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Las Velasco Marilú, Pilar y Anita Las "chicas poderosas" tienen aversión a la trifulca política

Formaron un "imperio" a su medida, con los códigos que crearon cuando desde niñas debieron construir entre ellas un núcleo indestructible que perdura. Siempre se sintieron diferentes, incluso en la edad en que sólo deseaban ser como los demás. 

por:  Lilian Olivares / La Segunda
sábado, 16 de junio de 2012
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"Lo que no te mata te fortalece".

La frase de Nietzsche, que cita Marilú Velasco durante una larga conversación en su tibia y cómoda casa de Santa María de Manquehue, explica de alguna manera por qué las hijas del casi legendario político DC Belisario Velasco lograron un imperio a su medida. Lo hicieron en las comunicaciones corporativas, con su empresa Extend.

La mayor de las hermanas, Marilú, conserva los atributos físicos que hace dos décadas la llevaron a figurar en la revista Paula entre las 10 chilenas más sexies. La del medio, Pilar, es la de ojos más grandes: ve debajo del agua, casi literalmente. Y la menor, Ana María, parece la más dulce y frágil. Sin embargo, su historia desmiente lo último. Hace dos años, un mes después del terremoto, su marido murió en un accidente aéreo y ella quedó con cuatro hijos, dos de un matrimonio anterior.

Lo pasan bien juntas, las Velasco. Son, entre ellas, las mejores amigas. Y más. Aprendieron de su abuela paterna que los hermanos son como los dedos de las manos: siempre deben estar juntos. Ellas lo han cumplido a cabalidad. Tanto, que advierten: "Quien se pelea con una, se pelea con las tres", como señala Anita.

¿Cuánto las favoreció o las afectó ser hijas de un hombre con tanto poder en la Concertación durante once años, y de una mujer de familia muy conservadora que a los 30 se volvió izquierdista y tomó vuelo propio en el mundo de la Sociología, llegando a crear el polémico plan de educación sexual que se conoció como Las Jocas?

Ellas no lo saben. Sí manifiestan que siempre se sintieron diferentes, incluso en aquella edad en que lo único que querían era ser iguales a las demás.

El jardín de los naranjos

Los naranjos en el jardín de la casa paterna, en Vitacura, son una de las imágenes bellas que mantienen en su memoria las tres hermanas. Es el símbolo de lo permanente en sus vidas.

A partir de 1972 vivieron su propio terremoto.

Marilú tenía 10 años; Pilar, 8; y Anita 6 (con un hermano menor de 3 años, Felipe) cuando Belisario Velasco y María de la Luz Silva Donoso, una buenamoza joven de familia tradicional talquina que decidió estudiar cuando ya era madre de cuatro hijos, se separaron y ella partió a especializarse a Europa.

Los hijos del matrimonio se quedaron con este papá que desde chiquillo participaba activamente en la vida política, que a los 21 años comenzó a militar en la DC, y que incluso perdió un ojo como consecuencia de un accidente que sufrió durante un enfrentamiento entre manifestantes patidarios de Frei Montalva y de Alessandri.

Las chicas Velasco tuvieron un paso fugaz por el colegio Villa Maria Academy, donde se había educado la mamá. Ella decidió cambiarlas al Saint George, porque simpatizaba con el movimiento libertario que estaban protagonizando los curas en ese establecimiento y porque era un colegio mixto. Pero las echaron junto con los Machuca, dicen ellas.

El papá quería darles una seguridad educativa que él no tuvo, probablemente porque al quebrar su progenitor debió entrar a trabajar a los 17 años a la ECA (Empresa de Comercio Agrícola) y sólo consiguió un "cartoncito" con unos cursos de técnica industrial molinera que le sugirió el vicepresidente de la empresa, lo que le permitió ascender. Decidió matricular a sus hijas en el Santiago College después del Saint George.

-Mi papá, a pesar de que estaba en una situación económica compleja, porque estuvo preso, relegado (en Putre en 1976), nos dijo que el Santiago College era un colegio que lo dejaba tranquilo, que ahí no nos iba a pasar nada; y que quería que aprendiéramos inglés.

Venían de un hogar ultrapolitizado, donde el golpe militar del 73 había remecido a toda la familia. Y cada verano, en diciembre, las llevaban a pasar las vacaciones al campo "Los Pocillos", de la abuela materna.

-Era un campo muy bonito, donde íbamos todos los primos. La familia Silva Donoso es muy conservadora y tradicionalista, por lo que era un gran problema el que mi mamá fuera separada y de izquierda.

Ya eso marcaba una diferencia para las hermanas Velasco.

-Nos dejaban en el campo "Los Pocillos" en diciembre y nos iban a buscar en marzo. Entonces la Meme (la abuela materna) se hacía cargo de estos cuatro hermanos que actuábamos en conjunto en todo. En una misma pieza estaban las cuatro camas donde dormíamos los Velasco. En las otras estaban las tías (nuestra madre tiene once hermanos) con muestros primos. Cuando las tías se enojaban con nosotros, medio en broma decían que nosotros éramos un sindicato porque si alguien tocaba a un Velasco, saltábamos los demás. Nos defendíamos como fuera.

Marilú:

-En esa época éramos muy niñas. Vivíamos en un país donde estaban ocurriendo muchas cosas, con muchas peleas familiares, a veces entre nuestros papás, otras entre mi propia familia paterna y materna. En ese clima, nosotras nos teníamos a nosotras; nos apoyábamos y ayudábamos.

Marilú le escribía a su hermana Anita las comunicaciones al colegio para no hacer gimnasia. "Y yo les llevaba las cartas a los pololos de Marilú y después los consolaba", cuenta Anita.

Por ser la mayor, Marilú fue la primera en estar invitada a fiestas. Y siempre llegaba con sus hermanas. "La vecina de la casa del frente me decía "Don Gato y su pandilla", recuerda. Y sigue:

-Entre los 15 y los 18 años yo era más perna. A mí me daba sueño temprano y no me gustaban las discotheques.

Pilar reconoce:

-Yo era buena para el carrete. Salía hasta tarde. Tenía personalidad...

"Y cabeza", acota Marilú.

Estuvieron cuatro años en el Santiago College. "Mi papá tuvo que vender su parcela en Pirque para pagarnos el colegio". Más tarde la mamá decidió trasladarlas a Las Teresianas.

-Vivíamos en el barrio alto, nos movíamos en un sector donde todos eran partidarios del gobierno militar. Eso fue duro para nosotras y nos forjó el carácter. Mi mamá vio que todo nuestro núcleo era distinto al del colegio, y nos cambió a Las Teresianas -cuenta Marilú.

Pilar: "Yo llegué antes que mi papá a La Moneda"

Después, cuando jóvenes, "fuimos muy metidas en política", relata Pilar. Y Anita recuerda que "la mamá nos llevaba a la marcha del Día Internacional de la Mujer". Pero ninguna se hizo militante, "porque un poco renegamos de eso. Vimos mucho ataque público y mucha disculpa en privado", afirma Anita.

Pilar explica:

-Por lo menos yo siento un poco de aversión a la trifulca política. Considero mejor una vida más dialogante.

Tenía 26 años y era periodista titulada en la Universidad de Chile cuando el Presidente Patricio Aylwin la escogió como su secretaria de prensa. Ella había trabajado en el comando del "No", y Carolina Rosetti con Jaime Moreno -los jefes de prensa del comando- la asignaron a cubrir a Aylwin. Así la conoció el primer Presidente del retorno a la democracia.

-Yo entré primero que mi papá a La Moneda.

Lo dice porque siempre sufrió el estigma de ser considerada una apitutada para llegar al cargo.

-Yo no estaba colegiada. Había gente que se sentía con más méritos para estar en ese puesto. En ese momento recibí un buen consejo de un amigo, Ricardo Solari. Me dijo: "Tenís dos opciones: hacerte famosa o permanecer". Me quedó súper claro, y nunca, en los cuatro años que fui secretaria de Prensa del Presidente, di una entrevista. Me dediqué a hacer mi pega con bajo perfil y a no exponerme más allá.

A esas alturas, la hermana mayor, Marilú, estaba empezando a formar su propia empresa. Tenía 28 años, se había independizado a los 20, trabajó en Televisión Nacional -se tituló como periodista en la Universidad Católica- y decidió cambiarse al Canal 11 para tener una jornada más reducida y dedicarle el resto del tiempo a crear su negocio.

-Trabajaba de seis de la mañana hasta las once en el Canal, y después me dedicaba a hacer contactos.

Anita recuerda que estaban en la casa del papá, en una comida con diplomáticos, cuando su hermana Marilú contó que tenía este proyecto.

Lo explica Marilú:

-Fue el año 91. El país estaba cambiando notoriamente. Había una apertura comunicacional súper fuerte y una desconfianza muy grande entre las empresas y los periodistas. Hacía falta un nexo entre estos dos mundos.

La obsesión de Marilú por formar una empresa familiar

Marilú heredó de su padre el espíritu emprendedor. "Lo vi desde chica. Recuerdo haberlo acompañado al sur a comprar cosas, lo veía hacer cosas (negocios) y me entró por osmosis. Me doy cuenta, y me da risa, que soy catete y majadera como él".

Se empecinó en crear su empresa. Partió mandando faxes desde el negocio de la esquina. Con las primeras ganancias por hacer comunicados y distribuirlos se compró un computador Macintosh. Pasó el tiempo y pudo arrendar oficina. "Nunca gasté lo que no tenía". Fue su clave. Y el tener claro un objetivo:

-Yo iba a hacer una empresa de lo que fuera que me tocara. Era vital y determinante hacerlo con mis hermanas. Para mí, el tema de sacar esto adelante era sacar adelante a una familia. Y además, con la vida que habíamos tenido, porque lo que no te mata te fortalece, había que reinventarse sistemáticamente.

Primero llamó a su hermana Anita, que había estudiado publicidad y desde el colegio destacaba por su creatividad. Pero Anita tenía una productora en sociedad con otros dos hombres de televisión y estaba de lleno creando programas exitosos para el naciente canal La Red, de modo que se incorporó más tarde.

Luego llamó a su hermana Pilar, quien se comprometió a ingresar a Extend apenas terminara su trabajo en La Moneda. Y así lo hizo. Hoy reflexiona:

-La política es sin llorar, y a mí igual me desagrada la agresividad del ambiente, la dureza con que se trata a la gente en esos cargos. Tuvo, eso sí, un lado muy bonito, que fue trabajar con Aylwin en un momento histórico, con mucha mística y con mucha confianza en lo que se estaba haciendo. Y también el trabajar cerca de mi papá, a quien nombraron después que a mí.

Belisario Velasco fue subsecretario del Interior de Patricio Aylwin y de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1990 a 1999). En 2006, la Presidenta Bachelet lo designó Ministro del Interior. Renunció sorpresivamente en 2008 porque no lo consideraron en decisiones políticas fundamentales.

Pero las hermanas Velasco dicen que no es por eso que experimentan una aversión a la política activa.

Indica Pilar:

-Cerré los 4 años y no volvería a la política ni en broma, básicamente porque no tengo cuero de chancho.

Anita es la más transversal:

-Me perturba la violencia de un lado o de otro; no tomo partido. No me gusta ir a la pelea.

Marilú:

-Yo aprendí a fijarme en las personas. Reivindico mi libertad para poder elegir lo que yo quiera.

La vara alta de Anita

Hoy tienen sus vidas armadas. Marilú está casada con el empresario Joaquín Larraín y Pilar con Francisco Tepper, gerente general de Ediciones SM.

Aunque sus hermanas están decididas a buscarle pareja a Anita, la vara quedó muy alta para la viuda del exitoso economista y socio de la Universidad San Sebastián, Luis Ernesto Videla. El 1 de marzo de 2010 tomó un avión junto a otros cinco ejecutivos de la Universidad para ir a socorrer a la comunidad de la sede de Concepción, afectada por el terremoto, cuando se produjo el accidente fatal.

Anita, que por primera vez se suma a sus hermanas para participar en una entrevista, cuenta que después de perder a su marido sus hermanas se turnaban para dormir con ella y no dejarla ni un momento sola, hasta que logró volver a conectarse con la vida.

Las tres hermanas suman 10 hijos que hoy tienen en la madre de las Velasco a la mejor abuela.

De ella aprendieron una importante lección:

-Desde chicas, nos dijo: "ustedes estudien y siempre trabajen, porque no pueden depender de nadie". Y lo otro que nos dijo fue que nos echáramos crema en la cara todos los días.

Este sábado, las Velasco estarán con su padre, celebrando el día del hombre al que más admiran.

-Nosotras somos de familia.

Lo afirma una de las hermanas, al explicar, en semibroma, por qué todas se casaron más de una vez.

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