En lo que va del año, ya son 151 cajeros automáticos los que han sido desvalijados (de un total de 471 intentos).
¿Desea realizar otra operación?
Si la pregunta -parte final del proceso de retirar dinero de un cajero automático- se le hiciera a los delincuentes que se dedican a robar los dispensadores... la respuesta habría sido "SI" en 471 oportunidades, en lo que va del 2012. Esa es la cantidad de veces en que un cajero ha sido atacado por una pandilla de ladrones. De ese total, en 151 casos el resultado ha sido exitoso para los rateros.
Una cifra alarmante, si se considera que durante todo el año pasado ese número llegó a 237 (de un universo de 719 intentos).
El modus operandi -decenas de veces mostrados por la televisión, gracias al registro de cámaras de seguridad- es ya conocido: vehículos todoterreno estrellándose contra los ventanales de alguna farmacia, bencinera o banco... casi siempre pasadas las 23:00 horas. Actúan en grupos de ocho a doce hombres, limpian los restos de vidrio y con una piola de acero abren el cajero y sustraen las gavetas. En cosa de minutos ya no queda rastro de los individuos.
Lo que no se conocía, hasta ahora, es el perfil de los delincuentes. Y es que más allá de las cifras -que forman parte de un informe interno del OS 9 de Carabineros, al que "La Segunda Sábado" tuvo acceso-, los expertos en materia de seguridad ya consideran como una "moda" el embestir en contra de los cajeros automáticos. ¿La razón? Lo rentable que resulta el "negocio" y lo tentador de conseguir dinero fresco con el que poder financiar otras actividades criminales, en el futuro, y mantener un estilo de vida "superior" al de los delincuentes comunes, como los lanzas.
Las zapatillas de Ronaldo
Los ladrones de cajeros se visten con ropas deportivas de marca, usan las mismas zapatillas que luce Cristiano Ronaldo o Lionel Messi, se pasean en vehículos deportivos... y siempre van acompañados de su polola, a quien tratan como si fuera una estrella de la farándula, agasajándola con joyas, carteras, ropa cara y hasta cirugías estéticas.
María Luisa Díaz, psicóloga forense del OS 9, explica que estos sujetos tienen, en su mayoría, entre 20 y 30 años, provienen de grupos socialmente vulnerables y, en su mayoría, de familias disfuncionales. Muchos de ellos apenas han terminado la educación básica, habitan en comunas periféricas del Gran Santiago o de las capitales regionales.
El dinero que roban no lo invierten en mejorar esas condiciones: jamás barajan la opción de completar sus estudios ni cambiarse a un mejor barrio para residir. "Sólo confían en personas con una historia similar a la propia", cuenta Díaz. Por esta razón, entonces, las bandas más "célebres" en este tipo de delito viven en un mismo barrio o población. De ahí el nombre o referencia a un lugar geográfico con el que son bautizadas estas asociaciones: "La Banda de los Quillayes" en La Florida, o "La Banda de La Pincoya" en Recoleta, por ejemplo.
El ingreso al "rubro" es el tercer peldaño en la escala de una carrera delictiva: "Los integrantes de estas pandillas se iniciaron en el robo a domicilios, luego se dedicaron a los alunizajes en tiendas comerciales del barrio alto, y terminaron organizándose para saquear cajeros automáticos", añade la experta. Según las cifras oficiales, cada miembro de una banda tiene, en promedio, seis reincidencias por el mismo delito.
Pertenecer a estos grupos otorga cierto prestigio en el mundo del hampa, afirman los investigadores policiales. La preparación logística, la sustracción de vehículos que requiere para llevarse a cabo, y el mínimo de siete "soldados" que necesita el líder para asaltar un contenedor, transforman a estas bandas en una suerte de "elite" dentro del mundo del delito.
La psicología de estos sujetos, en todo caso -y según hace notar Díaz- no difiere mayormente de los narcotraficantes, o de los criminales que se dedican al robo con violencia e intimidación.
El número de pandillas dedicadas al robo de cajeros ha mostrado un preocupante incremento en los últimos meses, advierten en Carabineros, al igual que la cantidad de sus integrantes. Los alientan las bajas penas y costos en la "operación": el informe policial al que accedimos da cuenta de que para abrir un cajero con el método del oxicorte se requiere de un equipo avaluado, aproximadamente, en $190 mil. Para la técnica del lazo, en tanto, sólo se requiere de $25 mil en equipamiento.
Las mujeres son minoría en el circuito: no alcanzan a conformar el 2% del total de las bandas, tal como lo observa el análisis policial.
La luz de esperanza
El robo de cajeros es hoy, según el informe del OS 9 de Carabineros, "la principal fuente de financiamiento del crimen organizado" en Chile.
¿La razón?
Un alunizaje en una 4x4, para atacar un cajero, requiere sólo de un robo previo -el del vehículo- en un lugar no habitado, o en la calle. Ante un delito como éste los jueces, por lo general, no optan por la prisión preventiva del sujeto si carece de antecedentes delictuales. Por lo mismo, los delincuentes tienen bastante menos que arriesgar que si, por ejemplo, asaltan una sucursal bancaria premunidos de armas de fuego. En ese caso, la falta cometida sería la de robo con intimidación, con lo cual la amenaza de caer en prisión crece.
La cantidad de dinero que llega a manos del hampa gracias a este "giro" es también cuantiosa: "Si se toma en cuenta que cada cajero contiene en promedio $43 millones al momento de su robo, son $10.200 millones los que en 2011 se transformaron en dinero limpio que financió las actividades de estos grupos", reza el documento policial. ¿En qué usaron los billetes? "El dinero en su preferencia lo utilizaron para comprar armas, invertir en su organización, pagar a sus soldados, recompensar la información privilegiada que recibieron, adquirir drogas, divertirse y proveerse de autos robados", describen en la unidad especializada de Carabineros.
Además, y por tratarse de un delito cuya sanción es de pena remitida, los efectivos policiales aseguran quedar "atados de manos", pues la Fiscalía no les concede siquiera la posibilidad de intervenir las llamadas telefónicas que se hacen entre ellos.
Esta realidad, en todo caso, debería cambiar según las intenciones del Gobierno, con la ley que, una vez promulgada, establecerá que el robo de cajeros automáticos -por el simple hecho de violar el perímetro que los protege- será sancionado con la pena de presidio menor en su grado máximo: de 3 años y un día a 5 años de presidio efectivo.
El ministerio del Interior, de hecho, ya logró la condena de tres de estos delincuentes, en abril recién pasado. El tribunal consideró que los hechos podían ser considerados como "robo con intimidación", en lugar de un "robo simple en lugar no habitado", tal como suelen ser fomalizados los antisociales.
Una pequeña luz de esperanza, en este verdadero " boom " de robos a cajeros que ha constatado la policía.