Si somos felices... entonces somos incoherentes.

En este punto coinciden tres expertos en la materia -un sociólogo, una psicóloga y un psiquiatra- al analizar el debut del índice de "Felicidad de los chilenos", medido por la Encuesta Casen 2011. Ante la pregunta "¿Cuán satisfecho está usted con su vida en este momento?", un 63,1% le puso nota 7,2 a su situación (en una escala de 1 a 10, con 10 como la completa satisfacción).

Las regiones menos felices fueron la VII (6,8), la VIII (6,9) y la IX (6,7) -coincidiendo en gran parte con las zonas más afectadas por el terremoto del 27/F- y las más felices, la XII (8), la XI (7,7) y la II (7,5). Asimismo, los más felices son los solteros (7,3)... y los menos, los separados, divorciados y anulados (6,6).

"Esta encuesta tiene muchas paradojas", comenta de entrada la psicóloga Pilar Sordo , a quien le llama la atención que un 20,8% se ponga un 10 en la escala: "Si somos tan felices, no se nos nota en la cara. Alguien feliz es cordial, pero a los chilenos nos cuesta mucho agradecer, ser amables... Nos debiéramos ver contentos en Twitter y Facebook, y en cambio ahí nos asesinamos. Clásico de nosotros: tenemos un discurso, pero la realidad es otra".

Sordo hace notar que, pese a las dificultades nacionales -como los movimientos sociales-, "la evaluación en general se une con temas afectivos o económicos, y la gente logra independizar eso de elementos que no puede controlar, como los terremotos o las protestas. En esta evaluación se apela a un espacio íntimo".

De cualquier forma, a Sordo también le sorprende que los solteros jóvenes se declaren más felices que los casados, ya que "existe un concepción mal entendida de la felicidad, que es no tener compromisos (...) Pero debería ser al revés, la felicidad debiera aumentar al tener compromisos, sentirse contenido, estar satisfecho con lo que se ha construido. Nada de eso pasa a los 20, ahí uno no controla nada".

Mayol: Tragedias permiten descargarse

El sociólogo de la Universidad de Chile,Alberto Mayol, atribuye la gran cantidad de personas que se manifiesta feliz a la presión que existe para no mostrar los problemas: "Nos mostramos felices por una cuestión de prestigio, para no ser excluidos, pero en realidad no estamos produciendo felicidad". Y añade: "Cuando se hace una investigación cualitativa aparece el malestar... en las grandes tragedias, que son evidentes, como un terremoto, un fallecimiento, se da una situación en que legítimamente las personas piensan que pueden declararse insatisfechos", dice el experto, al indicar por qué los índices más bajos de felicidad están en el Maule, Biobío y la Araucanía.

A juicio del sociólogo -quien está generando un centro que estudie estas materias en la U. de Chile-, la verdadera pregunta es "por qué existe esta paradoja: por un lado aumenta la felicidad... pero también aumentan los suicidios y el consumo de antidepresivos. Vivimos en un orden social en que para el resto es inaceptable que uno sea infeliz".

De la Parra: tensión en la Araucanía

Por su parte, el psiquiatra Marco Antonio de la Parra indicó que los grados de felicidad "tienen poco que ver con lo que sucede alrededor. Por ejemplo, en Colombia, con los temas que todos conocemos, tienen un grado elevado de felicidad que tiene que ver con la convivencia".

De hecho, De la Parra cree que esa es una gran explicación para entender por qué Magallanes es la zona más feliz: "Pese a la nieve y el frío, se sienten juntos. Distinto a lo que pasa en la Araucanía con el conflicto mapuche. Uno podría pensar que ahí hay dos comunidades en tensión; las personas sienten que no son una sola comunidad... y eso les impide ser feliz" .

El experto indicó que no es necesario que esta felicidad se refleje en las redes sociales porque "si bien es efectivo que existen disputas, éstas terminan en la nada misma. Son excepciones (...) Es como quemar un neumático todos los días. Los vínculos más estables siguen siendo las amistades y la familia".