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Los Baranda, Bruno y Benito: Entre el sueldo mínimo y la aspiración máxima

por:  Lilian Olivares La Segunda
sábado, 14 de julio de 2012
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Benito Baranda, una vez se le cuadró un carabinero cuando iba entrando al Congreso. "Señor ministro", le dijo al confundirlo con su hermano Bruno, subsecretario del Trabajo.

También le dicen "padre", y no precisamente sus seis hijos, cada uno de los cuales ha adoptado junto a su esposa, Lorena Cornejo.

Benito tiene imagen de cura. Durante mucho tiempo fue el rostro del Hogar de Cristo junto al sacerdote Renato Poblete, que era director de la institución. El se desempeñaba como director social y era una consecuencia de su trayectoria: Partió con Lorena recogiendo niños de la calle, se especializaron en Roma en su profesión -ambos son sicólogos; se conocieron estudiando la carrera en la Universidad Católica- y optaron por vivir en La Pintana, con la población El Castillo como vecina, para servir a los pobres. "No servirlos desde el rencor, de la lucha social, sino en la mirada de Jesucristo", explica Benito..

A su hermano Bruno (casado con Paulette Dutilh, cuatro hijos) lo han confundido también con Benito en más de una ocasión. Le sucedió en el camping de la Corfo en Bahía Inglesa, donde solían ir los veranos con sus respectivas familias. Un día uno de los vacacionistas, un ingeniero de la Universidad de Chile, le comentó intrigado: "Hoy me has saludado tres veces en la mañana...". Es que los Baranda son bastante parecidos, no sólo en lo físico.

-¿Usted es el "paltón" de los hermanos? -le preguntamos, a Bruno, dejándonos llevar por su vestimenta, si bien sabemos que el hábito no hace al cura.

Y él dice que no, que los fines de semana viste bastante informal; más bien al lote. Que usa ese estilo porque es el que se lleva entre los abogados (y ahora más, dado su cargo). El estudió Derecho en la Universidad Diego Portales.

En el fragor de la discusión de esta semana por el sueldo mínimo, se recordó una frase suya. En febrero pasado dijo a la radio ADN que, "a título personal, debiéramos estar hablando de salarios en torno a los $250 mil como mínimo, sin perjuicio de las demás ayudas que el Estado, complementariamente, puede hacerles a esas familias de menores recursos".

En lo político, lo tienden a marcar en el sector de los RN tradicionales, del grupo de Carlos Larraín. Pero es poco encasillable, porque con su jefa, la ministra UDI Evelyn Matthei, se ha llevado bastante bien e incluso comparte la simpatía que la jefa de gabinete profesa al precandidato presidencial Laurence Golborne, en circunstancia que los sectores duros de RN se juegan por un político fogueado de su partido, el ministro de Defensa Andrés Allamand. .

La casa donde crecieron, frente a la Escuela Militar

En Presidente Riesco con Vespucio, comuna de Las Condes, había seis casas Ley Pereira casi frente a la Escuela Militar. Los padres de los Baranda compraron una. Al tiempo, cuando ya tenían ocho hijos (llegarían dos más), compraron la del lado y las unieron para dar cabida a la creciente familia. Bruno recuerda que la máquina de lavar funcionaba todo el día. Y Benito cuenta que rescató esa reliquia, incluida la centrífuga, que era un motor aparte, y se la pasó a Bruno, quien colecciona cosas antiguas.

-¿Qué otras cosas coleccionan?

-Tenemos la bomba de agua de la casa de playa en El Quisco, donde veraneábamos. También fue para Bruno. Y la radio antigua; yo me quedé con ella. Me da pena deshacernos de cosas que fueron de nuestra familia, pero no nos caben en mi casa.

Bruno tiene 48 años (12 de octubre de 1963) y Benito 53 (1 de enero de 1959).

Cinco de los 10 hermanos son hombres y todos tienen nombres de benedictinos, aunque hay un solo cura: Guillermo, el Memo.

De las hermanas mujeres, Sofía es monja; Pilar, arquitecto; Tere, ingeniero; María Eugenia, profesora de Religión; y Monserrat es profesora de Castellano y se desempeña como directora de la Fundación Educacional Luksic.

La familia Baranda Ferrán tuvo un pasar acomodado.

"Almacenes Baranda, donde la moda manda"

Teresa Ferrán, la mamá de los Baranda, tiene 81 años y practica natación todas las mañanas.

Estudió Bachillerato en Inglés, pero no ejerció porque se dedicó a la crianza y a "vivir la fe", como dicen sus hijos. Los educó para que tuvieran como centro de sus acciones a Jesucrito.

Guillermo Baranda, su esposo, estudió arquitectura en Valparaíso y se aficionó por la literatura. "Con eso no pudo mantener la familia, sino manejando los negocios del abuelo paterno", cuenta Benito. Se refiere a "Almacenes Baranda", que estaba en Bandera con San Pablo. Julito Martínez le hacía propaganda en su programa deportivo y decía: "B de bueno, B de bonito, B de barato: Almacenes Baranda, donde la moda manda", y donde los nietos trabajaban en vacaciones.

Cuando llegó de España, puede haber sido en el año 1920, el abuelo paterno se hizo sastre. Y el materno, también español, panadero.

-Ambos llegaron a Chile, volvieron a España a buscar esposa y regresaron casados.

A Guillermo Baranda y Teresa Ferrán los casó en Santiago el abate de los Benedictinos, el padre Bonifacio. Los monjes influyeron en el matrimonio, que optó por ponerles a cuatro de sus cinco hijos hombres nombres asociados a la congregación.

Curiosamente, los Baranda más traviesos fueron los que terminaron "casados" en cierto modo con la fe: Benito y Guillermo, el hermano cura.

-Una vez Benito y Guillermo nos amarraron, a mí (cuenta Bruno) y a dos amigos, a unos balones de gas grandotes, y nos pintaron con alquitrán.

Fue en El Quisco, balneario que marcó sus infancias y adolescencias.

-¿Cómo los controlaban sus padres?

-Teníamos hartos grados de libertad, pero también responsabilidad, precisamente porque no controlaban mucho.

Cuando crecieron, los hermanos de más éxito con el sexo opuesto fueron nuevamente Benito y el Memo. Cuenta Bruno:

-Arrasaban cuando salían a trotar. Yo salía sólo para toparme con las admiradoras de Benito. Me va a llamar un ministro para retarme, pero su señora me dijo hace un tiempo que ella salía a trotar para ver a mi hermano.

Los Baranda eran deportistas. Bruno practicaba natación y Benito era destacado en atletismo. Representaba a su colegio, el San Ignacio de El Bosque. La única vez que recuerda que sus padres lo fueron a ver a una competencia fue después de un accidente que lo dejó fracturado y lejano a su deporte favorito por largo tiempo. Con esa cantidad de hermanos, era difícil que los papás siguieran los afanes de cada uno.

Bruno estuvo en la Escuela Naval, pero duró poco.

-La vida de un oficial naval es muy concentrada en lo que está, y a mí me gustaba estar en otras cosas. Decidí salirme y estudiar Derecho.

Terminó la Enseñanza Media en el Liceo José Victorino Lastarria y luego estudió Derecho en la Universidad Diego Portales.

Pero antes, bastante antes, lo cambiaron del San Ignacio al Tabancura.

Recuerdos del 11 de septiembre del '73

Para el 11 de septiembre de 1973, Bruno tenía 9 años y Benito, 14.

-¿Fueron de las familias que celebraron con champán?

-Yo no tengo recuerdo de haber celebrado nada dentro de la casa. Me imagino que algún grado de satisfacción hubo, porque se podría terminar con la escasez y reactivar la economía. Ese día había una protesta estudiantil, liderada por los dirigentes Artaza y Allamand (contra el gobierno de Salvador Allende). Yo iba saliendo y escuché el grito de mi papá, para que me devolviera.

Reflexiona unos segundos y manifiesta: "Yo creo que en mi casa el hecho se tomó con un poco de reflexión y dolor por lo ocurrido".

Los hermanos Baranda se turnaban en tiempos de la UP para hacer cola en el supermercado Unicoop de Apoquindo con Vespucio y obtener alimentos. De eso se acuerdan Bruno y Benito. Y también, que la efervescencia política de la época irrumpió en el San Ignacio. Los padres pensaron en cambiarlos a un colegio más chico. Escogieron el Tabancura, pero los mayores no quisieron emigrar. Si lo hizo Bruno. Al Tabancura llegaron los Eguiguren, los Ossandón y los Larraín; entre estos últimos, el actual ministro de Hacienda, Felipe, que fue compañero de Guillermo Baranda.

Con el tiempo, se cerró la sastrería Baranda al abrirse las multitiendas, y el jefe de familia se dedicó a las propiedades y a su oficina. Hoy mantiene la oficina de arquitectura, pero sólo se dedica -desde hace dos años- a la remodelación de un colegio destinado a niños sordomudos. Se trata de un proyecto que ideó Benito a la luz de su propia experiencia, cuando se dio cuenta que su hija Magdalena tenía esa discapacidad.

-¿Por qué será que a usted, Benito, la opinión pública no lo encasilla en una tendencia política?

-Me he especializado en la pobreza, pero me preocupo de asuntos más técnicos de los problemas sociales. Me encantaría poder afectar la política, pero creo tener más habilidades para trabajar en lo que estoy.

La vocación de Bruno, en cambio, es la política.

-Yo he tratado que el desarrollo de ese interés político tenga un contenido y una sustancia social, no necesariamente valórica. He buscado que el actuar político nuestro tenga esa conciencia de que nuestras decisiones y nuestro comportamiento no son neutros. Por eso yo soy muy escéptico cuando se abren discusiones sobre el desprestigio. Creo que el prestigio de los líderes políticos, más que una cuestión del sistema binominal, parte sustancialmente de la conducta de cada uno de sus dirigentes y la comprensión de que la actividad política tiene que estar al servicio del bienestar social.

Los Baranda andan detrás de la coherencia entre pensamiento y vida.

Hablando de salarios, de la necesidad de Ritalín... y de abusos sexuales

Dicen que en sus familias no ha existido la cultura del endeudamiento, propia de los tiempos modernos. Y que tampoco es asunto el "cuánto ganas tú". Y que "en momentos aflictivos, nos ayudamos... o nos medimos".

Tema que comentan cuando les preguntamos si andan bien con sus sueldos, a propósito de la discusión legislativa del momento.

Benito, hoy presidente de la Fundación América Solidaria, fundador de la escuela de sordomudos CIDEVI (Centro de Integración del Deficitario Visual), detalla:

-Yo tengo seis hijos en establecimientos particulares (los seis, adoptados). Cuatro están en la universidad; nos queda uno en el colegio y una hija en una escuela de discapacidad. Lorena (su esposa) hace trabajos esporádicos en escuelas para padres.

-Ella no debe ganar mucho, y son hartos los gastos...

-Nosotros no necesitamos acumular. La casa es de nuestra propiedad, no tenemos deuda, no tenemos grandes necesidades.

Bruno, que comenzó ejerciendo su profesión de abogado y abrió su propio estudio, señala:

-Mi sueldo tampoco es reguleque.

-Subsecretario, ¿fue acaso una broma de "Día de los Inocentes" cuando en febrero pasado dijo que el sueldo mínimo debería ser de 250 mil pesos? (La propuesta oficial del gobierno es de $193 mil).

-No, el empuje nuestro de mejorar los salarios mínimos siempre está presente. Pero pareciera que en la discusión a veces no está presente verdaderamente el trabajador o la persona cesante que necesita encontrar trabajo.

Continúa:

-En definitiva, lo primero es que tenemos la voluntad genuina, profunda y sincera de tratar de empujar lo más posible los salarios, para que los trabajadores mejoren su calidad de vida y bienestar. Sin embargo, hay que ser prudente, conciliando ese aumento con la mantención y capacidad de generar nuevos empleos. Todos los estudios indican que puede haber un punto de desequilibrio, en la medida que, alzando extraordinariamente los salarios, se pierdan empleos. Y precisamente los que muchas veces discuten y votan por el reajuste al salario mínimo no ganan el mínimo ni corren el riesgo de perder sus empleos. En consecuencia, hay que lograr el punto de equilibrio en esta balanza, para aplicar el reajuste legal sin deteriorar o depredar el mundo del trabajo.

Complementariamente al sueldo mínimo, dice, tiene que estar la mano del Estado para colaborar a mejorar el nivel de ingresos totales de cada familia, cuando el salario es insuficiente. Y detalla distintos subsidios.

-Después del exabrupto del presidente de Renovación Nacional (que se retiró de La Moneda cuando vio que estaba el diputado Joaquín Godoy, quien lo había comparado con Guido Girardi), ¿anda repartiendo Ritalín?

-No me tocó distribuirlos (Ríe). A veces hay que tomarlos, y en ocasiones los sugeriría para muchos más.

Los Baranda están preocupados por este tema. Y también por el de las acusaciones a religiosos, con denuncias de abuso sexual, en particular porque tienen un hermano cura y una hermana monja. Dice Benito, más cercano a la Iglesia:

-Me parece correcto y bueno para la Iglesia y para nuestra fe que se ventile esto. Aunque hoy sea fuerte, esto también nos va a permitir crecer. Ojala que crezcamos en humildad y servicio.

-Hay gente que dice que ya no hay en quién creer, que se les ha debilitado la fe. ¿No le pasa a usted?

-Es que yo creo en Jesucristo. Por supuesto que las personas que me rodean, como los religiosos, pueden ayudar a acercarme a Jesucristo. Pero uno no puede poner la fe y depositarla exclusivamente en las personas.

-¿Conoce al padre Cristián Precht?

-Lo conozco y lo estimo mucho.

-¿Y cómo lo ha tomado?

-Como lo he tomado también con otra gente cercana que ha tenido dificultades: Una cosa es que te haya ayudado, y otra es los comportamientos indebidos que esa persona pudiera haber tenido con otras. Pero no invalida la tarea que ha realizado. Lo que esto demuestra es la gran dificultad que tenemos los seres humanos para ser coherentes y para ser sanos; para ayudarnos entre nosotros sin causarle daño a los demás.

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