Sectores como El Aguilucho o Pedro Lautaro Ferrer han llevado a la alcaldesa a advertir que el 20% de sus vecinos vive bajo la línea de la pobreza.Ya hay planes para revertir esta situación. «La Segunda» fue en busca de estas dramáticas historias de vida.
En el pasaje Alberto casi esquina Chile España está la casa de Teresa Soto. Arrienda piezas a otras siete personas para mantener a la familia.
"No porque uno viva en Providencia tiene que ser de plata".
De esta forma, Adela, de 66 años , resume la realidad de cientos de personas que -a pesar de residir en la tercera comuna más rica de Chile-, apenas sobreviven con lo que ganan. Es la que llamen "pobreza disfrazada", escondida tras fachadas de viejas casonas, esa que la mayoría no ve... pero que está presente.
Es más, este fenómeno se ha convertido en uno de los temas centrales en la instalación de las nuevas autoridades comunales. Tanto, que la alcaldesa Josefa Errázuriz se ha referido a ella en más de una ocasión, revelando una cifra sorprendente: Providencia tiene un 20% ento de personas viviendo bajo la línea de pobreza.
Adela no se llama así, es un nombre ficticio. No quiso que el verdadero, que incluye apellidos vinosos, fuera publicado. Dice que es por vergüenza, no quiere que sus vecinos ni cercanos se enteren de su situación. Vive sola y está separada hace 40 años. Y aunque sus dos hijas y cuatro nietos la visitan, no lo hacen con la frecuencia que ella quisiera.
Tampoco quiere que su casa sea fotografiada, ni siquiera de lejos. Sólo acepta -desconfiada- ser retratada por la espalda.
Y es que con los $150 mil que recibe de pensión no le alcanza.
"Me ha pasado más de una vez que no he tenido plata ni para el supermercado ni para la verdulería (...) subsistir me cuesta", dice sentada en el oscuro living de su casa. Por esa razón, añade, hace algunos años pidió ayuda a la municipalidad que hoy la auxilia con mercadería, cada tres meses.
También ha recibo apoyo para tratar su asma severa -por la que ha caído en el hospital- y los recurrentes problemas dentales que la han afectado en el último tiempo.
Pero su principal fuente de gastos es su espaciosa casa ubicada en Av. Suecia, a pasos de Pedro Lautaro Ferrer, que heredó de sus padres. Construida en los años '30, los techos y pisos de madera han requerido más de una arreglo en los últimos años. "El año pasado se me llovió la casa entera, también me explotaron las cañerías y tuve que pedir un préstamo, que aún no pago, para poder hacer los arreglos".
A esta altura, confiesa, su "única salvación" es poder vender el inmueble.
Una inmobiliaria, que quiere construir en la zona, le ofreció 19 UTM por metro cuadrado. El negocio, sin embargo, está stand by porque por la casa hay una hipoteca, de la cual ella no se había enterado. Según Adela, data desde antes que sus padres llegaran al inmueble, en 1978.
"Además, tampoco puedo vender porque tengo que pedirle a una autorización a mi ex marido, ya que no estamos legalmente divorciados. El vive en Venezuela y no tengo contacto con él... y no sé cómo hacerlo".
No obstante, Adela no pierde la esperanza. "Con la plata que logre me iré a Rengo o a San Vicente. Es lo que me recomendó el médico por mi enfermedad respiratoria. La vida allá es más barata y me voy a poder construir algo chiquitito que pueda mantener. En una de esas también podré ver más a mis nietos... si viviendo cerca vienen poco, a lo mejor viviendo un poco más lejos nos vemos más".
Teresa arrienda piezas
Las complicaciones económicas obligaron a Teresa Soto (68, casada, ocho hijos) , a tomar una decisión radical: Arrendar piezas de la casa de adobe estucado que heredó de su abuelo y padre.
Así, además de su esposo y una hija, Teresa debe compartir el hogar ubicado en Pasaje Alberto esquina Chile España con siete desconocidos.
¿La razón? Las fallas renales que obligan a su marido a dializarse hace 8 años. "Mi pensión no nos alcanza ni tampoco la de mi marido. En los remedios, en los pañales y en la locomoción que utilizamos cuando vamos al hospital nos gastamos todo. Por eso tuve que arrendar acá", cuenta.
Ella recibe $80 mil por una pensión de gracia. Su esposo recibe una cifra parecida. "Con esa plata ahora no se compra mercadería, sólo compramos lo que se puede día a día", dice.
Tampoco, cuenta, se puede más. Ella no puede trabajar ya que hace más de 10 años le fue diagnosticada una artrosis que afecta sus rodillas. "Hay mucha gente pobre por acá", explica.
Teresa vive en lo que se conoce como "El Aguilucho" -por detrás del Campus Oriente de la UC a pasos de Los Leones-, sector del sur oriente de Providencia en el límite con Ñuñoa.
"Este es el lugar que tiene más pobres en Providencia, es como una verdad que está muy oculta ya que la comuna tiene status . Pero acá hay gente que vive con 80 mil pesos", cuenta Oscar Bascuñán (72, viudo, una hija) .
Oscar tiene su casa en ese lugar, en el pasaje Caupolicán y es uno de los "privilegiados" de la zona. Tiene una pensión de $250 mil gracias a los 40 años que trabajó en el Ministerio de Vivienda.
Sin embargo deja claro "que si no trabajara no podría vivir. Mire, no tengo mayores lujos, vivo en una casa prefabricada que está forrada y nada más". Y entre risas, acota que "sólo llegué aquí, hace ya muchos años, porque esto era Ñuñoa, si hubiera sido Providencia y con el alcalde que había antes no podría haberme instalado acá con una casa prefabricada, eso se lo aseguro".
Por su trabajo como secretario de la Unión Comunal de Providencia y en la Parroquia de El Aguilucho, Bascuñán conoce la situación del sector. "Hay mucha pobreza encubierta. Por acá hay gente que va muy seguido a pedir comida a la parroquia. También hay gente que por tener una propiedad no puede postular para obtener beneficios del Gobierno".
Compartiendo baño y cocina
Mabel Vásquez (53, viuda, una hija) arrienda una pieza en una gran casona de un piso -estilo colonial- en Arzobispo Fuenzalida con Pedro Lautaro Ferrer. Llegó allí porque no podía seguir pagando locomoción dos veces al día desde su departamento en Ñuñoa a su trabajo.
Mabel es maestra cocinera del restaurante «El Caminito» de Chile España, y tiene que cumplir con dos turnos diarios, uno en el almuerzo y otro para la cena.
Por la pieza paga $100 mil mensual, "caro" dice, ya que ni siquiera tiene baño privado. "No tengo privacidad ya que hay que compartir baño y cocina... lo que igual es penca. Pero qué se le va a hacer", cuenta resignada. En la casona hay por lo menos otras 8 personas, o eso cree Mabel... "yo saludo a todo el mundo, digo hola y nada más".
De hecho, por estas horas, y ya cansada de la situación ha estado averiguando por otros lugares, sin embargo el precio de los arriendos la desanima. "Encontré por acá cerca una pieza con baño, pero estaba a $150 mil. Yo sé que vivir acá los precios son más altos, pero igual se ponen careros", dice.
"No porque se viva en Providencia uno tienen que tener plata. Yo y toda la gente que vive conmigo andamos al tres y al cuatro", añade.
Los $400 mil que gana cocinando se van rápidamente. Ayuda con las cuentas de luz, gas y agua del departamento en que vive su hija y sus dos nietos a un costado del Estadio Nacional. "También saco plata para tener un subsidio y tener mi propia casita, es agotador tener que vivir así".
Municipalidad: Vulnerabilidad oculta
Para la municipalidad estos casos no son aislados. Juan Gabriel Alemparte, director de Desarrollo Comunitario de Providencia , expresa que "este es un tema que nosotros detectamos a lo largo de la campaña (de Josefa Errázuriz) y que es muy complejo. Este es un tipo de vulnerabilidad que es bastante oculta, que tiene rasgos de pudor, lo que hace que no se enfrente, además es una vulnerabilidad que no aparece en las cifras oficiales".
De ahí, explica, que la alcaldesa Errázuriz hable de que en la comuna el 20% de los vecinos esté bajo la línea de la pobreza. Según Alemparte, del 13% de los habitantes de la comuna que solicitó la aplicación de la Ficha de Protección Social, el 5% está dentro de los dos quintiles más pobres.
A partir de estos datos, el municipio ha podido establecer a quienes afecta, mayoritariamente, la pobreza en Providencia. "El típico caso es el del adulto mayor que gana solo una pensión y que tiene que pagar gastos comunes o contribuciones, y si lo hace se queda sin comer", señala Alemparte.
Principalmente, esas personas viven en lugares como sector de El Aguilucho, la calle Pedro Lautaro Ferrer, la zona sur de Avenida Italia y en la torres de Carlos Antúnez y de Antonio Varas. También se ha identificado a una parte del barrio Bellavista, debido a la presencia de inmigrantes.
Ante este panorama, Providencia ya comenzó a tomar algunas medidas. Por lo pronto se está catastrando los sectores más vulnerables de acuerdo a la información entregada por la Ficha de Protección Social, ya que "hoy esa información no existe, solo hay una 'sensación' de que hay más zonas deprimidas que otras", apunta Alemparte.
"Ya estamos aplicando la política de devolver los derechos de aseo fundamentalmente en aquellos casos de adultos mayores, debidamente calificados por nuestras asistentes sociales. Otra de las medidas es que nuestros centros integrales de desarrollo social, particularmente el ubicado en Av. Italia, entreguen talleres productivos para que podamos enfrentar el tema desde el punto de vista del emprendimiento", declara Alemparte.
Asimismo, la autoridad comunal anuncia que desde ahora el municipio comenzará a conectarse, "cosa que no se hacía antes", con las instituciones de protección social del Gobierno central. "Aquí había una mirada que era hacia adentro de la municipalidad, sin pedir platas hacia afuera y hay una serie de programas que están a disposición", apunta.