Primera Dama es uno de los rostros de iniciativa que buscar llevar educación prebásica a todos los rincones del país.
Sus testimonios, junto al de otros famosos, grabados en simpáticos videos, pueden verse en la página web de la Fundación Integra ( www.integra.cl ) como parte de la campaña «Jardín sobre ruedas»: si logran 20 mil visitas al sitio -ya llevan 11 mil- el banco Santander donará a la institución una nueva camioneta equipada, para llegar con educación prebásica a más rincones del país.
Este miércoles y en su calidad de presidenta de la fundación, la Primera Dama, Cecilia Morel , aseguró que la iniciativa es de vital importancia para romper con las desigualdades. La idea, dijo, es "aumentar la cobertura preescolar, que todavía está bajo el 70%. Se ha comprobado que este es el primer peldaño hacia la igualdad de oportunidades. Un niño que no va al jardín no tiene una cosa que se llama apresto, o disposición, para el aprendizaje".
-¿Por qué algunas madres optan por no llevar a sus hijos al jardín y saltarse esa etapa?
-Hay miles de razones, pero básicamente se trata de un desconocimiento de para qué sirve el jardín. Muchas mamás no llevan a sus hijos porque piensan que el jardín es sólo para dejar a los niños en un lugar seguro, como una guardería.
-¿Y para qué sirve el "Jardín sobre ruedas"?
-Tenemos muchas localidades apartadas, en 69 comunas... y en ellas queremos llegar a mil niños. Entonces ahí llega una camioneta con montones de implementos, y arman un verdadero jardín infantil. Se les deja una mochila con material educativo para que las mamás sigan enseñándoles, y se les da colación.
-¿Cómo fue el primer día de jardín infantil de sus hijos?, ¿lo recuerda?
-De mis hijos sí, porque yo no fui al jardín... no existían en mi época (se ríe). La Mane, la mayor, iba a uno que se llamaba Saint John. Cecilia y Sebastián fueron a uno que se llamaba El Conejito, al que más tarde también fue Cristóbal. Yo gozaba cuando los iba a buscar, era demasiado entretenido ver cómo jugaban.
-¿No hacían pataletas?
-No. Todos se portaban bien. Uno de mis hijos hombres, según me contaban las profes, quería jugar cuando era hora de entrar a la sala... y estudiar en la hora de recreo. No diré cuál era porque se puede enojar.