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¿Fin a la selección en colegios?: El juicio del darwinista Alvaro Fischer

"Impedir las diferencias naturales entre las personas, en especial en lo que se refiere al empeño, o a hacer más esfuerzo en los estudios, me parece artificial e inapropiado". "¿Cuál sería la verdadera mejor opción para la sociedad? Que haya tantos proyectos educacionales como se pueda, de manera que las familias tengan dónde escoger. Y que estos recintos compitan en un sano sentido".

por:  Alejandro Fainé M.
viernes, 02 de mayo de 2014

Estudió en The Grange School, donde ser buen deportista es tan relevante como desarrollar el compañerismo y la excelencia académica. Y en su vida, a su alianza empresarial con Raúl Alcaíno en una empresa ligada al reciclaje, le agrega haberse transformado en un referente de quienes difunden el legado del inglés Charles Darwin por su visión de la evolución del mundo a través de la selección natural. Además, fue la figura de la innovación durante el gobierno de Sebastián Piñera, quien lo designó presidente de Fundación Chile (ya presentó su renuncia a la nueva administración, pero planteó que la hará efectiva cuando nombren efectivamente al sucesor).

Es bajo su cartón de liberal y darwinista que fuimos a buscar su opinión sobre los cambios educacionales que se debaten en el país, centrándonos principalmente en si es correcta o no la selección de los alumnos en los colegios insignia del Estado.

–Está el debate de la selección en educación y se la plantea como algo casi perverso. ¿Qué reflexiones tiene un darwinista como usted, que cree que la evolución en términos de selección natural ha sido positiva para la humanidad?
—Hay que hacer una distinción. En la selección natural no hay un acto intencionado de algún agente, no hay un propósito que la guíe, sino que se retienen pasivamente los organismos cuyos rasgos les permiten sobrevivir y reproducirse de mejor forma en determinado entorno. La selección artificial, en cambio, consiste en escoger rasgos de determinada especie –palomas, ganado, perros- y cruzarlos con rasgos similares para generar atributos específicos: Hay un agente que escoge, selecciona.
En la educación, la selección –admitir a algunas personas y a otras no para un establecimiento educacional- puede ser por distintos criterios: capacidad económica, color de la piel, creencia religiosa u algún otro atributo que no aporte nada o ponga en desventaja a unos por sobre otros. Eso es lo que se considera inapropiado y se trata de evitar.

—¿Y la selección por mérito?
—Su efectividad es también discutible. Cuando los niños o niñas van a un colegio a los 4 años de edad son bastante pocos los atributos propios que se pueden detectar, más allá, de, por ejemplo, tener o no la madurez suficiente.
El problema, desde mi perspectiva, aparece cuando se dice “no a la selección”. Detrás de eso está el propósito de nivelar la cancha, mediante, por ejemplo, una selección por sorteo, porque no se quiere que haya privilegios para que algunos accedan a mejores colegios que otros. Eso tiene varias dificultades prácticas: Los colegios no están necesariamente bien distribuidos geográficamente; ¿vamos a separar o no a las familias?; ¿qué ocurrirá con emblemáticos como el Instituto Nacional, cuya demanda supera con creces las vacantes? ¿Y los colegios con orientación religiosa, en los cuales habrá padres que quieran colocar a sus hijos y otros que no?
Por eso, nivelar la cancha mediante este tipo de sorteos es una típica situación ideal que uno imagina en la mente, sin relación con la forma en que opera la realidad de todos los días. No tiene una buena aplicación práctica y no considera los esfuerzos que los padres van a seguir haciendo de todas maneras para mejorar la educación de sus hijos.

“Hay distintas teorías que deben ser sometidas a pruebas empíricas”

—Chile ya asume que en la etapa temprana no se puede seleccionar en establecimientos que reciben fondos públicos. En la década pasada se restringió, sólo se permitió para el término de la educación básica, pensando en resguardar a los emblemáticos. ¿Le ve ventajas a un proceso de selección meritocrático para recintos como el Instituto Nacional?
—Hay distintas teorías que deben ser sometidas a pruebas empíricas. Hay quienes creen que mezclar a los talentosos con los no tanto permite que los primeros “tiren para arriba” al resto de alumnos, mejorando el estándar general; otros dicen que los talentosos pierden la posibilidad de avanzar más rápido, pues el profesor se distrae con los que poseen menores capacidades. Todas esas apreciaciones a priori deben ser contrastadas con los proyectos educacionales andando, como lo hizo el CEP con el Instituto Nacional.
Con todo, creo que tener colegios de excelencia sirve a un propósito de movilidad social y de acumulación de mejores prácticas.
Nivelar la cancha de manera artificial es bajar al mínimo común denominador, en vez de permitir que los más talentosos, o los más esforzados, hagan más esfuerzos. Tiende a gustarme un sistema que deje más libertad: que haya colegios que seleccionen, otros que no, que tengan oferta educacional de un tipo y de otro, y que el Estado, si está participando a través de la subvención, se preocupe de la calidad. Que los colegios seleccionen me importa menos que el hecho que los padres tengan donde escoger. Prefiero diversidad de oferta educacional con selección, que uniformidad educativa definida centralmente y asignada por sorteo.

—Eso es defender la selección sin querer defenderla.
—Estoy diciendo que exagerar la no selección, forzando el sorteo, a rajatabla, es una mala idea.

—¿No es natural?
—Impedir las diferencias naturales entre las personas, en especial en lo que se refiere al empeño, o a hacer más esfuerzo en los estudios, me parece artificial e inapropiado.

¿Si hay colegios de élite... hay recintos “basura”?

—La crítica es que tener colegios de élite tiene la contraparte de generar “colegios basura”.
—Es un argumento forzado también. Si se trata de evitar que los niños menos talentosos, o con menos capital social, no queden todos embolsados en algunos colegios donde estén sólo ellos, se pueden buscar formas de conformar la composición de alumnos que no necesariamente sea un sorteo aleatorio. Y si, de todas formas se produce una selección adversa, el Estado puede centrar en ellos mayores esfuerzos, poniendo más recursos humanos y financieros.

—Hay quienes dicen que juntar a los mejores inhibe la innovación: el profesor no debe esforzase mucho en buscar nuevas metodologías educacionales, dado que tiene muy buena materia prima.
—Si eso ocurriese, los padres no estarían muy contentos con esos colegios, y los castigarían. Pero, y si fuera al revés, que un profesor con buenos alumnos se siente muy motivado y hace cosas muy novedosas. ¿Cómo resolvemos estas dudas? ¿Dejamos desarrollar multiplicidad de proyectos educacionales para entender cuáles funcionan mejor? ¿O es mejor que un burócrata del Ministerio de Educación defina qué estudiar, cómo y dónde…? Esa es la razón de por qué es tan importante permitir que los padres tengan una amplia oferta de donde escoger.
De hecho, toda la discusión que tenemos es de cómo organizamos industrialmente la educación –quién es el dueño, quién paga, quién estudia dónde-, y nada de cómo hacerla de mejor calidad.

¿Cuál sería la verdadera mejor opción para la sociedad?
Que haya tantos proyectos educacionales como se pueda, de manera que las familias tengan dónde escoger. Y que estos recintos compitan en un sano sentido, con sus distintas maneras de hacer educación, que seleccionaría cuales son las que las familias prefieren.

"La mayor parte de los políticos en contra del copago tienen a sus hijos en colegios particulares pagados"

¿Qué otros temas considera relevantes en la discusión educacional?, le preguntamos a Alvaro Fischer. Responde:

"LA OBSESION POR ELIMINAR EL LUCRO, cambió el foco del debate y dejó a la calidad como un factor secundario. No es que quiera que haya lucro en la educación a toda costa, pero eliminarlo ex ante es un error. Y si son tan malos como dicen, y publicitamos que son así de malos, solos quedarán excluidos. Dejemos que la gente decida, demos información, pues para eso se creó una agencia de calidad que monitorea el tema".

"ELIMINAR EL COPAGO SIGNIFICA BAJAR EL NIVEL al mínimo común denominador, al nivel que el Estado pueda financiar. Prefiero que el Estado se comprometa a ir subiendo en plazos claros el nivel de la subvención hasta un monto equivalente a un particular pagado (digamos 180 a 200 mil pesos mensuales a fines de la década), y mientras tanto, lo que falta, que lo paguen los padres en las proporciones que puedan, para así no perjudicar a las generaciones actuales mientras llegamos a la meta".

"Además, veo una contradicción en el tema del copago. Se quiere eliminar una diferenciación por bolsillo, sin embargo se mantiene la educación particular pagada, que es la mayor diferenciación. La mayor parte de los políticos que están en contra del copago tienen a sus hijos en colegios particulares pagados. Guido Girardi, lo escuche en una radio, tiene, o tuvo, a sus hijos en la Alianza Francesa: Cuando le preguntaron, ¿por qué?, explicó "Porque puedo". Y no lo critico, porque ¿qué significa decir "porque puedo"? Significa que quiero la mejor educación para mis hijos y si puedo pagarla, lo haré. No sigo la regla que propongo para la sociedad mientras pueda no hacerlo. La propia Presidenta tuvo a su hija en La Girouette y tampoco la critico: hizo lo que todo padre quiere para sus hijos: darle la mejor educación posible.

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