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Analistas explican cuál es la motivación y "peso" real de los que hoy ponen bombas

Lo dijo el ministro del Interior: Ya van 26 atentados en Chile este año. Dos académicos explican el trasfondo del fenómeno.  

por:  Malú Urzúa, La Segunda
jueves, 24 de julio de 2014

Aldo Mascareño: "Tratan de provocar la ilegitimación de la democracia"

Aldo Mascareño, doctor en sociología y docente de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, piensa que "respecto a hace unas décadas, ha aumentado la complejidad de las formas en que la sociedad chilena protesta. Con esto quiero decir que las explosiones no son hechos aislados que uno podría simplemente olvidar porque 'no representan a nadie'. Cada evento particular siempre se asocia a una red de eventos que en general no se ven, porque solo vemos el acto final, la expresión última de un proceso social y, en ese sentido, hay coordinación para producir estos efectos".

-¿Cuál es el real peso o tamaño de estos grupos?

-No creo que sean grupos grandes, pero la cuestión no se mide en cuántos son, sino en el efecto que produce socialmente, que depende de los métodos.

-¿Hay que ponerles atención?

-En casos así nunca es malo exagerar un poco. No en el sentido de alarmarse de más, sino en el sentido de poner atención. Si minimizas el problema, no le pones atención y no tomas decisiones al respecto, después se tranforma en crisis.

-¿Qué los está motivando?

-Hechos de este tipo siempre expresan problemas sociales, contradicciones, paradojas más profundas. Esto no sólo tiene que ver con desigualdades, sino con la fuerte autonomía que tienen distintos actores sociales y con la alta indiferencia frente a otros que esa autonomía lleva consigo. Esto no se puede deshacer con fórmulas románticas como la solidaridad entre los chilenos, entre los latinoamericanos o conciencia de clase. Tampoco se puede controlar con penas más duras. Todas estas lógicas no alcanzan un significado sustantivo cuando la opción es poner una bomba.

-¿Qué se hace, entonces?

-Pareciera ser que la única posibilidad es cuidar que aquella indiferencia que supone la autonomía no se transforme en un antagonismo que no pueda resolverse por vías democráticas, porque las explosiones expresan que la vía democrática se desborda... Todo esto es un problema de difícil solución. Probablemente no la tenga y haya que convivir con todo ello como forma de recordarnos constantemente la importancia de la democracia.

-¿En qué se diferencian estas bombas de las que se ponían en dictadura o las que, ya en democracia, ponía el Lautaro o el FPMR?

-La densidad del movimiento que hay detrás. Antes era un continuo de fuerzas antidictadura; hoy no se trata de actuar contra un gobierno ilegítimo, se trata más bien de provocar la ilegitimidad de la democracia. Lo de hoy no va dirigido contra un gobierno en particular, va dirigido contra el gobierno como institución, contra el ordenamiento institucional.

Mladen Yopo : "Los veo desprovistos de argumentos políticos"

Mladen Yopo, doctor en ciencia política y académico de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (Anepe), considera que lo ocurrido no es como para que la gente sienta miedo porque "en Chile las instituciones funcionan. Nuestra seguridad interna está garantizada. Pero hay que prender una luz amarilla pues 26 bombas en el año es sugerente y ellas han tenido objetivos tan diversos que podrían cobrar vidas inocentes".

-¿En qué se diferencian éstas de las que se ponían en dictadura o a comienzos de la democracia?

-Las bombas iniciales de la democracia estaban destinadas a elementos que generaban predisposiciones negativas, como bancos y maquinaria agrícola. No se ponían ni en sectores ni en horarios que pudiesen afectar vidas. Además, ahora no vemos objetivos estratégicos. Durante la dictadura, había un propósito y una articulación política, y también una formación militar clara. Ahora eso no está presente: se accede a información y elementos para fabricar bombas a través de la tecnología.

-Los blancos también han cambiado.

-Si bien tratan de reivindicar y ponen el nombre de Mónica Caballero en el panfleto, no hay una lógica política más allá de generar caos.

-Los panfletos ayer reclamaban por el uso de autos...

-Pero eso es muy sensitivo. Una reivindicación política ligada a ideologías conservacionistas entorpecería el uso de automóvil, no los quemaría... Más bien, los veo desprovistos de argumentos políticos y enrabiados con el mundo. Hoy son los autos, mañana las AFP, pasado mañana la autoridad, la próxima semana el smog... Y por eso la luz amarilla: como no hay convicciones profundas sino elementos de sensación política, pueden actuar en situaciones que generen daño a la vida humana.

-¿Cómo diferenciar las corrientes del anarquismo que están tras estas bombas?

-El antiguo anarquista perseguía elementos de libertad y justicia, tenía otra concepción de lo que era la política y amalgamaba con las reivindicaciones de los movimientos obreros. Estos nuevos grupos se dicen anarquistas porque no tienen pertenencia, no porque lo sean de verdad. No tienen ni los conocimientos ni los métodos. Diría que son grupos des-socializados que, a través de la sensación que genera una bomba, se reivindican en lo personal y se hacen notar. Hay un cierto desafío a la autoridad, pero sin tener un claro propósito político.

Finaliza: "Hoy cualquier persona tiene la capacidad de generar un elemento de destrucción, basta que esté enojada para transformarse en un posible terrorista. Pero estamos muy lejos de llegar a un nivel de conmoción. Son pocos, no tienen fuerza. En Chile, los conflictos se dirimen en la arena política y no a través de la violencia".

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