab funciona con 17 personas en Chile y tiene oficinas en Buenos Aires, Montevideo y Bogotá, y este año esperan expandirse a México y Brasil.

AGENTES DE CAMBIO

Así como Socialab se formó y salió de Chile al mundo, Ashoka llegó desde afuera a instalarse acá, hace casi dos años. Nació hace 30 y es la red global más prestigiosa del mundo de emprendedores sociales líderes. Está en 70 países y su objetivo es identificar a los “agentes de cambio”; personas capaces de impactar con su idea a un grupo social.

“En Chile hay una generación que no está satisfecha con los modelos tradicionales. Quieren trabajar en algo que tenga un sentido en sus vidas, prefieren buscar soluciones a través de un emprendimiento social. Se están generando proyectos muy buenos, que están replicándose en el resto de Latinoamérica”, dice Alexandra Edwards, su directora en Chile.

Todos los años, esta organización designa a los “Ashoka fellow”, una de las mayores distinciones que un emprendedor social puede recibir a nivel mundial. Aparte del reconocimiento los apoya con mentores, recursos y redes.

Las características para identificar a un “Ashoka fellow”, dice Bárbara Domínguez, una de las rastreadoras de la ONG, es que son emprendedores que desarrollan proyectos innovadores que buscan solucionar un problema social o ambiental, de alto impacto. Con capacidad de replicar el proyecto, de escalarlo a nivel nacional o global”, dice.

“Los Ashoka fellow son emprendedores sociales líderes. Para hacer una analogía, son como el equipo olímpico de emprendedores sociales en el mundo, que generan proyectos de alto impacto. Pero para generar cambios profundos, siguiendo con la analogía, la idea es fomentar el deporte, es decir, que todas las personas tengan las herramientas para ser agentes de cambio, desde el lugar donde están. Por eso estamos trabajando en las universidades para fomentar el emprendimiento y la innovación social y en los colegios para que los niños se sientan con la motivación y herramientas para buscar solución a los problemas que los afectan directamente”, dice Alexandra Edwards.

LOS MEDALLISTAS

Este año, tres chilenos fueron designados por esta red global como Ashoka fellow: Julián Ugarte por Socialab, José Manuel Moller por Algramo, y Tomás Despouys, del proyecto Panal. José Manuel Moller (26), dejó su casa en Huechuraba el año 2010 para vivir por un año y medio en la comuna de La Granja, junto a otros tres compañeros
de universidad. A cargo de la economía doméstica se dio cuenta que en los almacenes de barrio los productos en pequeños formatos resultaban muchísimo más caros.

Obsesionado con dar una solución a esto, que afectaba su presupuesto y el de sus vecinos, se le ocurrió desarrollar una máquina dispensadora de productos básicos para ponerla en algún local, creando un sistema de distribución y venta a granel que favoreciera al almacenero y al consumidor, quien ahorraría entre un 30% y un 40% de lo que gastaba habitualmente. Con la ayuda de dos diseñadoras, los recursos de dos concursos de innovación y algunas tablas concretó su sueño: la primera
ma´quina dispensadora de Algramo, su nueva empresa.

Lentejas, arroz, porotos, garbanzos y ahora también detergentes, son los productos que vende Algramo. Se pueden comprar en tarros de plástico bajo la modalidad retornable y ya están en más de 80 almacenes en Recoleta, Conchalí y Huechuraba.

Junto a su socio Salvador Achondo, esperan llegar a 200 almacenes este año y durante el próximo alcanzar los 1.000. Ahora tienen 45 máquinas fabricadas.

Para Moller uno de los objetivos principales, además de equiparar los precios, es empoderar a los almaceneros frente a la competencia de los supermercados y de las grandes marcas. “Buscamos crecer, generar utilidades, pero lo más importante es solucionar un problema social y medioambiental de manera rentable. No creemos nada en la caridad, creemos en la justicia”, dice.

En la vereda de la educación Tomás Despouys (29), ingeniero comercial, creó la fundación Panal, que busca fomentar el liderazgo en jóvenes de enseñanza media.

Su inspiracio´n vino cuando ingreso´ a Enseña Chile como profesor de matemáticas en un colegio en Quinta Normal y ya en el primer semestre, la pasividad de los alumnos comenzó a frustrarlo. “Tienes cabros súper pasivos, esperando que llegue el profe súper héroe a cambiarles la vida y a motivarlos”, dice.

La modalidad que implementó es extracurricular, los alumnos asisten los sábados de 09.00 a 16.00 horas durante un semestre y allí deben identificar un problema en su colegio, desarrollar la solución y aplicarla. De esta manera, dice Despouys, se generan redes de contacto entre ellos y sentido de pertenencia. El colegio paga por cada alumno la mitad de una beca y la otra parte la cubre un partner de Panal.

Panal, desde 2013 y hasta junio de este año, ha realizado estos cursos en 13 colegios. Para este semestre, estarán en cuatro de Puente Alto, con 160 alumnos en total, y con una alianza con Inacap.

LADO B

Aunque los emprendedores y las plataformas funcionan bajo las figuras de sociedades o fundaciones, muchos de ellos lo que en realidad quieren es ser una Empresa B, concepto que surgio´ el 2008 en Estados Unidos con el fin de generar un cambio en los estatutos de estas organizaciones, proponiendo que el objetivo principal no fuera la maximización de utilidades, lo que implica considerar al lucro como consecuencia de un acto y no como fin último.

Uno de los puntos regulados por las empresas B, por ejemplo, es la asignación de sueldos equitativa entre el que gana más y menos en la organización. Juan Pablo Larenas, ingeniero comercial, María Emilia Correa, Gonzalo Muñoz y Pedro Tarak, fundaron Sistema B, organización encargada de entregar certificaciones de empresa B en Chile y en Sudamérica, con oficinas en Chile, Brasil, Colombia y Uruguay.

Actualmente, han certificado a 125 empresas -de las cuales 60 son chilenas- de treinta rubros distintos. A fin de año esperan abrir oficina en Perú y el próximo en Ecuador y Paraguay. “Te haces empresas B porque estás convencido de proteger tu propósito principal, ya sea cuidar el medio ambiente, mantener un buen ambiente laboral, aportar algo. Con esto te proteges legalmente. Después tienes otros beneficios asociados a formar parte de una comunidad que se apoyan entre ellos, se generan alianzas comerciales entre las empresas, acceden a inversionistas”, explica Larenas.

LA MANZANA CREATIVA

IF, operativo desde este año, es el primer ecosistema colaborativo de organizaciones de innovación creado en el país, fundado por Alejandra Mustakis, Lionel Kauffman, Tiburcio de la Cárcova, Manuel Urzúa, Alan Farcas y Julián Ugarte. Lo que busca es crear una fábrica de ideas para Chile y el mundo, aglutinando en un mismo espacio físico a organizaciones ligadas a la innovación y al emprendimiento.

Siguiendo con su idea de vanguardia, decidieron instalarse en Factoría Italia, en donde IF se divide entre el Lab de prototipado, donde funciona Maker Space; Lab Cultural donde, entre otros, aparece MilM2; Lab Digital y Lab Social, donde están la organización del FIIS, Socialab, Ashoka, además del grupo que reúne a las universidades.

“Los socios fundadores compartíamos una visión y diagnóstico común: era importante juntarse y hacer una empresa colaborativa que produjera resultados mayores de las que cada una puede producir por su lado. Lo segundo es que de esta manera, podríamos ayudar a muchas personas a partir con su sueño, porque sabemos que en Chile, si no naciste con las redes, es difícil”, explica Alejandra Mustakis.

LA COMUNICACIÓN DE LAS IDEAS

El FIIS, es el único festival en el mundo que mezcloó por primera vez el año 2013 un encuentro de innovación social con música. Jimmy Wales, fundador de Wikipedia y Ashoka fellow; junto a emprendedores, concursos, charlas y laboratorios de ideas convivieron al ritmo de Café Tacuba y Fito Páez y nos posicionaron definitivamente como un país innovador social. Los organizadores son Álvaro Farías, periodista y ex fundador del sitio web Pániko, y Jonathan Herzfeld, de la productora La Oreja; además de nombres ya reconocidos como el de Julián Ugarte, de Socialab; Juan Pablo Larenas, de Sistema B y Alexandra Edwards, de Ashoka. Todos ellos ya se preparan para la segunda versión a fines de octubre.

Álvaro Farías también es director ejecutivo de Docs 4 Change, que a través de documentales difunden los proyectos emblemáticos de Socialab. “Nosotros trabajamos en contra de la desigualdad de visibilidad, a favor de aquellos talentos y acciones que no conocemos y de los cuales nos deberíamos sentir orgullosos como sociedad”, dice Farías. Nueve de estos emprendimientos fueron estrenados hace dos semanas en el Cine Hoyts del Parque Arauco, a sala llena. “Todos los días vemos la protesta, en cualquiera de sus formas, pero a partir de ahora podemos ser testigos de la propuesta. Esta es una ventana a los emprendedores sociales que rectifican o solucionan donde antes sólo se escuchaba el reclamo”, explica el director editorial de la organización Docs 4 Change, Amaro Gómez Pablos.

Como guión perfecto de película, la ocasión reunió a todos los actores en una misma escena. Emprendedores, las cabezas de las plataformas sociales, empresarios, además de personas comunes y corrientes. Esto recién comienza.

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