"Yo quiero ser fiscal igual de buena que usted para investigar casos como el mío".

Las palabras corresponden a parte de la carta que el 12 de marzo pasado recibió el fiscal de Puente Alto, Michel Flores.

En tres páginas, la menor de iniciales R.A.P.V. -abusada sexualmente por su padre desde que tenía 12 años- le agradeció por haber logrado que Rigoberto P. N. fuera condenado a cinco años y un día de presidio mayor en su grado mínimo por "abuso sexual reiterado".

La situación de esta menor, que hoy tiene 17 años, es una de los cientos casos que se registran a diario en la zona sur de la capital y particularmente en Puente Alto, la que junto a Santiago, lidera el ranking de denuncias de abuso sexual a menores según las cifras de Carabineros durante el primer semestre de este año.

El tema ha remecido a la ciudadanía estas últimas semanas, sobre todo luego de que se conocieran denuncias en varios colegios y jardines infantiles del sector oriente.

Fiscalía Sur: Especialistas en delitos sexuales

De acuerdo a las acusaciones recibidas por el Departamento de Análisis Criminal de Carabineros, sólo en la Región Metropolitana se registran 1.683 casos de abusos en donde se han visto involucradas personas de menos de 18 años.

Tras Puente Alto (con 135 denuncias) le siguen la comuna de Santiago con 123, Maipú con 96 y La Florida con 84. En contraposición están Curacaví con 3, Til-Til con 4 y Pirque con 5.

El año pasado, Puente Alto también encabezaba la lista con 159 casos, pero le seguía Maipú 110, La Florida 105 y Santiago con 103.

El jefe de la Fiscalía Metropolitana Centro Norte, Andrés Montes, detalló que en su unidad ya están realizando estudios para explicar el alto número de denuncias en la comuna de Santiago.

A nivel nacional, las imputaciones por delitos de connotación sexual llegaron a 12.394 y de ellas un 59% (7.277) fueron contra menores.

Precisamente esta alta concentración de denuncias en el sector sur de la capital es lo que tiene sin respiro a la unidad especializada en investigar delitos sexuales de la Fiscalía Metropolitana Sur.

Desde hace cuatro años, un equipo compuesto por tres fiscales, encabezados por Guillermo Adasme, recibe, investiga, analiza y lleva a tribunales cientos de casos con imputados por diversos delitos de connotación sexual.

Hoy, por ejemplo, Adasme junto a los fiscales Cristián Suárez y Yazmín Salech irán a la lectura de condena de Carlos Henry Bustos Ortiz, sentenciado por obtener servicios sexuales de menores, además de producir material pornográfico con ellos.

"El imputado contactaba a niñas de la comuna de La Pintana y les pagaba $5 mil para que tuvieran relaciones con él. Además las grababa en video", cuenta Adasme, tras un escritorio sobre el cual al menos hay 50 carpetas investigativas.

Y pese a que en este caso una de las víctimas se retractó, se logró acreditar el delito: "El tribunal consideró evidencia sólo por dos menores, pero tras allanar la casa del imputado encontramos 21 videos con niñas distintas".

Investigaciones por más de dos años

Los otros dos fiscales explican que las condiciones socioeconómicas y culturales más reducidas en la población de la zona sur de la capital -además de la exposición a alcoholismo y drogadicción- los hace más vulnerables ante estos ilícitos. "Aquí los delitos sexuales son parte de la vida de muchos menores", reflexiona Yazmín Salech, quien señala que la dependencia económica que las víctimas tienen de sus abusadores (la mayoría de las veces son familiares) los lleva a desistirse de las denuncias. "La retractación es propia en este tipo de delitos y eso se ve de manera más fuerte aquí", dice.

Aunque los tres fiscales tienen algún grado de participación en todas las investigaciones, es Cristián Suárez quien se encarga de las indagatorias más complejas y de más largo aliento.

El "Caso Europa", recuerda, se basó en un trabajo de dos años realizado por el OS-9 de Carabineros y que permitió desbaratar una red que se dedicaba a la producción de pornografía infantil liderada por Mauricio Cuevas Salinas, quien abusaba de su sobrino de 3 años. El hombre fue condenado a 15 años de presidio.

"En algunas ocasiones debemos usar técnicas como la interceptación telefónica e incluso la infiltración de un agente encubierto para probar la participación de los imputados", cuenta Suárez, quien apunta a que varias investigaciones se han extendido por más de 2 años para desbaratar redes de abusadores de menores.

Las dificultades de los procesos

El camino para probar un delito de estas características no es fácil, admiten. Más allá de que la mayoría de las víctimas se retracte en algún momento del proceso, la lentitud con que funciona el sistema hace que sea urgente una reformulación de éste, aseguran en la Fiscalía Sur.

"Hay tantas denuncias que a veces nos demoramos un año en obtener una hora para que un niño abusado sea evaluado psicológicamente" , indica Adasme, quien sostiene que lo peor de todo es que muchas veces los afectados se ven en la obligación de revivir un trauma que han intentado olvidar durante todo ese tiempo.

"No hay oferta de pericia psicológica por abusos sexuales", agrega la fiscal Salech, quien afirma que es necesario inyectar recursos para atacar este problema.

"Para obtener una pena por este tipo de delitos necesitamos muchas pruebas... Sin una evaluación psicológica es muy difícil alcanzar buenos resultados", enfatiza.

Otro de los inconvenientes es que en estos casos no existe la confesión, porque los abusadores nunca reconocen los delitos y, en general, tienen irreprochable conducta anterior. De ahí que las primeras declaraciones que prestan las víctimas sean vitales para que sus victimarios sean condenados.

En este contexto es clave el rol de la "Sala Gessell", una habitación equipada en la misma fiscalía con tecnología de punta que permite grabar los relatos de los menores. Además de ser un método poco invasivo, permite que el Ministerio Público presente material audiovisual que la mayoría de las veces sirve para que los jueces determinen culpabilidades. Ello, pese a que el afectado se retracta.

"Es incomprensible que haya retractación cuando hay lesiones, pero muchos lo hacen", asevera Guillermo Adasme, quien indica que en cada juicio "pensamos ¿el afectado irá a repetir lo que nos dijo?". Sin embargo, destaca el buen criterio de los magistrados: "Los jueces se han especializado mucho".

Y aunque admiten que están trabajando a full por la cantidad de denuncias cada vez más creciente, los tres persecutores coinciden en que hay una preocupación aún mayor: los casos que no son conocidos ni por la policía y menos por la fiscalía. "Es la cifra negra, la que no se denuncia... Esa, es enorme", dicen. Según expertos, de cada denuncia hay otras 10 que no se hacen.

48a. Comisaría de la Familia: "No hay que sobrerreaccionar para que los niños no se cohíban"

No tiene la cifra exacta, pero la comandante de la 48ª Comisaría de Asuntos de la Familia de Carabineros, Pamela Olivares, asegura que las denuncias por abusos sexuales contra menores han aumentado en la última semana. Dice que la gran cantidad de partes que ha firmado es el reflejo del impacto mediático de las acusaciones de estos últimos días en colegios del sector oriente.

Con más de 20 años escuchando las denuncias de los pequeños, es clara a la hora de dar recomendaciones a los padres que sospechan de que sus hijos son víctimas de abuso sexual:

"Deben mantener la calma, no transmitir sus nervios. Sé que es difícil, pero tienen que esforzarse y no sobrerreaccionar para que los niños no se cohíban", dice. Lamenta que muchas veces los padres no les crean a los niños: "Nunca hay que dudar de ellos y cuando les confiesen algo, no deben presionarlos, pero sí felicitarlos para que sigan confiando. Lo más importante es asegurarles protección, es esencial minimizar el daño emocional".

Aunque dice que los padres en general tienen poco tiempo para compartir con sus hijos debido al trabajo, dice que es fundamental que participen en sus juegos, que conozcan a sus amigos y que sepan de quiénes son las casas que frecuentan. Y cuenta que, ante un presunto abuso, el comportamiento de los pequeños es claro: "Algunos se ponen agresivos, otros más sensibles, y hay casos donde presentan problemas de sueño, bajas notas o miedo a los adultos".

Y cuenta que muchas veces son los colegios los que hacen las denuncias, porque mediante dibujos que han hecho allí grafican sus experiencias.