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¿Pueden los partidos políticos reescribir su pasado? Cuatro historiadores responden

La aún pendiente definición del gremialismo tiene otros precedentes de partidos o fuerzas políticas que revisaron su historia. No hay dos casos iguales, pero sí elementos comunes.  

por:  Sebastián Minay C.
sábado, 02 de agosto de 2014
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"La UDI destaca el patriotismo y espíritu de servicio de las Fuerzas Armadas y de Orden de Chile, cuyo origen y gloriosas tradiciones se identifican con el surgimiento y defensa de la chilenidad a través de toda la historia del país, incluida su acción libertadora del 11 de septiembre de 1973". Este fragmento de la declaración de principios del partido volvió a estar en el debate público apenas unos días, pero eso bastó para que el asunto, una vez más, sacudiera internamente a la tienda gremialista.

A partir de la cuestión de si la UDI revisa o no su nexo histórico con la figura de Augusto Pinochet -sin que aún se defina si borrará sin más el texto o si se cuestionará la postura del partido en dicha etapa-, Sol Serrano, Cristián Gazmuri, Alfredo Jocelyn-Holt y Alejandro San Francisco analizan cómo estos procesos se han dado históricamente.

Alejandro San Francisco: "Los puntos de referencia son pragmáticos"

"No es original alterar un texto de esta naturaleza, sea por cambio en las doctrinas o referentes ideológicos, en aspectos que se consideraban esenciales o en las interpretaciones de sucesos históricos", advierte Alejandro San Francisco, profesor de la Universidad Católica y director de formación del Instituto ResPública.

San Francisco explica que "los cambios de la historia o la conveniencia propician transformaciones «de principios»". Eso ocurre "porque los puntos de referencia ya no son históricos o ideológicos, sino pragmáticos o de encuestas".

Cita la unificación liberal de 1931 "que integró en el partido del mismo nombre a quienes combatieron a Balmaceda junto a los que se organizaron para defender el legado del malogrado gobernante, con el nombre de Partido Liberal Democrático", y la unión de liberales y conservadores bajo el Partido Nacional, en 1966. Fusiones, cuenta, que implicaron cambios en las declaraciones de principios.

"Algo parecido ocurrió con la Falange Nacional, que rechazaba el divorcio y propiciaba una «democracia orgánica», temas abandonados después por la DC", continúa el historiador.

También recuerda que el PS "proclamaba en 1933 la lucha de clases y la necesidad de una «dictadura de trabajadores organizados», fiel al pensamiento marxista", y que tras la muerte de Stalin (1953), los comunistas chilenos optaron por mantener "su línea independiente aplicando a la realidad chilena los sabios principios del marxismo-leninismo-estalinismo". Algunas de estas ideas, dice, "hoy aparecen licuadas, cambiadas o suprimidas".

¿Y la UDI? San Francisco opta por citar una entrevista de Raquel Correa a Jaime Guzmán, en 1989: "Una cosa es evolucionar y otra es darse vuelta la chaqueta. Es indispensable evolucionar, pero debemos reconocer que la evolución se ha producido y dar los fundamentos pertinentes; lo contrario es oportunismo".

Alfredo Jocelyn-Holt :"Los partidos tienden a ser más pragmáticos"

"Los partidos, en tanto propuestas programáticas puntuales, por lo general se definen en función del presente y del futuro, no del pasado", aclara de entrada Alfredo Jocelyn-Holt al entrar a analizar qué factores inciden en el afán de las colectividades de intentar revisar o rectificar la historia política.

Incluso, dice, "los partidos más conservadores que valoran la tradición como acervo espiritual, suelen plantearla como algo todavía actual, vigente y hasta proyectual, sin tener que anclarse en el pasado".

Citando casos como "el 26 de julio (1953) o Asalto de Moncada para los castristas y cubanos, el 17 de octubre (1945) para los peronistas", el historiador explica que "esto de obsesionarse con ciertas fechas por considerarlas prodigiosas, preñadas de sentido y, por ende, hitos fundantes es más de movimientos que de partidos políticos".

Desde esa perspectiva, plantea que "quizá lo del 11 de septiembre para la UDI sea un resabio que fue quedando de cuando eran gremialistas, una etapa fundacional muy decisiva, evangélica, pero políticamente superada cuando se convirtieron en partido en 1989".

Jocelyn-Holt remarca que los partidos tienden a ser más pragmáticos que los movimientos, dado que "se definen en torno a propuestas o plataformas electorales puntuales en vez de posicionamientos doctrinarios rígidos".

Y sentencia que "pretender darle a una fecha como el 11 de septiembre un sentido único -un día de salvación nacional en que se nos liberó de la inminente amenaza de totalitarismos foráneos- es vulgarizar, trivializar, la historia". En esa misma línea, advierte que "consagrarla en una declaración de principios es quizá, también, un despropósito; se pueden estar cazando en su propia trampa".

Por eso, y dado que la historia "es más compleja y condicional", dice que eso aconseja dejársela "a quienes la manejan con una mayor destreza profesional: los historiadores".

Sol Serrano: "Debate no tiene vuelta atrás"

"Una vez que se plantea la necesidad de hacerse cargo del pasado, es porque ese pasado es un peso para el futuro. Y aquello es una revisión de la propia identidad. Por eso es tan sano y tan necesario", es una de las premisas de Sol Serrano, académica del Instituto de Historia de la Universidad Católica. "Los partidos cambian mucho en sus propias historias y esos cambios pasan por las lecturas del presente desde algún «piso» ideológico que es tambien identitario", continúa.

Por ejemplo, dice, los partidos comunistas y fascistas "tendieron a morir junto con el mundo que les había dado sentido", porque ya no tenían un relato de sí mismos que le diera coherencia al relato de futuro.

"La Falange era ideológicamente antimoderna, antiliberal, anticapitalista y el gobierno de Frei es la gran revolucion de la profundizacion capitalista", sigue, precisando que los unía el concepto de democracia social y de humanismo. "Hay un relato de su historia coherente para sí misma, tenga o no contradicciones", explica.

Y advierte que el "relato" de sí mismo de un partido "no es pura retórica. Si es disfraz o puro pragmatismo, precisamente pierde su carácter de relato".

En el caso de la UDI, "siendo un partido formado en dictadura y parte de su sustento político e ideológico, esa revisión la lleva a una cierta refundación", a lo que se suma que "las nuevas generaciones de derecha ya no quieren esa herencia, quieren otra identidad".

Pero hace ver que "no es un conflicto solamente generacional" y que "aquí se juntan los problemas ideológicos con los problemas identitarios", y que por eso "lo razonable sería una reordenamiento de la derecha".

Con todo, subraya que una vez que el debate se plantea "es irreversible, no tiene vuelta atrás", y que "quienes sostienen que mirar el pasado es quedarse en el pasado están sólo en la forma más ciega de negarlo".

Cristián Gazmuri : "Hay casos en que no se pueden sacar completamente su pasado"

Para Cristián Gazmuri -doctor en Historia, abogado y profesor de la Universidad Católica-, "no hay dos casos iguales ni hay reglas fijas". Cita el ejemplo del Partido Laborista inglés, "que a comienzos del Siglo XX era de ultraizquierda socialista, y ahora prácticamente, diría, que es poco menos conservador que los conservadores". Explica que "se justifican diciendo que en la época que comenzó el Partido Laborista sí se justificaba una postura tan radical, porque la sociedad inglesa era tremendamente sectaria y con tremendas diferencias, a la gente pobre se le trataba muy mal".

También menciona al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), "que era de ultra izquierda", y que bajo Felipe González, "un estadista que admiro, se dio cuenta de que el mundo estaba en el neoliberalismo, y que no tenían nada que hacer si querían volver a un socialismo como el de 1936".

Hay casos "más extremos", sigue Gazmuri. "He tenido en mis manos el diario El Siglo del 22 de junio de 1941, al día siguiente de la invasión alemana a la Unión Soviética, y ahí alcanzó a salir algo relativo a que los pueblos alemanes y rusos son hermanos, y al día siguiente hablaban horrores de los nazis".

Para él, los partidos o fuerzas políticas "no se pueden sacar completamente su pasado". En el caso de la UDI, una eventual revisión histórica puede tener a favor a los más jóvenes, "que no vivieron la dictadura de Pinochet, pero eso no les gusta mucho a los coroneles como Jovino Novoa", dice. Y remarca que el hecho de que coexistan dos generaciones en la tienda con aproximaciones distintas puede generar un conflicto interno.

Gazmuri plantea que "sería razonable que la UDI dijera que durante el gobierno de Allende, en los últimos meses no quedaba otra, pero que ahora sería absurdo mantener las mismas posiciones".

En estas condiciones, y ante la cuestión de si es o no el momento para que el gremialismo revise o rectifique su pasado, Gazmuri sentencia que "sí es el momento, porque si no la UDI se va a quedar, en buen chileno, fuera del tiesto, porque Chile no está para una ideología así ahora".

Y advierte que para el partido es mejor que dicho cambio "se dé de forma orgánica, que tenga una unidad de propósito, en vez de que ocurra una especia de desbande interno".

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