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La nueva vida de Spiniak: Recluido en la parcela de su hermano y dedicado a la poesía

Vive a dos horas de Santiago, pesa más de 100 kilos, fuma una cajetilla diaria y tiene problemas para oír y caminar. A través de los versos busca "rearmarse". Ya descartó la idea de radicarse en el extranjero. "Quería decirle al mundo que él no es un monstruo. Pero al final renunció a eso, no va a dar esa pelea (...) Ojalá sea capaz de olvidar lo que pasó, aunque sea por un par de minutos", dice uno de sus familiares directos.  

por:  Miguel Ortiz A./La Segunda
viernes, 11 de abril de 2014
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Claudio Jaime Spiniak Vilensky no quería salir de la cárcel.

Eso es lo que cuenta uno de sus familiares más directos, quien -si bien no lo ve hace años- recibe noticias suyas cada semana, a través de WhatsApp . Según él, dentro de la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) Spiniak era consciente de que su salida al mundo exterior iba a ser un paso difícil. Un trance que finalmente se concretó en diciembre del año pasado, después de una década tras las rejas condenado por los delitos de abuso sexual contra cinco menores de edad, promoción de la prostitución y producción de material pornográfico.

Los escabrosos detalles con que fueron descritas las orgías que organizaba en su casa de Santa María de Manquehue convirtieron su caso en un ícono de las crónicas policiales, el que incluyó testimonios falsos, acusaciones de tortura, tráfico de drogas y la supuesta participación de políticos en una red de prostitución infantil, lo que terminó siendo mentira.

Gracias a los beneficios carcelarios a los que accedió por buena conducta, el otrora empresario cumplió 10 de los 12 años a los que fue sentenciado y hoy lleva cuatro meses en libertad, con la única condición de informar periódicamente su domicilio a Carabineros, hasta el 2018.

Ya desechó su idea original de radicarse en el extranjero y reinventarse, lejos de cualquier persona que pudiera reconocerlo.

Luego de una vida de excesos, su gran pasión hoy es algo que aprendió dentro de la cárcel: la poesía. Un arte a través del cual "está intentando reinterpretar su vida, rearmarse, proyectar los años que le quedan de vida", tal como cuenta un "amigo distante" (según él mismo se define).

"Ni a comprar el pan"

Fue Andrea Brandes , una distinguida mujer que dictaba talleres de poemas a condenados por delitos graves, quien sembró en el ex empresario la inquietud por los versos.

En su blog "Poesía desde la cárcel" ( Poesiadesdelacarcel.blogspot.com ) Andrea publicó algunos de los escritos de Spiniak.

Más allá de la calidad artística de su trabajo -y de su mala opinión sobre la labor de los medios de comunicación, que deja de manifiesto en algunas estrofas-, Spiniak encontró en los versos "una forma de evadirse, de trascender", según cuenta un conocido.

¿Cree él posible retomar una vida normal? No. Pero es algo que sí se ha planteado. Algo que ha pensado... y soñado. "A sus más cercanos él nos ha contado que quiere que la opinión pública lo juzgue por aquellas cosas que realmente hizo. Me explico: la mayoría de la gente cree que él violaba niños, pero la realidad es que se trataba de prostitutos... y él dice que nunca les pasó un solo peso", asegura la misma fuente.

Y cuando le recuerdan que en su prontuario se repite el delito de abuso sexual contra menores, Spiniak ha dicho que él ya pagó cárcel por eso y que fue condenado a 12 años... no a una cadena perpetua encerrado en su casa, como vive ahora.

Hoy Claudio Spiniak vive solo y -según cuentan quienes lo han visitado- "no se atreve ni a salir a comprar el pan (...) El tiene derecho a que lo dejen en paz. Pero la verdad es que no se atreve a salir, porque lo lincharían. La gente cree que es el diablo".

Está recluido en una parcela a dos horas de Santiago, propiedad de uno de sus hermanos.

Sus familiares más directos, de alguna forma, formaron dos "bandos": los que mantienen algún vínculo y lo van a visitar, y los que rompieron toda relación con él.

Versos: "Burdo y huraño"

El 29 de septiembre del año pasado, cuando Spiniak ya sabía que sus días en prisión pronto llegarían a término, escribió un poema muy especial. "Dulzura" es su título y en él muestra la alegría que representa el inminente reencuentro que tendrá con sus hijos.

Sus manos tan dulces / se habían disipado / la niebla del tiempo / se las había llevado.

Y yo tan pequeño / tan burdo y huraño / perdí sus manitos / ¡y las he recuperado!

Mi canto y sus estampas / se alzaron por años / lloré y las retuve / acá en mi sufrimiento.

Por fin la esperanza / llegó hasta mi puerta / y aquí están mis hijas / tan suaves y tiernas.

El tiempo devuelve / las semillas sembradas, / yo tuve mis hijos / y han vuelto a mi lado.

Sonrío a los vientos / me alegro en sus presagios / dulzura de hijos / yo nunca he olvidado.

Contactada por "La Segunda", una de sus hijas se negó a entregar su testimonio. En un escueto correo electrónico sólo apuntó que la prensa "estuvo 11 años hablando de él, haciéndolo bolsa... Ojalá paren de una vez, para que él pueda estar tranquilo e intentar rehacer su vida".

Tampoco quiso hablar su eterno abogado, Luis Hermosilla .

Quienes sí accedieron a entregar su visión fueron dos de sus parientes directos, quien solicitaron reserva de sus identidades. En la familia Spiniak, explicaron, se ha establecido una suerte de "pacto de silencio" con la intención de que "el tema pase al olvido lo antes posible".

Uno de ellos, a quien le tocó vivir de cerca la adicción de Spiniak a las drogas, relata que "él está viviendo con un cáncer que él mismo se provocó y que las malas juntas se lo esparcieron".

Y añade: "Llegó un punto, antes de que lo tomaran preso, en que Claudio era un estropajo humano por culpa de la coca. Se fue deteriorando, porque antes era un tipo deportista, de buena figura, pero después ya ni se movía, no podía modular, no hacía nada, le podías pegar y no reaccionaba. Literalmente se le caían los mocos. Su adicción se hizo incontrolable. Y en ese estado participaba de las famosas fiestas".

Días en los que ni se levanta

Al salir de prisión, según narran quienes lo vieron, Spiniak mostró un pésimo estado físico.

Pesa más de 100 kilos, tiene problemas para oír, caminar... y sigue fumando casi una cajetilla diaria de Viceroy. Un vicio que se acentuó cuando se enteró de la muerte de su madre, Fanny Vilensky , en abril del año pasado.

Asimismo, y a sus 65 años, ha debido aprender el funcionamiento de los smartphones y las redes sociales, pues vivió durante 10 años en una suerte de "paréntesis tecnológico". Gran impacto le causó -a los pocos días de abandonar la CAS- el revisar la noticia de su excarcelación en un portal de noticias y leer los cientos de comentarios que habían dejado estampados los lectores en el foro de Facebook: "Ahí logró dimensionar mejor la avalancha que se le venía, y estuvo tentado de empezar a escribir, para defenderse de aquellas cosas falsas que han dicho sobre su figura. Quería decirle al mundo que él no es un monstruo (...) Pero al final renunció a eso, no va a dar esa pelea", cuenta una integrante del clan.

Por eso, y según él mismo le adelantó en prisión a Pablo Vergara durante la investigación para su libro «Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas», hoy está dedicado a un trabajo espiritual, interior: "Estar sano, cuerdo, sin drogas, sin sexo, privado de libertad y subir a la superficie es lo difícil, es lo que hago ahora y estoy contento por los resultados, pues siento que lo logrado es consistente y definitivo".

Una tarea "ardua e infinita", según describe uno de sus familiares, "en la que tiene días de esperanza y otros en los que ni siquiera se levanta de la cama".

-¿Qué espera usted del futuro de Claudio Spiniak?

-Que ojalá alguna vez sea capaz de olvidar lo que pasó, aunque sea por un par de minutos, para que tenga un respiro, un descanso.

 "Amo a Chile... y lo desamo"

Uno de sus poemas se titula "Chile, lindo país esquina con vista al mar" , igual que la emblemática obra de teatro estrenada en 1979 por la compañía Ictus:

De múltiples paralelos y un solo meridiano

blanca e impetuosa su cordillera

rasgada por un azul pacífico.

Templas nuestro clima,

Humboldt bendito

corriente de peces

aguas frescas polar.

Tu escuálido caminar,

nos genera electricidad y lomajes.

Septiembre al deslumbrarse escurre el viento

y ya no vuelve su sonar.

A la prensa chilena no la quiero

crápulas del dolor ajeno, y el mío.

Amo a Chile y lo desamo

y luego lo vuelvo a amar.

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