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Sacerdote Hervia relata su dura historia tras acusación por abusos... justicia ya no seguirá el caso

Tras dos años, el lunes la Corte de Apelaciones refrendó la decisión de "no perseverar" en la investigación por actitudes impropias contra niñas de hogar de menores. Asegura que el arzobispo Ezzati le dijo: "Para qué te vas a defender, declárate culpable". Sin recursos ni apoyo, incluso ha trabajado un carro para vender sopaipillas.

por:  Patricio Meza, La Segunda
viernes, 14 de junio de 2013
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El lunes pasado, la tercera sala de la Corte de Apelaciones de Santiago confirmó una decisión del Séptimo Juzgado de Garantía que acogió la decisión de la fiscalía de "no perseverar" en la investigación por presuntos abusos sexuales abierta en abril del 2011 contra el sacerdote diocesano Manuel Hervia y la religiosa Pablina Celedón.

Ambos fueron acusados, en calidad de autor y encubridora respectivamente, de abusos a nueve niñas de entre cinco y nueve años de edad, del hogar San Francisco de Regis (ubicado en calle Romero de Santiago), dependiente de la congregación Purísimo Corazón de María.

La resolución implica que no continuará una indagatoria que causó impacto y por la cual ambos religiosos están actualmente suspendidos de sus ministerios.

Hervia había sido durante una década capellán de la Posta Central y de los colegios Compañía de María de Seminario y Apoquindo, además de abogado del tribunal eclesiástico. Como doctor en derecho canónico, había conocido casos de abusos, hasta que pasó a la otra vereda, y se convirtió en acusado.

Hoy, tras la resolución de la Corte, por primera vez rompe su silencio para hacer sus descargos, criticar el rol de la jerarquía de la Iglesia en el manejo de las denuncias de abusos, e incluso anunciar acciones legales.

"Yo perdí todo"

"El problema es que el proceso es demasiado largo. Fueron más de dos años, entonces te aniquila como persona", afirma. Y agrega: "Perdí todo. Hoy andaba viendo que no tengo cotizaciones previsionales, porque me suspendieron de todo. De todo me echaron".

De hecho, relata, hoy vive con sus hermanas menores en Providencia, recibe donaciones particulares y trabaja cuidando de noche los camiones de una empresa, monitoreados por GPS. Además, un matrimonio amigo le regaló un carro para vender sopaipillas, el que admite ha operado sin permiso porque aún no se lo otorgan.

Hervia insiste en apuntar a las ex funcionarias del hogar Edith Vega e Iris Quiroz como las responsables de levantar lo que, asegura, eran acusaciones falsas, en venganza tras ser despedidas acusadas de maltratar a las niñas.

"El Sename dijo que ellas debían salir. Es que en cada hogar hay un buzón donde se reciben denuncias de las niñas, y además todos los meses una funcionaria del Sename va y revisa el funcionamiento del establecimiento, incluso conversando con niñitas al azar. Por eso, esto es increíble. En ese buzón, donde aparecieron los reclamos contra esas personas, no llegó nada de abusos sexuales. Pero de la noche a la mañana cambió todo el panorama".

No es todo, el religioso también afirma que la entonces psicóloga y actual directora del hogar, Verónica Gross, "fue la que manipuló a las niñitas y manejó todo esto". También acusa de haber participado a la hoy asistente social del establecimiento Carmen González.

Y agrega: "Al hogar llegaba mucha ayuda, por eso creo que por ahí también hubo tentación. Personalmente fui testigo de cómo algunas de las funcionarias se llevaban cosas (...) La cosa era sacar a la monja (la hermana Pablina, que ejercía de directora del Hogar) a como diera lugar, pero nunca pensé que nos iban a sacar acusándonos de abusos de menores", señala.

Por eso, Hervia anuncia que con su abogado, Christian Bouchette, evalúa acciones legales, contra las ex empleadas, la actual dirección del hogar e incluso contra las autoridades del Sename -como la directora metropolitana, Paula De la Cerda-, quienes, afirma, "lo que más querían era verme crucificado".

Las acusaciones en su contra

Sobre el Sename, afirma que hubo choques por temas como dar anticonceptivos a las menores. "A los 13 años querían meterles pastillas. Y la monja dijo: 'No, aquí no estamos preparando prostitutas'".

Afirma que "ahí empezaron los conflictos con la directora nueva que llegó del Sename (metropolitano), Paula de la Cerda. Esa señora también mintió, porque nos conoció, y después cargó contra nosotros todo el aparataje jurídico del Sename".

Hervia dice que como capellán de hospital no tenía residencia en una parroquia. Vivía en dependencias de la congregación, "a unos 300 metros del Hogar. Y no estaba solo, sino con un asistente social de World Vision, un hombre. Luego pasé a otro lugar, con tres monjas. Siempre estuvimos acompañados".

Asimismo, asegura que no estaba a cargo de las niñas, y que en contadas ocasiones colaboraba, por ejemplo, llevándolas al médico, "pero siempre con una funcionaria".

Recuerda que de sus nueve presuntas víctimas, ocho habían ingresado al hogar por abusos sexuales. Por eso, dice, eran "caldo de cultivo" para acusarlo. "Manejaban un lenguaje muy vulgar, más que sexual, genital", señala.

El religioso cuestiona además la forma en que se les trató durante la investigación. "Las niñas fueron llevadas hasta cinco peritajes para que dijeran algo (...) "Me da pena cómo las utilizaron. Nosotros hemos sufrido, pero también esas cabras chicas han sufrido".

"Me trataron muy mal"

Hoy la hermana Pablina, de 72 años, vive en Limache. Se ven una vez al mes, cuando la religiosa viaja a Santiago al doctor.

Hervia señala que "fue echada con lo puesto del hogar, tratada como delincuente. El arzobispado la suspendió de todo, no recibió ninguna ayuda económica. Incluso tuvo que iniciar un juicio laboral para tener alguna ayuda".

Con el fallo de esta semana en la Corte de Apelaciones se levantaron las medidas cautelares contra ambos -prohibición de salir del país y de acercarse al hogar-, pero siguen suspendidos de su labor en la Iglesia, mientras continúa el proceso canónico (ver recuadro).

El, señala, quedó sólo con una ayuda de $ 150 mil. "Y sólo en su primera etapa, la defensa jurídica nos salió $ 11 millones. Un día te hacían 50 llamados telefónicos, y al otro día no tienes nada que hacer. Ese viernes 1 de abril del 2011 (cuando se abrió la investigación en su contra) quedé en la calle. Se me allanó mi habitación y me sacaron todas mis cosas", recuerda.

Ese mismo día, a través del vicecanciller del arzobispado de la época, Oscar Muñoz, pidió ser admitido en la Casa del Clero. "Se llamó a Rafael Hernández, que era el encargado, y dijo: Que busque donde vivir. Sin mayor explicación me echó. Me trataron muy mal".

-Es humillante y esa humillación te la hacen sentir tus propios pares. El hecho de que no te llamaran, que curas con los que trabajé me dieran vuelta la espalda, ni siquiera para darte diez lucas. Yo toqué muchas puertas porque a veces estaba jodido económicamente... Mandé currículum, (pero) como estábamos imputados, en ninguna parte me recibían. O sea, te acusan y te anulan como persona, prácticamente tienes que salir a mendigar. Pasas a ser casi un leproso, un intocable, como en la cultura india un paria. Nadie se te acerca, los amigos disminuyen".

Pidió oraciones a sacerdotes... sólo tres respondieron

Por ejemplo, agrega, "hace poco mandé una carta pidiendo oraciones a 80 curas de la diócesis de Santiago. Solamente me respondieron tres".

Para Hervia, es la demostración del abandono que sufren los sacerdotes acusados.

-Las autoridades eclesiásticas no supieron cómo manejar el tema. Entonces, apenas aparecía un acusado, a los leones al tiro. Pasamos de un extremo a otro: de una época en que tapamos mucho, ahora queríamos vernos muy limpios, muy transparentes. Entonces, si a este cura se lo acusó, se lo deja solo. Que él se defienda, que él se las arregle.

Antes, insiste, "hubo mucha protección de gente que estaba abusando. No sé si llamarlo lobby , pero se tenía la costumbre de que el que abusaba era amonestado, sacado del lugar y cambiado, nunca expulsado ni enjuiciado". Ahora, dice, se pasó al otro extremo. Y cree que "de muchos de los sacerdotes que están hoy acusados, no todos están involucrados. Con mi propia experiencia me di cuenta de lo fácil que es cargarte y decirte que abusaste".

Estima que ante las acusaciones "los obispos tuvieron miedo, porque es una cuestión que se les escapó de las manos. (Pero) si no hay claridad en los hechos, no tienen por qué suspendernos totalmente. Está bien alejarnos de algunas cosas. Sáquenme del hogar, pero no me quiten la pega de abogado canónico. Dónde queda la famosa presunción de inocencia".

La reunión con Ezzati

Asegura que en septiembre de 2011 conversó con el arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati.

-Fue la única vez que me recibió. Me indicó que, dada la situación mía, era mejor que me declarara culpable. Me dijo: 'Para qué te vas a hacer problema en Roma, para qué te vas a tener que defender de tanta cosa. Mejor declárate culpable y yo en tres meses te saco del sacerdocio'. Por supuesto me puse a llorar. Mi propio pastor me decía que yo me declarara culpable. Le respondí: 'Por qué me está diciendo esto, si yo no he abusado nunca de las niñas'. Yo creo que a él le informaron mal o le llenaron la cabeza de cosas, de que nosotros verdaderamente éramos culpables".

Luego de eso, afirma que "no volví a tener contacto con él. Me sentí muy herido, que mi propio pastor no me acompañara".

Hervia tiene un perfil conflictivo. Dejó la arquidiócesis de Concepción tras problemas con el obispo de entonces. Algo similar vivió en La Serena, donde defendió a uno de los acusados por el crimen de la religiosa peruana Lita Castillo. Pero el caso más bullado fueron sus acusaciones contra el obispo Francisco Javier Cox, a quien afirma que descubrió in fraganti en abusos

Casi una década después, Hervia indica que "la gente que me conoce, que me quiere, me dice: 'Aquí te pasaron la cuenta, por haber denunciado a alguien que tenía mucha autoridad en la Iglesia chilena'. Yo no creo que lleguemos a eso, no soy tan mal pensado como para creer que me han hecho todo este daño, me dejaron solo, me humillaron... prefiero no pensar en esa opción".

Afirma que le duelen los casos de religiosos acusados que llegaron al suicidio, y, en lo personal, llegó a plantearse dejar el sacerdocio. Pero ahora, dice, "quiero retomar mis funciones. Yo no le hacía mal a nadie; al contrario, era uno de los curas que más enfermos atendía. Prefiero no volver a tocar el tema de los colegios, pero sí creo que la labor con los enfermos es muy necesaria".

 Fiscal: "Antecedentes entregados por las denunciantes no fueron ratificados por las menores"

El fiscal del caso, Marco Mercado, afirma que la decisión de "no perseverar" se arrastraba hace meses, porque "no había antecedentes suficientes para fundamentar una acusación".

Aunque se acogieron nuevos peritajes pedidos por los querellantes; "lamentablemente, los antecedentes aportados por los denunciantes no fueron ratificados en las versiones que pudieron obtenerse de las menores".

A ello agrega otros "puntos débiles", como que las ex funcionarias que acusaron al sacerdote "nunca entregaron más datos. Decían muchas cosas, que había una relación entre el cura y la monja, pero no lo reafirmaron en haber sido testigos directos o de oídas de algo".

No obstante, aclara que con la salida de "no perseverar" el caso no se cierra. "Si surge algún antecedente que lo amerite, puede reabrirse. Porque no es el equivalente a un sobreseimiento que fija falta de responsabilidad o inocencia".

En la audiencia ante el 7° Juzgado, Mercado planteó además un posible "intervencionismo", tras recibir por error un mail que revelaba contactos entre querellantes y peritos del Centro de Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales (Cavas) de la PDI.

La abogada del Centro de Atención Jurídica Especializada (Cajes), Carolina Marín, contraataca, afirmando que son "coordinaciones propias de los proyectos de la red Sename (como ellos), con el Cavas que también es mitad PDI y mitad Sename". Y agrega que el 24 de abril presentaron un reclamo administrativo en la Fiscalía Nacional por considerar que en la última pericia del Cavas "había bastantes antecedentes para llevar el caso a juicio".

El director nacional del Sename, Rolando Melo, expresa que "lo señalado por la corte es que no cuenta con pruebas suficientes, pero no es una declaración de inocencia. El no perseverar no es un buen término, porque no hay inocencia ni culpabilidad declarada. Y para nosotros es muy importante que este tipo de delitos sean sancionados, aunque desgraciadamente no es fácil acreditarlos".

Sobre el hogar escenario de los hechos dice que opera "normalmente", y que las menores "han recibido la terapia reparatoria ordenada por tribunales".

Proceso canónico sigue abierto

Paralelo a la investigación de la justicia penal, se abrió un proceso canónico en el Vaticano, que sigue su curso. Ya se remitieron los primeros antecedentes y Hervia deberá enviar su defensa.

El sacerdote dice que en el arzobispado le dijeron que "no tienen recursos para investigar -un peritaje externo cuesta desde $ 800 mil-, por lo que lo enviado a Roma es 'copy-paste' del Ministerio Público". Por ello, espera salir absuelto, aunque tenga que esperar al menos otro año suspendido del ministerio.

Al contrario, la abogada querellante Carolina Marín confía en lograr una sentencia por esa vía. La semana pasada, dice, el arzobispado les pidió antecedentes sobre el caso.

"Si no da para condenar desde la ley civil, creo que a lo menos hay conductas inadecuadas desde el derecho canónico", asegura.

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