En varios barrios se están organizando por su cuenta para tener mangueras y limpiar las quebradas. "Dicen que el problema es que no hubo una planificación, pero esto se fue poblando de a poco y así tenemos que vivir", señala un vecino del Polanco.
Es como tener la espada de Damocles sobre la cabeza.
Un estudio realizado por el profesor Uriel Padilla, de La U. de Valparaíso, y detallado el martes pasado en estas páginas, reveló que de los 42 cerros que existen en el puerto, 13 tienen un "alto riesgo" de incendio.
Según un recorrido realizado por "La Segunda" en los cerros Polanco, Molino y O'Higgins, los vecinos lo saben y no quieren ser los próximos en sufrir una desgracia.
Ingresando por avenida Argentina al cerro Polanco, lo primero que salta a la vista son las intrincadas calles que apenas dan espacio para virar a un vehículo menor. No hay grifos visibles.
En lo alto y al lado de una pequeña quebrada, el vecino Marco Lobos (61) recuerda que el fin de semana "era un infierno allá al frente (cerro Ramaditas), el viento traía las cenizas casi prendidas y todos nos pusimos a mojar las casas. Lo hacemos siempre que hay un incendio".
Recuerda que hace un mes se quemaron dos casas "porque los bomberos se demoraron en llegar. Es que tienen que entrar por el Barón, dos cerros antes que el nuestro. Suben hasta arriba, van a una plaza con grifo y tiran mangueras para acá".
Lobos ha vivido siempre en el Polanco, y asegura que "aquí todos son dueños de los terrenos, con título de dominio. Dicen que el problema es que no hubo una planificación, pero esto se fue poblando de a poco y así tenemos que vivir".
En enero pasado, cuando hubo alertas por los incendios forestales, la junta de vecinos organizó una limpieza de los terrenos, además de hacer cortafuegos. Pero "sacamos basura y maleza, dejamos todo en una esquina y todavía está ahí. Dijeron que venían desde la municipalidad a sacarlo, pero nada".
Lo mismo ocurre en el colindante cerro Molino.
Ingeberg Sander (49) es una dueña de casa que vive en un terreno que era de su abuelo donde hoy hay cinco casas de parientes.
La quebrada es su patio y asegura que en los meses de verano desmaleza el sector, pero no retira los restos porque no tiene cómo hacerlo. A una cuadra de su casa, subiendo el cerro, está un grifo de agua, pero nuevamente sólo se puede utilizar si los bomberos bajan desde el cerro caminando con una manguera a cuestas.
"El miedo que tenemos es que se venga el incendio del cerro de enfrente (O'Higgins), que todos los años se quema. Yo me enfermo, es como una sicosis que me da, le tengo terror a los incendios", revela.
Otro vecino de Molino es Manuel Godoy (59), quien vive con su madre en una población que da hacia la quebrada. Si bien su casa es de concreto, sabe que igual corre peligro.
"El cerro Pajonal es un peligro latente para Valparaíso, a eso se suman las quebradas que están llenas de vegetación y basura, además de las casas de las tomas que están hechas de material ligero, fácil de consumir. Lo del sábado debe ser una lección para autoridades y para nosotros también", aseguró.
Cuenta que el año pasado, cuando se generó el incendio en Rodelillo, cerro que se une con Molino, el ex Presidente Sebastián Piñera "vino para acá y dijo que iba a sacar a la gente de las tomas, que les iban a dar unos terrenos y casas en la copa del cerro con casa, pero todo quedó en nada".