Sebastián Navarrete tiene varias sociedades con María Eugenia Gandarillas, la ex directora del establecimiento. A su nombre figuran 13 propiedades por un avalúo fiscal total de $ 431,6 millones. Apoderados dicen que nunca aceptó ir a hacer misa los domingos al colegio.
Foto La Segunda
Las últimas dos semanas, el cura Sebastián Navarrete Herrera no ha contestado mucho su celular. Tampoco los mensajes de texto ni el WhatsApp.
"Está inubicable", dicen en el Colegio Apoquindo, del que es hace décadas capellán y guía espiritual, además de presidente de la fundación que lo administra. La misma que ha estado en el ojo del huracán estas dos semanas, tras conocerse la sorpresiva venta al Colegio Mayflower.
Por eso pareció una muy buena noticia cuando el pasado jueves anunció que accedía a una entrevista con La Segunda. ¿El lugar? El edificio en el Bosque Norte donde funciona la Corredora LarraínVial. Una vez allí, eso sí, aseguró que la fundación había decidido que cualquier información fuera entregada sólo por el abogado de la sociedad. Y luego de eso, rápidamente se marchó para que el profesional y ex apoderado del Apoquindo entregara la versión de los mandantes.
El sacerdote Navarrete es un hombre ocupado. Capellán de la FACh (donde ostenta grado de coronel), párroco de una iglesia en avenida Las Condes, columnista de un espacio en radio Agricultura, y con una actividad económica declarada de "cultivo de trigo", lo cierto es que su figura quedó marcada como "empresario" luego que así apareciera identificado en el documento de venta del establecimiento por una suma de $ 8 mil millones. No está claro cuánto de ese dinero recibirá cada una de las partes de la sociedad (el mencionado Navarrete, María Teresa Gandarillas y Horacio Aránguiz), ya que se ha indicado que primero se cancelarán millonarias deudas.
Su última visita al Apoquindo fue el viernes 14, cuando sostuvo una reunión con los profesores y funcionarios para informarles que sus contratos durarían hasta diciembre. "Dijo que no nos preocupáramos, que había plata para pagarles a todos", señala el profesor y presidente del sindicato del establecimiento, Andrés Rosmanich. Ese fue el único tema que tocó en la cita. No contestó preguntas sobre el futuro de los casi 700 estudiantes. Según el dirigente, "nunca se vinculó con el tema de la educación del colegio, jamás".
Apoderados señalan que hasta hace algunas semanas ignoraban que era socio en la propiedad del colegio. "Sabíamos que era presidente de la fundación, pero no que tenía participación en la sociedad". Hoy los abogados del caso revisan incluso si recibía más de un sueldo, ya que tenía funciones en ambas secciones del colegio, femenina y masculina.
Navarrete llegó al colegio llevado por la propietaria, María Eugenia Gandarillas, a fines de los '80, tras la muerte del capellán y uno de los fundadores del Apoquindo, padre Carlos Schneider Hernández.
A partir de la década siguiente, su nombre figura en la constitución de al menos cuatro sociedades junto a ella. Tras conformar en 1992 la Sociedad Educacional Apoquindo Limitada, en 1994 inscriben "Inversiones y Servicios Meg Limitada", de responsabilidad limitada y para "la prestación de asesorías y servicios profesionales en el campo pedagógico", que tendría duración de cinco años prorrogables. El aporte del sacerdote fue de 1%, $ 50 mil del capital de $ 5 millones, siendo lo restante aportado por Gandarillas.
Tres años después, a fines de 1997, ambos junto a dos personas jurídicas (Inversiones y Asesorías Canela S.A. e Inmobiliaria Valle del Principal) constituyeron la sociedad anónima cerrada Inmobiliaria Santa María de Pirque S.A., de duración indefinida y con domicilio en Pirque, para el "desarrollo y ejecución de proyectos y negocios inmobiliarios" y "participar como socia o accionista en otras sociedades o personas jurídicas". En esa ocasión, la escritura notarial sí consigna a Navarrete como "sacerdote". El capital total era de $ 300 millones. Al año siguiente, con Gandarillas constituyeron la "Sociedad Educacional Apoquindo Ltda.".
Al margen de estas sociedades, Navarrete tiene a su nombre 13 propiedades por un avalúo fiscal total de $431,6 millones.
Seis de ellas son no agrícolas: Cuatro lotes en Pirque (avalúo de casi $70 millones), una casa en Las Condes (avaluada en $83 millones) y otra en Lo Barnechea ($103 millones).
Las otras propiedades son terrenos agrícolas en la comuna de Ñiquén (provincia de Ñuble, VIII Región), zona donde tiene familiares, y otro par en Paine, región Metropolitana. En el colegio recuerdan que ahí desarrollaba su gusto por los caballos corraleros. Para uno de sus cumpleaños el "regalo sugerido" fueron aperos de cuero.
No está a su nombre la casa donde vive con su hermana en calle Gertrudis Echeñique, en Las Condes.
En los registros figuran también cinco vehículos a su nombre: una moto BMW de 1968, tres tractores (anota como actividad comercial el giro de "cultivo de trigo" desde fines de los '80) y una station wagon Nissan Murano, del año 2010.
El silencio del padre Navarrete sólo ha aumentado la frustración de los apoderados del colegio. "Nunca fue comunicativo, pero al menos contestaba los correos", dice el vicepresidente del centro de padres, Gabriel Rinon, quien lo describe como "una persona demasiado llevada a sus ideas, como viviendo en otra época".
Apoderado hace ocho años, recuerda que el cura incluso usaba sus sermones el 2013 para negar los abusos descubiertos en el colegio, por los que dos auxiliares fueron condenados a 11 y 15 años.
Tras conocerse de la venta, el sacerdote el viernes pasado se ausentó de una de las ceremonias más importantes del colegio, la imposición de corbata a los alumnos de cuarto medio. "Mandó a un cura filipino", dice Rinon.
"Este colegio nunca ha tenido una visión religiosa importante", dice Ricardo Burgos, uno de los apoderados que impulsaron las denuncias por abusos. "Antes de los escándalos le pedí varias veces que hiciera misas los domingos, porque genera adhesión al colegio, cercanía. Pero él decía que no podía".
"De partida, a nombre del Colegio Apoquindo, quiero pedir disculpas a la comunidad del colegio porque la comunicación ha sido derechamente mala. Quiero ser muy franco".
Esa fue una de las primeras frases que dijo el vocero de la fundación dueña del Colegio Apoquindo, el abogado Manuel José Vial, para explicar el silencio que por semanas persistió respecto de la compra que realizó el Colegio Mayflower.
Vial, que tuvo a sus hijos en el Apoquindo, fue el delegado de la Fundación Educacional Apoquindo -que preside el sacerdote Sebastián Navarrete- para explicar la venta.
Entre las múltiples revelaciones del proceso, la escritura que selló la compra contenía una palabra que llamó la atención de los apoderados. En el texto el sacerdote figuraba como empresario. "Nos parece que finalmente dijo la verdad en algo", fue la primera reacción del vicepresidente del Centro de Padres, Gabriel Rinon. Ante ello, el abogado Manuel José Vial afirma tajante que es una equivocación.
- ¿Por qué figura como empresario entonces?
- Eso es lisa y llanamente un error. Muchas veces en las escrituras de los contratos hay inexactitudes y ahí se cometió el error de ponerlo como empresario. Es que en general en este tipo de escrituras todas las personas que la firman son empresarios y está en la matriz de la escritura esa palabra. Entonces, no se dieron cuenta al momento de firmar que el padre Navarrete estaba mal individualizado. Nada más. El es sacerdote católico y de empresario no tiene absolutamente nada.
- ¿Y cómo se explican las propiedades que tiene el padre Navarrete?
- Entiendo que el padre Navarrete es un sacerdote diocesano y como cualquier persona puede tener bienes a su nombre. ¿Es reprobable que un sacerdote tenga una casa? ¿Un auto? No sé, ¿que pueda tener un pedazo de tierra fuera de Santiago en el cual salir y descansar?
- Es que según la información comercial es más que uno de cada especie, en realidad son...
- Le estoy diciendo... es que honestamente no conozco el estado de situación del padre, pero sí le digo que hasta donde yo sé los sacerdotes pueden tener bienes a su nombre. Aquí nunca ha recibido un centavo que no sea su sueldo como capellán del colegio.
Vial recalca que la situación económica del colegio no daba para más. De hecho, dice, en 2013 quedaron deudas sin pagar por $ 400 millones y no pudieron cubrirse dos cuotas de la hipoteca con el BBVA.
Junto con recordar que en diciembre fracasó el proceso de venta con los Legionarios de Cristo, Vial indicó que la fundación tuvo tres alternativas. Una inmobiliaria y 3 colegios, dos de los cuales los dueños rechazaron. La ex directora del Apoquindo femenino María Eugenia Gandarillas puso como condición que el adquirente fuera un colegio católico.
Recalca que el colegio "estudiará la posibilidad de compensar en forma justa a los padres que se retiren respecto de su cuota o bono de incorporación al colegio", dijo Vial. Además, anunció que espera reunirse pronto con los padres para informarles la situación, dado que él recién fue designado ayer en su cargo.
No obstante, afirma que el dinero de la venta se destinará mayormente a cancelar deudas. "Una parte importante ya se fue en pagar al banco, los déficits de años anteriores, a otros varios acreedores, al costo de hacer funcionar el colegio y las indemnizaciones. Si algo sobra, el consejo directivo de la Fundación Apoquindo decidirá a qué se va a dedicar", insistió.
De hecho, Vial indicó que "nunca en los 34 años de historia de este colegio, nadie de los fundadores, de los controladores de la fundación, o como quiera llamarse, ha retirado ni un centavo de utilidad del colegio. Nadie ha retirado un peso salvo sus sueldos, como María Eugenia Gandarillas por ser directora del Apoquindo femenino, o como el padre Sebastián Navarrete por ser capellán del colegio, o como otros miembros del consejo que han hecho clases o han sido directores de alguno de los dos colegios. Por su trabajo han recibido remuneración, pero no han retirado nunca ningún peso", aseguró.