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El sigiloso estilo de Emiliano Arias, el "campechano" fiscal que destapó el Caso PDI

Se preocupa por tener buena relación con ambas policías y los jueces de garantía "porque sabe que, sin ellos, sus investigaciones no llegan a ninguna parte". Partió como ayudante de fiscal y hoy se especializa en crimen organizado, tráfico de drogas y anticorrupción.

por:  Fernando Duarte y Jéssica Henríquez/La Segunda
viernes, 19 de octubre de 2012

Fue la petición del registro de las llamadas telefónicas que los detectives nunca le entregaron -pese a solicitarla más de una vez- la hebra que hace 7 meses tomó el fiscal jefe de Pudahuel, Emiliano Arias, y que lo llevó a "destapar" la mayor red de corrupción de funcionarios de la PDI de los últimos años, caso que hoy tiene detenidos a 10 de sus miembros, provocando además el llamado a retiro de dos altos jefes de la institución.

"Es un hombre persistente y muy sigiloso", confiesan en el círculo de este abogado de 40 años que se inició como asistente de fiscal en Diego de Almagro (ex Pueblo Hundido) al norte de Copiapó. Allí, en medio del desierto, estuvo un año.

Tanto así, que cuando en marzo pasado asistió a la formalización de un detective apuñalado en medio de un operativo policial por drogas, algo no le calzó... y a la semana un narcotraficante (testigo del hecho) le confesó que "trabajaba" para los detectives, quienes les "pagaban" con drogas y especies.

"A partir de ahí, no soltó más el caso (...) Se encerraba en su oficina por horas a estudiar documentos y, reservadamente, avanzar con las pruebas", agregan. Una de sus mayores preocupaciones era mantener en reserva el caso, por lo que optó por formar un equipo de trabajo muy pequeño... aunque eso significara avanzar más lentamente.

Bajó 5 kilos y estas últimas semanas sus horas de sueño se redujeron drásticamente. La noche del miércoles -por ejemplo- se quedó hasta pasadas las 3 de la madrugada preparando los argumentos de la formalización de los 10 detectives, proceso que duró más de 6 horas. Y anoche, pasadas la medianoche aún permanecía en su caótica oficina en medio de cientos de papeles. "Su secretaria es indispensable... ella entiende su desorden", cuentan cercanos.

Se apasiona con la fotografía y Ñublense

Arias -quien estudió Derecho en la Universidad Católica de la Santísima Concepción- es descrito como "sencillo, transparente y muy campechano".

Sus orígenes se remontan al sur, cerca de Chillán, donde cultivó el contacto con la naturaleza y la tierra. "Es amante de los animales, desde lo perros hasta las vacas... le gusta salir al campo y caminar. Además es un gran contador de historias y con muy buen sentido del humor", dicen quienes lo conocen en su faceta más íntima.

-Siempre en la universidad había una talla de campo, recuerda uno de sus compañeros de carrera.

Por eso, cada cierto tiempo, vuelve a la zona con la esperanza de regresar a vivir allá.

Entre sus pasiones está fotografiar la naturaleza (sobre todo aves), las motos enduro para salir a recorrer cerros y escuchar música: desde jazz hasta rock, especialmente "Rage Against The Machine", "Red Hot Chili Peppers" y "Sex Pistols".

Es futbolero, de esos que van al estadio. Y como buen chillanejo, la apuesta es apoyar a Ñublense... Su última visita al estadio fue -junto a sus amigos- el martes, cuando la selección chilena perdió frente a Argentina.

Quienes trabajan con él dicen que no es amigo de las entrevistas ni de las cámaras, y que se caracteriza por su perfil de trabajo "en terreno".

Partió como fiscal en Arica (allí estuvo 2 años), siguió en Concepción y cuando se inició la reforma en Santiago (el 2005) el entonces fiscal regional metropolitano Occidente y actual fiscal nacional, Sabas Chahuán, lo puso a la cabeza de la Fiscalía de Pudahuel.

Allí debió enfrentar la muerte del cabo Cristián Vera -carabinero asesinado de un balazo en la cabeza en medio de las protestas de un 11 de septiembre-, por lo que fue nombrado fiscal especial para investigar las bandas que operaban en las poblaciones del sector sur de la capital.

La mañana siguiente al crimen, Arias recorrió la zona donde ocurrieron los disturbios y quedó impactado cuando la gente le pedía que por favor hiciera algo, "porque cada vez que hay protestas tenemos que escondernos con nuestros niños debajo de la cama para que no nos lleguen balazos".

Está con vigilancia policial por amenazas de muerte

Cuentan que "es un hombre de trato directo y horizontal, muy ejecutivo" que con el tiempo se ha especializado en el crimen organizado, tráfico de drogas y anticorrupción.

A fines del 2010 -junto a otros 3 fiscales de Santiago- fue amenazado de muerte, por lo que hasta hoy tiene vigilancia policial.

El mismo día que logró la condena en un juicio oral contra unos lautaristas que habían actuado un 29 de marzo (día del Joven Combatiente), apareció una fotografía suya en internet con una mira en la cabeza y bajando a un ataúd.

Una de sus características, dicen desde su equipo de trabajo, es que " se ha preocupado de cultivar una buena relación de trabajo con ambas policías y jueces de Garantía, porque entiende que sin pruebas contundentes ni las autorizaciones que ellos le dan sus investigaciones no llegan a ninguna parte ".

Uno de los casos más complejos que le ha tocado ver -pero que más lo entretuvo- fue cuando los carteles mexicanos llegaron hasta Chile con el fin de enviar efedrina a su país para producir metanfetaminas (droga sintética).

Tras investigaciones conjuntas sobre el crimen organizado con la DEA y autoridades mexicanas, se logró la incautación de casi mil kilos de efedrina.

También enfrentó el tráfico de inmigrantes pakistaníes (quienes llegaron ilegales pensando que venían a Canadá) y fue el enlace con la policía colombiana en la investigación sobre los nexos que habría entre las FARC y los grupos mapuches.

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