Lagos (41) enfrenta el fracaso de "Generaciones cruzadas", uno de los 10 realities menos visto. El no se amilana y asegura que sacará lecciones, mientras se ocupa de llevar a su hijo al jardín infantil, componer nuevas canciones y mantener vigente el "contrato" con su esposa.
"En esta industria he vivido éxitos impresionantes y fracasos inolvidables", dice el periodista, músico y animador. "Al día siguiente de uno u otro, el equipo que produce cada programa analiza lo hecho, aprende de los resultados y planea cómo mejorarlos. Lo mismo haremos cuando termine este reality ", concluye, muy calmado.
En internet abundan los halagos al muchacho que llegó a los 17 años desde Temuco para estudiar periodismo en Santiago y que irrumpió en la televisión en 1995. Pero también se multiplican las críticas, que van desde su amplio vocabulario marcado por muletillas y una pronunciación cuidada ("posero", es lo menos que le dicen) hasta el protagonismo desmedido del que algunos lo acusan.
Llega muy temprano a la oficina de su empresa productora después de dejar en el jardín infantil a su hijo mayor, León (5), como todas las mañanas. La mirada directa, curiosa, casi infantil, junto a una risa fácil y su larga figura enfundada en jeans pitillo le dan una apariencia juvenil.
"Lo del vocabulario no es raro -comenta-. Soy hijo de un médico que me enseñó a disfrutar una conversación desde niño y de una socióloga a la que acompañé por el sur mientras ella investigaba la situación de los pescadores artesanales o hacía clases en la universidad. Nací y me crié en el sur y allá somos más querendones de la palabra".
"El santiaguino es más taciturno. Hasta a mi mujer le parece rara esta costumbre de saludar a la gente en la calle y de ponerme a conversar con desconocidos. Piensa que tengo como un gen de político, alcalde o algo así", concluye entre risas.
Lagos nació en Concepción en noviembre de 1972, hijo único de un dirigente estudiantil de la Escuela de Medicina y una activa militante socialista, ambos de la Universidad de Concepción.
"En mis padres veo la historia de su generación -reflexiona-. Ellos protagonizaban un proyecto social y de repente, con el golpe militar, reciben una bofetada cuyo impacto no podían dimensionar. Ambos alcanzaron a titularse. Mi padre se instaló como médico en Lota y ahí nació una diferencia con mi madre, que apostaba por irse fuera de Chile".
El matrimonio se separó cuando él tenía tres o cuatro años y su mamá se instaló en Temuco, pero siguieron siendo muy amigos. "Yo tuve la suerte de tenerlos a ambos, aunque no juntos", dice Lagos.
Tal vez por eso, comenta, ya adulto se esforzó por reunir a la familia. Hoy su madre y su abuela materna viven en el mismo edificio del barrio Lastarria en que él tiene su departamento, y así también concibió su acogedora casa de Tunquén. En lo laboral, Manuel, su medio hermano abogado, es su mánager y administra la productora en que Lagos desarrolla, en paralelo a la televisión, una carrera musical que lo apasiona.
En su canal de YouTube instaló la canción que compuso para Rosa, la abuela paterna que falleció en Puerto Montt y de la que se declara un enamorado:
"Nunca logré traerla a Santiago -relata-, porque hasta bien pasados los 90 años hizo de su casa el centro de reunión de sus amigos. De joven fue cantante y su nombre artístico era Mirna Montt. Como mi abuelo era marino, ella militó a escondidas en el Partido Socialista, y cuando falleció encontré en su casa unas dos mil fotos tomadas desde 1932 en adelante, con las cuales monté el videoclip de su canción".
"¿Quieres verlo?", pregunta enseguida y busca la canción en el computador.
Su padre, también hijo único, es un referente en su historia personal y profesional.
"Fue locutor en la Radio Reloncaví, participó en talleres de teatro, fue dirigente político, tuvo un programa de salud en radio Bío Bío, amaba el Festival de Viña y fue médico en tres de sus versiones. Otras veces, veraneando en la cordillera, ponía una enorme antena para verlo en TV", recuerda Lagos.
"Animar el Festival -continúa- fue de cierto modo reencontrarme con él, que vivió todo intensamente y falleció a los 55 años".
Su primer trabajo periodístico, de hecho, surgió a raíz de una discusión con su padre, un día en que éste le reprochaba su informalidad en el vestir y le exigía concentrarse en los estudios. Horas antes había ocurrido en Santiago uno de los últimos enfrentamientos armados entre una facción del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y fuerzas de seguridad, frente al centro comercial Apumanque, y su padre, que atendió a los heridos, le relató durante la reprimenda lo que había visto.
"Ese día acepté la propuesta de Rafael Otano, uno de mis grandes profesores, y fui a la revista APSI -relata-. Me mandaron a reportear el enfrentamiento y lo conté a dos voces: el conflicto armado con todos sus detalles y, en paralelo, la discusión entre un padre y su hijo sobre el sentido de lo que uno hace. Lo publicaron y quedé trabajando".
Presionado por urgencias económicas por las cuales terminó viviendo -literalmente- en las oficinas de APSI, buscó trabajo en La Nación y posteriormente Alberto Fuguet lo llamó para escribir en Zona de Contacto. Tenía entonces apenas 20 años.
Enamoradizo e intenso, cuenta que más de una vez en el Metro vio alguna chica y se preguntó si no estarían ambos viviendo la fugaz oportunidad de un encuentro definitivo:
"A alguna me atreví a plantearlo -dice irónico-, pero ninguna elegida compartió mi intuición".
Cuenta que por esos años vivía historias absurdas, como la vez que cayó preso por involucrarse con un amigo en la defensa de vendedoras ambulantes que eran perseguidas por Carabineros. Al salir de la cárcel, pensó en lo muy solo que se había sentido y compró un ratón blanco que llevaba en el bolsillo a todos lados. El roedor aparecía de pronto entre su pelo o sus ropas, provocando reacciones variadas en la universidad o la locomoción colectiva.
Entre 1995 y 2002 recorrió canales de TV y radios en una carrera ascendente que pronto lo convirtió en la imagen del joven contestatario y desenfadado que sabía instalar lenguajes y temas alternativos en la pantalla. Fueron los años de "El Dínamo", en canal 2 Rock&Pop, y de "El Futuro de Chile" y "Panoramix", en Chilevisión.
"El joven Ritalín", como algunos lo llamaron, mostraba una energía inagotable. Invirtió lo que ganaba en fundar en Bellavista el pub "Casa Club", donde cada fin de semana tocaba con su grupo musical o mezclaba música para la concurrencia. Y cuando el último cliente partía, invitaba a continuar la fiesta en su departamento, hasta que los vecinos, cansados de llamar a la policía, lo denunciaron a la prensa y convirtieron en portadas escandalosas su interminable fiesta.
En 2003, Canal 13 lo convocó para conducir el primer reality show chileno, "Protagonistas de la fama", y con su éxito se abrieron rápidamente para Lagos puertas que muchos tienen que golpear durante años.
-Muchos dicen que traicionaste tus principios.
-Y yo digo que lean mis entrevistas, escuchen mis canciones y miren lo que hago. No puedo hacerme cargo de expectativas que no busqué crear. La televisión es una industria y un espacio en que trabajo y en el cual, hasta hoy, no me he negado a mí mismo. Y la música es el espacio en que me expreso y me esfuerzo por hacerlo cada vez mejor.
-Tuviste propuestas para irte a TVN. ¿Por qué elegiste quedarte en el 13?
-Todos los canales tienen una cocina invisible, que son los equipos que hacen posible lo que ves en pantalla. Yo encontré dos equipos con los que me siento a gusto y, a partir de ello, agradezco las invitaciones, pero no participo de negociaciones ni las busco.
El 31 de enero pasado su segunda hija, Celeste, cumplió un año. A estas alturas, Lagos y la cantante Nicole (Denisse Laval) se han casado dos o tres veces bajo distintos ritos -incluyendo el Registro Civil, la Iglesia Católica y un matrimonio griego el año pasado-, una idea de Lagos que le permite a su esposa, dice él, "revisar una vez al año nuestro contrato y a mí me obliga todo el año a ponerle empeño para obtener esa renovación".
"La conocía desde el 95 y un día el mánager de mi grupo musical (Marciano) dijo que quería invitarla a cantar con nosotros. Le dije: 'Tráela, porque ella va a ser mi mujer'. Fue una certeza, pero como ella no sabía que se tenía que enamorar de mí, tuve que hacerme el lindo un rato y regalonearla hasta que se dio cuenta de que teníamos que casarnos y hacer familia".
No fue empresa fácil, agrega, porque ella venía saliendo de una mala relación y estaba en Chile sólo de pasada, rumbo a Los Angeles (California). "Así que me convertí en el caballero que nunca fui, dije lo nunca dicho, hice lo nunca hecho y, finalmente, ¡lo logré!", exclama, con cara de niño feliz.
Allí se acabó la fiesta interminable (o se hizo más discreta), los vecinos fueron muy felices y algunos programas de farándula hicieron apuestas -que hasta ahora nadie ha ganado- sobre la duración de este panorama idílico.
Nada de eso le importa a Lagos, más preocupado de organizar su agenda diaria para almorzar con sus hijos y poder llevar a clases por las mañanas al pequeño León, antes de comenzar a lidiar con el díscolo rating o a explorar nuevos acordes para su próxima canción.