En los libros de Historia hay registro de la catástrofe que ocurrió en la misma zona donde hoy está la "laguna sísmica".
Parte de los registros fotográficos de la tragedia.
Según estimaciones -a falta de instrumentos de medición en la época-, desde Arica a Copiapó se vivió entonces un terremoto grado 8,8 en la escala de Richter. Una catástrofe que quedó marcada en los libros de Historia y que se sigue recordando hoy, 137 años más tarde, debido al temor de que el megasismo del martes recién pasado en Iquique (8,2) no es el "gran terremoto" pronosticado para la zona.
Justo en la misma área donde se ubica hoy la "laguna sísmica" fue donde transcurrieron los hechos aquel 9 de mayo. Tras el enorme temblor hubo maremotos en la costa chilena, en Chiloé, Japón, Australia y Nueva Zelandia.
Fue pasadas las 20 horas que se sintió el movimiento telúrico y una hora más tarde vino el tsunami. En ese entonces, la soberanía nacional chilena llegaba sólo hasta la actual región de Copiapó.
En Arica murieron cinco personas y la ciudad quedó "prácticamente destruida", según se relata en el libro "Catástrofes de Chile 1541-1992": gran parte de los edificios se desplomaron y la línea férrea se destruyó. Agregan que hasta 19 metros alcanzaron las olas del maremoto que inundaron la Aduana y arrastraron el buque norteamericano «Wateree» hasta la playa (se encontraba 800 metros tierra adentro tras ser expulsado por la potencia de un maremoto anterior ocurrido en 1868).
La caleta Cobija -al sur de Tocopilla y que en esos años era el primer puerto boliviano- prácticamente desapareció y quedó despoblada tras las marejadas: los cadáveres de personas y animales flotaban en el mar y las casas de madera arrancadas de cuajo por las olas se hundieron.
En Antofagasta el terremoto derivó en un voraz incendio producido por la rotura de lámparas de parafinas. Múltiples edificaciones -como el Correo, la Aduana, la sede de la policía, un hotel y varias bodegas- ya habían sido arrasadas por la furia del mar y la gente pasó esa noche y la subsiguiente intentando dormir en los cerros.
Mejillones casi desapareció y sumó gran cantidad de víctimas, lo mismo que Iquique, donde un ruido "sordo y prolongado" atemorizó a los habitantes desde el comienzo de los dos minutos que duró el terremoto. La mayor parte de la población (9.222 personas) huyó a las zonas altas, pero cerca de 30 obreros fallecieron.
Las pérdidas incluyeron casi todas las lanchas y los botes que se hundieron en el mar, así como sucedió con el vapor que proveía agua potable a la población.
En Tocopilla miles de locos quedaron desparramados en la arena y el tsunami ocasionó el desplome de chimeneas y la rotura de losas.
El terremoto dejó recuerdos imborrables en las costas del Perú y Chile... y se sintió hasta en Bolivia y Argentina.
