Cultura/Espectáculos
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Alejandra Wood, directora del GAM: "Mis hijos son más tirados para el fútbol que a las artes"

Comanda el centro cultural más mediático y masivo del país, que sólo el año pasado recibió dos millones de visitantes. Decidida y trabajólica, dice que ha aprendido a separar los tiempos laborales y personales, pero reconoce que su familia está un poco "saturada" del GAM, de tanto que ella insistía en llevarlos.  

por:  Ximena Chávez Velásquez
sábado, 22 de febrero de 2014
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Detrás de su fisonomía estilosa y delgada, corte moderno y estatura media, hay una personalidad fuerte. Apasionada e impulsiva cuando hay que serlo, y ejecutiva si hay que llegar a las metas, se describe a sí misma como un verdadero "animal de trabajo". Algo de eso se nota en los casi tres años que lleva al mando del Centro Cultural Gabriela Mistral, que suma la nada despreciable estadística de dos millones de visitas durante 2013, a razón de 2.000 diarias. Alejandra Wood es el poder femenino que conduce al GAM.

-¿No te intimidaba hacerte cargo de un buque tan grande?

-Nunca y no sé por qué; todavía me lo pregunto. La verdad es que me entusiasmé, lo encontré entretenido. Soy bastante inconsciente en este tipo de decisiones y también impulsiva. Tengo mucha energía y he debido aprender a controlarlo, porque puede ser algo muy bueno, pero también perjudicial. No siempre hay que hablar.

-Aquí estás muy expuesta: abundan las alabanzas, pero también las críticas.

-No me las tomo en lo personal. En primer lugar, el nivel de exposición que tengo es por el GAM y punto. Y esa es mi responsabilidad, que la institución tenga una cara visible. Yo soy prescindible.

Historia, minería y artes


Alejandra es ex alumna del Santiago College y la segunda de cuatro hermanos, el último de los cuales es el único hombre y nació cuando ella tenía 24 años. "Es del segundo matrimonio de mi papá. Podría ser mi hijo".

Sus primos-hermanos también aportan al renombre del apellido Wood. "Con Andrés (el cineasta) y María Elena (periodista y documentalista) siempre nos reímos y comentamos que no podemos hacer proyectos juntos, porque se vería mal. ¡Estamos fritos!", comenta divertida.

Su currículo dice que es licenciada en Historia de la PUC, carrera que ejerció poco. ¿Cómo llegó a hacerse un nombre en el mundo cultural? Por pura casualidad y una buena dosis de suerte, asegura. "Trabajé como ayudante de un par de investigaciones y estando en eso, busqué un trabajo de verano para juntar plata e irme de vacaciones. Terminé de recepcionista en Minera Escondida. Y resultó que se transformó en mi lugar de trabajo por 17 años. Profesionalmente, soy lo que soy por todo lo que aprendí en esa empresa", explica Alejandra.

Luego estuvo en el Scotiabank, donde logró que se financiara una exposición de fotografías en el Centro Cultural Palacio de la Moneda y, ya estando en el GAM, que el banco donara una sala didáctica.

-¿Cómo es pasar desde un escenario donde el dinero no era problema, a otro donde hay que ajustar los presupuestos?

-Liderar un proyecto como éste o cualquier otro emprendimiento requiere de sentido común, la capacidad de reunir a un conjunto de personas que se motiven a trabajar juntos, y también tener una mirada de mediano y largo plazo. Fui absolutamente privilegiada de desarrollar la política cultural que tuvo Minera y por ello no fue difícil.

-El GAM también se codea con el mundo de la política, ¿no? Incluso se dijo que desde ahí iba a anunciar su gabinete Michelle Bachelet.

-Así dijeron, nosotros nunca supimos (comenta entre risas). Lo cierto es que parte de la estrategia es que el GAM se transforme en el centro donde se discute el Chile que somos y el que queremos. Pero no podríamos estar en la política contingente, porque sería un pésimo favor para el centro y su público.

-¿Qué pasará contigo con la llegada del nuevo gobierno?

-Nada. En el modelo de gestión del GAM o del Centro Cultural del Palacio de la Moneda, por ejemplo, se entiende que son una propiedad del Estado administrada por una corporación de derecho privado para el cumplimiento de la política pública, en este caso, contribuir a disminuir la desigualdad en el acceso a la cultura. Bajo ese modelo, hay un directorio y dirección independiente del gobierno de turno. Sería un pésimo favor para el país que estas instituciones, que reciben aportes del Estado, estuvieran a merced de la política y los gobiernos de turno.

Puertas adentro con Wood


En paz, relajada, absolutamente enamorada de la vida, de sus tres hijos y actual pareja. Esa es la filosofía con la que Alejandra se mueve de lo personal a lo laboral, y viceversa. El mundo que hoy le interesa cuidar. Por eso dice que ya no hace muchas otras cosas. "No tengo ganas de ir a ningún lado. De momento estoy concentrada en esto y en mis hijos", declara.

-Imagino que el GAM no te deja mucho tiempo para estar con ellos.

-Para nada. Mucha gente me dice, 'tú debes dormir acá'. Paradójicamente, este trabajo me ha dado mucha libertad interior para manejar mis tiempos y tranquilidad. Para mí, no hay posibilidad de éxito profesional si uno no se siente conforme con su maternidad, vida familiar y personal. Debe haber un equilibrio y que puede ser muy distinto para las personas: yo necesito tiempo para mis hijos.

Para bajar las revoluciones, le encanta caminar con su perro, y de la casa a la oficina está dejando el auto y prefiriendo moverse a pie o en bicicleta. También son claves las conversaciones y encuentros con las amigas que conoce desde que tenía 15 años. Y viajar es otra de sus pasiones. "¡Y a dónde sea, incluso por el día y fuera de Santiago! Soy muy curiosa, me gusta ir a mirar lo que sucede en otras partes", dice entusiasmada.

-Te gusta el camping, me contaron.

-Sí, sigo haciéndolo todos los Años Nuevos. Me gusta lo que se produce cuando uno se sale de las estructuras. Además de que los niños y los papás lo pasamos increíble.

-¿Tus hijos van al GAM?

-Pucha, tenemos ahí un problema, porque mis hijos, en parte, están saturados.

-¿Casa de herrero, cuchillo de palo?

-Sí, un poco. Al chico le gusta mucho acompañarme, y a los otros dos más grandes les da lata, porque a cada rato les decía 'vamos al GAM, vamos al GAM', así que al final decidí no obligarlos.

-¿Ninguna posibilidad de vocación artística?

-Fíjate que no, son más tirados para el fútbol. La aspiración de mi hijo del medio es transformarse en un futbolista profesional y que su hermano mayor sea su mánager.

-¿Y cuáles son tus frivolidades?

-Me gusta la comida, soy un poco sibarita. También he sido muy trapera, pero ya se me pasó. ¡Es que ya no necesito tantas cosas!

 No a la gratuidad


Quien conoce el GAM sabe que el lugar es como los antibióticos: de amplio espectro. Su oferta aúna teatro, danza, música popular y de cámara, arte, ciencia, literatura, manifestaciones urbanas y hasta al circo. Grafiteros, skaters, hip-hoperos y otras tribus urbanas también encuentran su espacio. "Son parte de lo que está pasando en Santiago. Yo le digo a la gente que puede ir a darse una vuelta y toparse con cualquiera de estas cosas", comenta Alejandra.

-¿La cultura debe ser gratuita?

-No creo eso. Claramente hay segmentos de la población que no tienen ninguna posibilidad de pagar una entrada, pero los espacios que se están trabajando para formar nuevas audiencias deben tender a cobrar un ticket, salvo excepciones, porque de otra manera estás transmitiendo a nivel simbólico que lo que estás apreciando no tiene un valor. Y el trabajo de los artistas sí vale.

-Los libros son caros, el cine es caro, el teatro es caro.

-Yo cada vez escucho menos que el cine y el teatro sean caros. Tenemos la posibilidad, con la cantidad de oferta que existe hoy, de acceder más. Por eso me parece más una excusa para no ir.

-Pero ir al cine, a una familia de cuatro personas, le puede costar 25 mil pesos.

-Claro, sale caro porque además de las entradas, compras popcorn y otros combos. Ese es el negocio. Pero con los descuentos múltiples que hay, siempre hay una posibilidad.

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