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“Sequía marina”: Chile con la menor cantidad de peces de su historia

La sobreexplotación y factores ambientales adversos se conjugaron para que las pesadillas advertidas por los científicos se hicieran realidad: En 15 años pasamos de pescar 6 millones de toneladas a dos y media. La autoridad fijó cuota de capturas menores, pero se pronostica que no se podrán cumplir: Ya no hay tanta vida en el agua.

por:  René González
sábado, 31 de agosto de 2013

Foto Subsecretaría de Pesca

Furioso, pero hasta los pescadores industriales, esos de los grandes barcos, celebran que sean los científicos quienes a partir de diciembre de este año se hagan cargo de determinar las cuotas de pesca. 

Hasta ahora los encargados de manejar las cosas eran ellos, más los artesanales y el Gobierno, trío que formaba el Consejo Nacional de Pesca. En conjunto desoían las voces de alerta de los estudiosos, que desde los 90 advertían que de seguir trabajando como lo estaban haciendo, llevarían al colapso de las aguas.

Y la burbuja reventó: hace 15 años se podían pescar 6 millones de toneladas al año en nuestras costas. Hoy, unos 2,5 millones y sólo si se avanza varias millas mar adentro.
Atrás quedaron los tiempos en que Chile era el principal productor de harina de pescado (hoy Perú ostenta ese título), merced a los 4,5 millones de toneladas anuales extraídas de jurel. Fruto de la escasez, ahora todo se destina a consumo humano y sólo el “desperdicio” va a harina. Y claro, entre pesca comercial y las cuotas científicas se pueden extraer entre 250 mil y 280 mil toneladas: 18 veces menos que en el apogeo.

Subsecretario: “Tocamos fondo”

La crisis comenzó en 2010 y, según el subsecretario de Pesca, Pablo Galilea, “hoy tocamos fondo”: Nunca ha habido menos peces, lo que se refleja en el conjunto de la industria extractiva, que a julio de este año había logrado desembarcar 1,1 millones de toneladas, un 36,7% menos que a julio del año pasado.

No se puede responsabilizar sólo a los industriales. En el mar también juegan los factores naturales (cambios en temperaturas de las aguas, aumento de depredadores, entre otros) y además hoy el sector artesanal realiza el 55% de los desembarques.

La sardina común —típicamente aprovechada por este sector— bajó 72,8% al comparar las 608.467 toneladas extraídas a julio del año pasado, con las 165.539 al mismo mes de este año.

ONGs como Océana y Greenpeace —además de Galilea— señalan que hubo factores ambientales que complotaron contra esa especie, pero desde la industria apuntan a que también fueron extraídos numerosos “juveniles” (que no han llegado a la madurez sexual).
En síntesis: El mar ha entregado 66% menos de la popular reineta; un 25% menos de anchoveta; un 30% menos de bacaladillo y desde hace una década que la sardina española está casi extinta, camino al que lo siguió el otrora popular besugo (también conocido como “hilario”), cuya veda lleva tres años ya, sin mostrar recuperación. Si hasta la merluza común pasa apreturas.

Sólo peces cuya captura es menor han mostrado índices positivos: La caballa, la cojinoba moteada y la sardina austral, que poco pesan en términos globales, pues entre las tres se habían extraído algo menos de 50 mil toneladas a julio de este año.

Responsabilidades políticas

Entre los ambientalistas hay coincidencia en que “paradojalmente” fue con un gobierno de “derecha” cuando se produjo un giro conservacionista, pues con la Concertación los pescadores grandes y pequeños tuvieron menos frenos.

“Aunque sea una pesquería compartida, lo que pasó con el jurel es responsabilidad mayoritaria de Chile. Recién en 2011 se redujo la cuota 76%, pero antes vivimos años de irresponsabilidades en el Consejo Nacional de Pesca: Subían las cuotas muy por sobre las recomendaciones científicas realizadas por el Instituto de Fomento Pesquero (el equivalente a la Conaf del mar)”, dice el director ejecutivo de Fundación Océana, Alex Muñoz.

—¿Influyó el nuevo gobierno?

—El sector pesquero ha tenido vínculos con todos los gobiernos. Pero con la Concertación tuvieron un trato muy favorable y eso ha continuado ?  hasta cierto punto con el gobierno de Sebastián Piñera. Sin embargo, se han aprobado bastantes normas que implican cortapisas o estándares ambientales más altos. Tengo una buena impresión de algunas cosas que se introdujeron en la Ley de Pesca.

Y es que en este cuerpo legal —que debe implementarse a partir de este año— se crean 11 comités científicos, ocho de los cuales serán los responsables de fijar las cuotas de pesca. No podrán estar conformados por personas con conflictos de interés (que trabajen para empresas grandes o pequeñas del rubro) y sus integrantes deberán exhibir pergaminos académicos afines a las áreas en las que tomarán decisiones.

Para el coordinador de campaña de Greenpeace, Samuel Leiva, el que “el 70% de la pesquería en Chile esté sobreexplotada se debe a la “confianza” que en los 90 se tenía al sistema de libre mercado: “Se pensaba que habría autorregulación, pues los mismos pescadores eran los más interesados en la permanencia de los recursos y los cuidarían. Fue un fracaso: La anterior ley, que rigió los últimos 12 años, sólo agudizó la problemática”.

—¿Qué pasó con la autoridad?

—Optó por administrar la situación e incluso tomó las cuotas que se suponían que eran para investigación científica y las usó para apagar incendios, por ejemplo, cuando una caleta se quedaba sin cuota y se las daba... En 2006 hubo una cuota de 1,3 millones de toneladas y alcanzaron a pescar 315 mil. Había una burbuja especulativa de cuántos peces había en el agua y eso porque si soy un pescador industrial y tengo una cuota de 400 mil toneladas es como tener un cheque y a final de año ir a cobrarlo... así tengo mejor situación para créditos blandos, para conseguir financiamiento, pero cuando llega el momento de cobrar, no hay fondos.

Fuentes de la industria señalan que tal sobrecuota se dio en medio de negociaciones pesqueras con otros países y que la cantidad se “infló” para que fueran reconocidos “nuestros derechos en el mar no territorial”.

Sonapesca: “Cuotas eran responsabilidad de gobiernos”

En la Sociedad Nacional de Pesca (Sonapesca) destacan su apoyo a la nueva legislación, pues esperan que ayude a recuperar la biomasa perdida. También realizan un llamado a las autoridades para que trabajen más duro en convencer a Perú y a otros países relevantes con intereses en el Océano Pacífico para que suscriban a la Organización Regional de Pesca, y así uniformar las reglas de la actividad.

Pero su presidente, Rodrigo Sarquis Said, añade que los industriales y artesanales jamás tuvieron poder para fijar las cuotas.
—¿De verdad quedaron conformes con el cambio que les quitó poder de fijar cuotas?
—En el Consejo Nacional de Pesca proponía las cuotas el subsecretario. Los consejeros sólo votaban a favor o en contra... Las recomendaciones de las cuotas eran responsabilidad de los gobiernos de turno.
—¿Y cómo estaban haciendo la pega, considerando que había cuotas que ni siquiera se cumplían?
—El sistema en la mayoría de las pesquerías funcionó bien, con discusiones abiertas y transparentes.
Otra mirada es la del subsecretario Galilea sobre el poder de los pescadores: “La sobreexplotación se produjo por décadas en que la administración pesquera estuvo basada en criterios económicos, sociales, políticos y, a veces, político-electorales”, dice.
“Los responsables de las decisiones estaban más susceptibles en años electorales a acceder a las solicitudes de los actores. Es como si este año en que tenemos veda de la merluza común en septiembre, con elecciones en noviembre, les diéramos el gusto a los pescadores para pescar antes del 18 y que así tengan recursos para celebrar Fiestas Patrias. Lo que hace la nueva ley es poner el poder en los comités científicos, los que propondrán un rango al ministro dentro del cual moverse (más menos 10% de la cuota sugerida)”, complementa.

La luz al final del túnel:  Plazo de décadas

Así como el director ejecutivo de Oceana señala que la gran responsabilidad en la crisis del jurel es chilena, destaca que así también “la solución está en nuestras manos”.

Ve que se están fijando cuotas bajas, cree que habría que mejorar la protección a los “juveniles”, pero que justamente la ley prevé un incremento de los recursos para la investigación científica, con lo que se mejorará ese aspecto.

“Me gustaría ver más valor agregado. En la harina de pescado se pierde el 80% del volumen”, recalca el director de Oceana, mientras que el subsecretario del ramo destaca que una restricción legal para hacer este producto no está en agenda.
Además, la propia industria ya tomó ese camino: destinar lo máximo posible a consumo humano o a productos como pastillas de Omega 3 en base a aceite de pescado.

También llevan cámaras a bordo y deben admitir la presencia de inspectores. Así, la flota chilena ha transparentado su accionar mientras navega, destaca Sarquis.

El cambio de timón es real, a tal punto que Greenpeace sacó del foco preferente de atención el tema pesquero en Chile y está embarcado en vigilar lo que sucede en aguas extraterritoriales; en flotas subsidiadas de otras naciones y en proteger la biodiversidad en el suelo marino.

¿Pero podremos recuperar la biomasa que teníamos hace 15 años? Todos los actores consultados lo ven casi imposible, pero coinciden en que en una década la situación debiese mejorar.

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