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Karina y Ena Von Baer: Las empoderadas hijas de la Araucanía, con sangre alemana

"Somos una familia muy cabezona", cuenta Karina, la directora de la SNA. "Yo soy de discusión frontal, pero no de ataques personales. La política es muy dura porque tiene códigos muy masculinos", dice Ena, la senadora.  

por:  Lilian Olivares La Segunda
sábado, 11 de agosto de 2012
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Una soñaba con ser actriz... o escritora. La otra quería formar una empresa.

Tienen dos años de diferencia y fueron las hermanas del medio, entre cuatro mujeres criadas en el sur. Las Von Baer Jahn.

Ena y Karina cumplen un rol público. La primera, senadora y ex ministra secretaria general de Gobierno, mucho más que la segunda: directora de la Sociedad Nacional de Agricultura.

Karina desarrolló su carrera en el medio en que creció: el campo. Ena saltó a un terreno que es ajeno en su familia: la política. Y porque no tenía raíces en ella, en sus tres años y medio en esa cancha ha provocado sobresaltos en el seno de los Von Baer Jahn.

Pero ellas saben que la vida va más de los sobresaltos y que, como decía el abuelo paterno, "todo lo que tienes está en tu cabeza y en tu corazón, no hay mucho más que eso". Esta familia tiene un poco más. Los sureños conocen bien la marca "Semillas von Baer".

Lecciones de la niñez

Razones tenía el abuelo paterno para pensar así. Y es que en la II Guerra Mundial estuvo prisionero en su condición de militar del Tercer Reich, mientras su mujer y su hijo Erik (este último es el padre de las hermanas von Baer) se refugiaron en una granja a 45 kilómetros al sur de Berlín. Terminaba la guerra y avanzaban las tropas soviéticas. Temiendo represalias, huyeron hacia el oeste, que estaba controlado por las tropas estadounidenses. Allí se encontraron madre e hijo con el marido-padre, un biólogo doctorado en el Instituto Max Planck decidido a emigrar en busca de una vida diferente, sin uniforme militar y lejos del escenario de guerra.

Envió currículums a diferentes partes del mundo y le respondieron de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) ofreciéndole desempeñarse como director para un campo experimental en Huelquén, comuna de Paine.

-Llegaron a Chile con una maleta. Era todo lo que tenían -, cuenta Karina, quien comenta que la experiencia de sus abuelos las determinó en muchos aspectos; entre ellos "que somos muy poco fijados en las cosas materiales".

-¿Por qué?

-Llevamos tres generaciones donde siempre todo lo material se ha perdido: Lo material es algo para un fin, pero no un fin en sí. Tenemos mucha conciencia de que en cualquier momento todo se puede acabar

Los primeros Von Baer avanzaron más al sur, hasta la Araucanía. Erik estudió Agronomía y se casó con una asistente social también alemana, Helga Jahn. Tuvieron cuatro hijas que crecieron en el campo, entre Gorbea, El Cajón y Temuco.

En el Colegio Alemán de la ciudad, mientras cursaba tercero básico, Ena sufrió su primer traspié. Por "inmadurez", según dijo la directora, no la dejaron pasar de curso.

Ella explica que hay una historia detrás:

-Las cuatro hermanas nos criamos con dos primos. Mi mamá nos leía todas las noches un cuento. Cada noche le tocaba a uno elegirlo. A mí se me hacía difícil esperar seis días para escoger el que yo quería y, por eso, mi único interés era aprender a leer. Cuando lo conseguí, consideré que ya no era necesario ir al colegio. Me negaba a levantarme en las mañanas. Me empezó a ir mal. Mi mamá tomó una decisión muy sabia y me dijo: "¿Sabes qué? No puedes estar todo el día en la casa. Si no quieres ir al Colegio Alemán, vas a ir a la escuela de El Cajón".

Ena partió a esa escuelita donde hizo amistad con chicos de comunidades mapuches cercanas, que eran sus compañeros de curso. "Ahí vi todas las carencias que tenían otros niños, me mostró que no todos tenían las mismas oportunidades". Al terminar el año, su madre le preguntó si quería aprovechar las oportunidades que ella tenía. Y volvió al Colegio Alemán, donde estudiaban sus hermanas. "Creo que tomé conciencia de muchas cosas, y eso se lo agradezco a mi mamá".

La mesada y el trabajo en el campo

Doña Helga debió lidiar con chicas de fuerte carácter. Karina asegura que ella dio más quehacer en la niñez ("me daban pataletas") y Ena en la adolescencia.

Cuando Ena cumplió 12 años le preguntaron qué regalo quería. Ella respondió que su deseo era subir el volcán Villarrica y se lo concedieron. A los 15 quiso ir sola a visitar a unas primas a La Serena. Su madre, conocedora de la porfía de la hija, optó por organizarle el viaje.

La madre las educó independientes y eso llamaba la atención en las apoderadas del colegio. "Nosotras tomábamos un bus rural para ir al colegio; a nuestras compañeras las iban a dejar en auto".

A las hermanas les gustaba el campo, pero de distinta manera. Ena galopaba sin miedo en su caballo "Frocky" y Karina gozaba observando las faenas y los tractores mientras cabalgaba, con algo de temor, en su yegua "Tortolita".

En los veranos tenían que trabajar durante dos semanas, recuerda Karina:

-Podíamos elegir entre distintas tareas. Me acuerdo que un verano escogí cosechar espigas. Y la Ena eligió ayudar en la cocina. Se pasaba todo el día cocinando para los trabajadores del campo. Trabajábamos de 8 a 6.

Ena era buena lectora de historia y Karina destacaba en Matemáticas. "Yo llevaba siempre una libreta en mi cartera, donde anotaba ideas para hacer algún negocio". Fue así como se le ocurrió comprar útiles escolares al por mayor, guardarlos en un cajón con llave y venderlos a sus hermanas y primos cuando se les agotara el stock estando en el campo, sin poder ir al pueblo a adquirir lo necesario. "Cobraba casi el doble", dice Ena.

Sus padres les daban una mensualidad que tenía un fin muy específico: pagar los pasajes de la micro, comprar los útiles escolares que fueran faltando a medida que transcurría el año, y alguna colación en el colegio. Lo que les sobraba lo podían gastar en lo que desearan. A fin de mes había que rendirle cuentas a la mamá. "A mí nunca me cuadraba la caja", dice Ena, Y Karina reflexiona:

-Yo diría que nuestros papás fueron bien exigentes, de educación firme, pero con mucho amor. Nos exigían participar en la mayor cantidad de actividades extraprogramáticas: en el coro, en teatro, en el centro de alumnos... mi papá me motivó a que creáramos el Centro de Alumnos del colegio. Y mi mamá nos mandaba a la escuela del pueblo a darles clases a los niños.

A los 15 años, Ena comenzó a viajar como mochilera al norte y al sur del país. "Mi primer viaje lo hice con mi abuela Mutti", cuenta. Después salía con amigos.

La Universidad... y el mundo

Es curioso, pero ni una ni otra recuerdan la primera vez que fueron a una fiesta de chicos y con baile. "Bailábamos siempre en la casa", cuenta Karina. Pero no tiene registro de su primer "carrete". Tampoco Ena. Es que estas chicas de provincia se criaron con otros intereses. Querían viajar, conocer el mundo.

Cuando terminaron el colegio, la mamá pensó que ya era hora de que abandonaran el nido y las mandó a estudiar, solas, a Santiago. Ena siguió Periodismo en la Universidad Católica y luego partió, becada, a Alemania tras un magister en estudios europeos. Un día dio una charla sobre Chile. "Se me acercó un profesor y me ofreció hacer un doctorado con él en Ciencia Política". De regreso al país, con doctorado bajo el brazo, se dedicó a la academia.

Erika optó por seguir Economía Agraria. Al terminar, "quería probar cosas distintas. Me fui a Canadá, donde trabajé en un centro agrícola, como tractorista y como cosechadora. Después partí a Europa y me gané la vida como promotora en las Fisas; me fui a Inglaterra, estuve en Alemania".

De vuelta al país, se puso a trabajar con su padre, dueño de "Semillas Baer" y uno de los genetistas más importantes del mundo en el lupino dulce, un alimento para los salmones. Pero tenían, ambos, un carácter muy fuerte, así que la unión laboral concluyó al año. A los 25 se casó con el alemán Andreas Schick, a quien conoció en su viaje y pololearon tres años por carta. Fueron de luna de miel a mochilear a Tanzania. De regreso se puso a trabajar como gerente en una firma pequeña. Al tiempo la compró. Desde entonces ha armado cinco empresas: una de semillas (Saprosen), otra de manejo de granos (Granotop), una que produce aceite de rap para los salmones, Oleotop, que la creó el año 2004, cuando obtuvo su primer reconocimiento público entre las 100 mujeres líderes del país. Más tarde creó Avenatop y Tree Top. En 2007 recibió el premio Joven Empresaria y en 2008 World Entrepreneur of the Year

Actualmente es una de las principales compradoras de grano a nivel nacional. Maneja, indirectamente, 45 mil hectáreas desde Chillán a Puerto Montt. Su socio es su marido, quien está en el día a día de los negocios.

-A mí me gusta crear. Soy muy emprendedora en los negocios, pero el empuje de mi padre lo tenemos las cuatro hermanas.

Comprometida con su región, hoy vive en la casa que fue de sus padres, en Gorbea. Una vez al mes viaja a Santiago por dos días, para participar en el directorio de la Sociedad Nacional de Agricultura, que la consagró como la segunda mujer en la historia de la SNA que ha ocupado ese cargo.

Ena, en cambio, se radicó en Santiago debido al rumbo que tomó su carrera profesional.

De vuelta de su doctorado en Alemania, hizo clases en la Universidad del Desarrollo y en la Adolfo Ibáñez, e investigación en el Instituto Libertad y Desarrollo, cuando su director era el hoy ministro secretario general de la Presidencia, Cristián Larroulet (también oriundo de la Región de la Araucanía)...

Se sentía en su salsa, cuando la llamaron a participar en un nuevo programa de TVN: Estado Nacional.

-Acuérdate -dice- que inicialmente ese programa estaba enfocado a que académicos de la ciencia política hablaran sobre política. Participaban Alfredo Joignant, el profesor Oscar Godoy y Jorge (Pirincho) Navarrete. En ese contexto, participé en Estado Nacional.

La excelencia académica de Ena, y un cierto carisma unido a su aspecto de niña alemana moderna que sabía sonreír y a la vez argumentar con vehemencia, se hizo pública entonces. La vieron masivamente los chilenos en la pantalla chica durante tres años, hasta que en la UDI le pidieron que fuera como candidata independiente a senadora por su región. Ahí le tomó el gusto a la política. El segundo semestre de 2009 estuvo en campaña; no llegó a puerto. No obstante, se fogueó en la calle y el Presidente Sebastián Piñera aprovechó su perfil público y juventud para escogerla como su primera vocera, muy bien recomendada por su ex jefe en Libertad y Desarrollo, quien conocía su aplicación, pero también su tozudez.

Los juegos de roles en los días de lluvia en su casa en el campo quedaban atrás. Ahora su rol como ministra secretaria general de Gobierno no era un juego. Tampoco cuando, un año y medio más tarde, pasó al Congreso como senadora designada representando a la Región Metropolitana y le correspondió ocupar el puesto del experimentado abogado y político Andrés Chadwick, quien la reemplazó en La Moneda.

Karina comenta:

-Somos una familia bien cabezona. Mi abuelo decía: "Vive de tal forma que cuando mueras estés contento de haber vivido".

A los 37 años, su hermana Ena ha vivido harto. Dice que su abuela Mutti le dio el empujón para entrar en la política. La Mutti murió en los brazos de Karina (39), que la había llevado a vivir a su casa.

Ena comenta:

-Las abuelas son muy importantes en la vida de las familias: son la historia de tus raíces y el cable a tierra para decirte: "ojo, que las cosas se ganan con esfuerzo".

"Todo lo que tienes está en tu cabeza y en tu corazón", les enseñó el abuelo

 Ena: "El tema comunicacional de La Moneda se juzga hasta el día de hoy"

Cuando Ena von Baer conversó con Carolina Tohá antes de asumir la vocería en La Moneda, su antecesora en el cargo le dijo que nunca había que perder la autenticidad. "Yo busco ser auténtica y decir las cosas como son hasta ahora, lo que algunas veces trae algunos costos, pero en política no se usa muchas veces ser directo...."

Ella es a veces ruda en su modo de ser directa, lo cual le ha acarreado duras críticas que le han dolido a la familia. Karina, que fue su gerenta y organizadora de su primera campaña como candidata a senadora, se siente orgullosa de su hermana, tanto como Ena de ella. .Reconoce, no obstante, que "ha sido pesado, pero es lo que ella decidió y, bueno, echémosle para adelante".

-Ena, usted salió de La Moneda en momentos en que se cuestionaba precisamente su tarea comunicacional. ¿Qué sintió ante la crítica?

-El tema comunicacional se juzga hasta el día de hoy. Por lo tanto, la verdad es que nada, da lo mismo. Yo hice una vocería muy cercana, en terreno, poniéndole el sello de mujer y juventud y, con eso, intentar acercar al gobierno. Hice un aporte y eso es lo que yo busqué. Obviamente una persona de 35 años no tiene la experiencia de una persona con 20 años en la política, pero tenemos que creer en los equipos mixtos. Yo no me crié en el mundo político, lo cual no quiere decir que desconozca el valor de ese mundo. Pero también es bueno traer gente de afuera.

Hoy es la senadora más joven de la República.

-En marzo de este año usted volvió a desatar polémica cuando dijo que "la mujer no tiene derecho al aborto pues sólo le presta el cuerpo a su hijo".

-Yo sigo pensando exactamente lo mismo. Las mujeres no tenemos derecho a quitarles la vida a nuestros hijos porque son una vida completamente independiente.

-Y hace poco, cuando se estaba votando el sueldo mínimo, usted dijo que daría las direcciones de los parlamentarios que se oponían...

-No seamos tan graves, si al final del día está súper claro el tema que yo estaba planteando: ellos iban a rechazar el aumento del sueldo mínimo y cuando uno vota hay que hacerse responsable.

-De lo que le han dicho, ¿qué es lo que más le ha dolido?

-A mí no me gustan los ataques personales (en una ocasión la trataron de "nazi"). Uno puede tener muchas diferencias políticas y plantearlas fuerte, en una discusión frontal como lo hago yo, pero creo que desprestigia a la política cuando se hacen ataques personales. No me hacen daño a mí, sino a la política.

Guarda silencio y luego indica:

-La política es muy dura porque tiene códigos muy masculinos.

-¿Con quiénes ha tejido una afinidad, o la han impresionado positivamente, en el Senado?

-El miércoles en la mañana Camilo Escalona y yo votamos un proyecto de ley sobre lucro en la educación de una forma, y el resto de la Concertación de otra manera. Eso ocurrió porque a veces hay visiones que se ponen por encima de las diferencias políticas. Esas cosas, las reconozco.

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