"Ha sido una completa sorpresa", reconoce al teléfono desde Roma el embajador de Chile ante la Santa Sede, Fernando Zegers Santa Cruz . De hecho, al momento de conversar con La Segunda viene llegando desde el Vaticano, donde la renuncia de Joseph Ratzinger al trono de San Pedro se produjo justo en un feriado local (el aniversario de los Pactos de Letrán, explica).

"He hablado con los que he podido de entre algunas personalidades vinculadas al Vaticano", cuenta, aunque "más tarde hablaré con el cardenal Angelo Sodano, que fue diez años nuncio en Chile y hoy es el decano del cuerpo de cardenales". Explica que Sodano "va a tener que hacer la convocatoria del cónclave" para elegir al sucesor del Papa Benedicto XVI, y que éste "estuvo con el Papa el sábado".

-¿Cuándo fue la última vez que vio al Papa?

-Hace dos días, en una ceremonia solemne en el Vaticano. El dio una homilía de unos 20 minutos, con ocasión de los 900 años de la Orden de Malta. Estaba buena parte de los cardenales y de la Curia Romana, y muchas autoridades presentes. Hace siete días le ofreció un concierto en el Vaticano al presidente de Italia, y al presidente del gobierno italiano; ahí dio un discurso muy bueno. Se le veía perfectamente idóneo y sin problemas, y en ambas ocasiones se le veía tranquilo... por eso es una sorpresa muy grande.

-¿Cómo interpreta políticamente su renuncia?

-Esto se debe precisamente a lo que dice el Papa: que no tiene la fuerza física para desempeñar el pontificado en los tiempos modernos. El, para sus 85 años está bien, intelectualmente en perfectas condiciones, pero ha llegado a la conclusión de que no puede desempeñar su misión en lo físico. El ha viajado a diversos lugares del mundo, ha mantenido una presencia y se ha convertido en una referencia universal, pero no se siente con las fuerzas para hacerlo.

-Este Papa enfrentó varios conflictos internos fuertes para la Iglesia, como la proliferación de casos de pedofilia, entre otros. ¿Es posible que existan presiones internas tras su renuncia?

-Eso no lo creo. El Vaticano es muy jerárquico, no creo que haya presiones internas. Los grandes problemas que tuvo que enfrentar, como el de la pedofilia, el de los abusos, los enfrentó con gran reciedumbre y de frente, sin eludir nada, y tomó todas las medidas que le parecían apropiadas. Lo que le cabe al Papa en esto, está resuelto.

-¿Qué vislumbra en el contrapunto entre Juan Pablo II, que siguió a duras penas hasta el final, versus este Papa, que decide renunciar?

-En el caso del Papa Juan Pablo II, su decadencia física, su enfermedad, fue relativamente corta, fue un período corto de tiempo. El Papa Juan Pablo II siguió la tradición secular de que, mientras tenga vida, el Papa sigue. Y este Papa evocó la posibilidad de una renuncia en una entrevista el 2010. Esto significa que cada uno tomó ante Dios su decisión no más, y que esta posibilidad de renunciar, no ejercida por siglos, lo ha hecho de manera excepcional este Papa, por razones fuertes y válidas.

Eso tiene que haber sido fuerte, porque estaba en vísperas de algo que le importaba mucho a América Latina: Venía el encuentro mundial de la juventud en Río de Janeiro, en julio; él iba a ir para allá, y a raíz de este viaje estaba convidado a Chile, visita que era improbable, pero que no estaba descartada.

-¿Se alcanzó a hacer alguna gestión concreta o hubo algún avance con miras a esa visita?

-El Presidente de la República lo convidó reiteradamente, la Conferencia Episcopal también lo convidó, y hace dos meses se había reafirmado esa invitación. Pero era improbable por la misma razón de su renuncia, por las limitaciones de su edad y de su fuerza física.

-¿Influirá el Papa en el nombramiento de su sucesor?

-A veces sí, a veces no. La influencia del Papa es relativa y los cardenales son muchos. No creo que necesariamente se produzca eso.