Generalmente son de escasos recursos, porque "la marginalidad, no solamente económica sino que también de acceso a la información, genera vulnerabilidad". El 10% de las mujeres infectadas está abandonando los tratamientos médicos. También está disminuyendo la edad de contagio.
En 1985 se diagnosticó por primera vez a una mujer con el virus del Sida.
A estas alturas, según cifras del Ministerio de Salud, en Chile 28.963 mil personas han sido notificadas como portadoras del VIH. De ellas, 4.717 son del sexo femenino.
Y si hace algunas décadas la proporción de infectados era de una mujer por cada 13 hombres contagiados, hoy la diferencia se redujo a una por cada cinco infectados.
Según datos del Ministerio de Salud, dos tercios de las infectadas con VIH son dueñas de casa, de entre 30 y 49 años, con parejas estables (heterosexuales). Hay otro grupo, minoritario, de mujeres enfermas que van entre los 20 y 35 años, cuyo diagnóstico fue posible gracias a los test de Elisa a los que son sometidas -voluntariamente- las embarazadas.
Para la doctora Laura Bahamondes , infectóloga de la Red Salud del Minsal e integrante del comité asesor en la materia, "en general, tanto en el hombre como en la mujer, el nivel socio económico y sobre todo educacional constituye una mayor vulnerabilidad. Son grupos de los niveles más bajos donde se concentra la población infectada. En ese sentido la marginalidad, no solamente económica sino que también de acceso a la información, genera más vulnerabilidad para contraer el VIH, tienen una tasa mayor".
El doctor Carlos Pérez , director de Red Salud UC, agrega que "la infección por VIH en mujeres está presente en todo el espectro social, económico y social. Sin embargo la gran mayoría de las mujeres infectadas efectivamente pertenece a clases socio económicas bajas y con menos educación, incluso vemos muchas pacientes que vienen desde el ámbito rural".
Patricia Vásquez , infectóloga del hospital San Juan de Dios, agrega que "esta situación se reproduce en otras partes. Por ejemplo, en Estados Unidos el mayor porcentaje de VIH en mujeres está concentrado en los estratos afroamericanos e hispanas. También, al mismo tiempo, es el segmento que tiene peores condiciones socioeconómicas. Y no es casualidad: la enfermedad se inserta ahí porque las mujeres tienen, por así decirlo, menos 'poder de negociación' en algunas situaciones como el uso del preservativo. Si el hombre no quiere usarlo no lo usa y no puede obligarlo".
El «Informe Nacional Evolución VIH/Sida, Chile 1984 - 2012», del departamento de Epidemiología del Minsal -de diciembre del año pasado- entrega una distribución, en relación al sexo de los casos notificados de VIH y Sida, solo por nivel de escolaridad y no por estrato socio- económico.
Ahí se puede leer que "tanto en hombres como en mujeres (contagiados), la mayor proporción de personas tuvo enseñanza media en prácticamente todo el período analizado. Sin embargo, los hombres tuvieron una mayor proporción de educación superior/técnica que las mujeres. En el último quinquenio los hombres muestran un 39% de educación superior/técnica y las mujeres sólo alcanzan el 17%".
Otra de las cosas que preocupa a los especialistas es la falta de "adherencia" de las mujeres al tratamiento.
La doctora Bahamondes, del Minsal, cuenta: "Ya es un tema entre la comunidad médica que cerca de un 10% de nuestras pacientes abandonan la terapia. Y lo que hemos podido encontrar es que detrás de algunas pacientes hay una mujer adicta, principalmente a la pasta base, lo que interfiere con cualquier éxito de la terapia, porque la persona deja de tomar los medicamentos".
Añade que estos antecedentes "son de los servicios públicos, por lo que ya hay ahí un sesgo económico. El 20% de la población chilena que no se atiende en el sector público es bastante invisible a este tipo de datos".
La doctora Vásquez agrega que la falta de tratamiento podría explicarse, entre otras cosas, porque las mujeres no se dan el tiempo para ir a buscar los medicamentos debido a que son dueñas de casa y no pueden dejar a sus hijos solos. En el caso de las que trabajan, por los constantes permisos que deben pedir para mantener el tratamiento al día.
Agrega: "De todas formas hay que buscar las causas de esa falta de adherencia. Una quizás pueda ser la depresión, porque las mujeres que tienen VIH son más propensas a tener depresión que los hombres. Otra cosa son las adicciones, porque en Chile están subdiagnosticadas en el espectro femenino, ellas las ocultan mucho más".
El experto en VIH y director académico de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, doctor Alejandro Afani , agrega otra posible causal: "Las tabletas del tratamiento no están exentas de efectos adversos y toxicidades. Mucho tiene que ver con la estética, desde el punto de vista emocional, que incide más en la mujer que en los hombres. A veces es porque se acumula grasa en el abdomen o 'enflaquecen' otras regiones, como la cara".
Una de las preguntas, a la luz del alza en el número de mujeres infectadas es: ¿a qué se debe este aumento?
Los expertos consultados no tienen una sola respuesta.
La doctora Beatriz Marincovich , epidemióloga del Instituto de Salud de la U. de Chile, considera que "el aumento no es por el hecho de que las mujeres tengan más parejas, sino porque ha aumentado la vía de transmisión heterosexual. La epidemia se ha ido 'heterosexualizando' y eso ha ocurrido en la gran mayoría de los países que comenzaron con la enfermedad en personas que eran, preferentemente, homo y bisexuales".
La presidenta del capítulo chileno de la ONG IWC Latina, Marcela Silva , apunta a "una falta de información respecto de las enfermedades de transmisión sexual. Tampoco tenemos muchas campañas que estén hablando de estos temas. Hoy la gente que habla del VIH es muy poca, una vez que se deja de hablar de estas enfermedades, dejan de preocupar. La gente en su inconsciente debe sentir que como hay triterapia, se está libre de contraer VIH. Pero eso no es así".
La doctora Marincovich aporta otro preocupante dato, la edad de contagio se está adelantando. "Hay un porcentaje de personas menor a 25 años que están infectadas y que es mucho mayor que antes, tanto en hombres como en mujeres. Y esto pasa porque los adolescentes inician su vida sexual precozmente y la gran mayoría no utiliza preservativo, por lo tanto la probabilidad de contagiarse de enfermedades de transmisión sexual o VIH es mayor".
La presidenta de la sección chilena de la ONG IWC Latina, Marcela Silva, critica que "en Chile no hay campaña de prevención. Hay una que sale en diciembre y está vigente un par de días, no hay nada que permanezca en el tiempo. Tampoco se habla de que las mujeres que más están expuestas a contraer VIH son las que tienen pareja estable, no las demás".
Agrega que "por muchos años las campañas contra el VIH mostraban a mujeres promiscuas, que hacía comercio sexual. Entonces cuando hablamos de una mujer que vive con VIH es fácil encasillarla, sin pensar que las más vulnerables son las dueñas de casa con pareja estable", dice Silva.
Y esto, según Silva, incidiría en que "las mujeres tengan mucho temor para ir a solicitar el test de Elisa. Lamentablemente quedó encasillado como que las mujeres que tienen VIH en Chile son trabajadoras sexuales o promiscuas, es un tema muy complejo para la mujer común y corriente".