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La increíble historia del "conde" chileno que sedujo a una viuda del TITANIC

"La Segunda", de manera inédita, da a conocer el caso de Humberto Aguirre de Urbina, un compatriota que llegó a las portadas de los diarios norteamericanos en 1925.

por:  Miguel Ortiz A./La Segunda
viernes, 13 de abril de 2012
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En la siguiente historia se cumple, de un insospechado modo, aquello de que en los grandes acontecimientos históricos "siempre hay metido un chileno".

El relato sale a la luz hoy, por primera vez, cuando faltan sólo horas para que se conmemoren 100 años desde el hundimiento del lujoso transatlántico «Titanic», el 15 de abril de 1912.

Los hechos fueron investigados por María Soledad de la Cerda , experta en documentación, quien afanosamente rastreó los recortes de prensa norteamericana de la época y dio con el increíble caso del chileno Humberto Aguirre de Urbina . El "Washington Post" del 12 de marzo de 1925 informa que la señora Constance (Shack) Gracie (danesa, viuda del coronel Archibald Gracie , pasajero del Titanic) contraería matrimonio, en Nueva York, con Aguirre, conspicuo miembro de la embajada chilena en Estados Unidos.

Ese sólo dato encendió la curiosidad de De la Cerda quien, como en otras ocasiones -fue ella quien dejó al descubierto los numerosos plagios del escritor peruano Alfredo Bryce Echenique- no se detuvo hasta conseguir el final de este telenovelesco caso.

Emparentado con los Papas

Para poner las cosas en contexto, es menester identificar al coronel Archibal Gracie como el autor del libro "La verdad acerca del Titanic", desgarrador testimonio del autor sobre lo que fue la travesía en el popular buque... y lo que significó ser el último rescatado desde las gélidas aguas del Atlántico Norte. El documento fue el que sirvió de inspiración para que James Cameron escribiera y dirigiera la taquillera película Titanic en 1997, protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet , y que ahora, en el marco de la conmemoración del centenario del accidente, ha sido relanzada en formato 3D.

Sucede que el coronel Gracie nunca se recuperó de la tragedia y su salud se vio gravemente afectada por la hipotermia que sufrió... y murió de diabetes sólo ocho meses después del hundimiento. Desconsolada, la viuda gastó sus días escribiendo su propio libro, en el que cuenta, entre otras cosas, la trágica muerte de una de sus hijas que cayó a la caja de un ascensor... y del noviazgo de otra de sus descendientes con el heredero de la fortuna de la empresa de chicles «Adams».

Fue por esos años cuando conoció a Urbina de Aguirre, un conde chileno que la sedujo con divertidas historias y extravagantes anécdotas, dignas de su condición de diplomático trotamundos. Urbina le contó a la mujer, reconocida socialité de origen noble, que él incluso estaba emparentado con los Papas de la época y que algún día la llevaría a conocer el "fin del mundo".

Constance -quien ya había recuperado la alegría de vivir, perdida con tanta desgracia- se casó a los 44 años con el "conde" Urbina (de 22)... quien, al poco tiempo del matrimonio, mostró sus verdaderas "cartas credenciales". El chileno no era más que un charlatán, quien le había pintado un mundo de lujos y fantasías que terminaron por esfumarse.

No trabajaba en la embajada. No se codeaba con nadie de la alta sociedad. Y de los Papas no sabía ni el nombre.

Es más: las notas de prensa de la época consignan que Urbina intentó asesinarla y que, tras robarle sus joyas y dinero en efectivo, huyó de regreso a Chile en un barco... haciendo lo que, en realidad, mejor sabía hacer: lavar platos.

Murió a los 85 años

Cuando la mujer lo denunció a la policía, Urbina de Aguirre ya venía de regreso a nuestro país, donde se le perdió el rastro.

En Estados Unidos, en tanto, se inició un proceso de extradición, pero las gestiones diplomáticas no llegaron a buen puerto. Las portadas de los diarios de la época dan cuenta de todo este revuelo.

Con una fotografía de Constance en su mano, María Soledad de la Cerda termina de narrar esta inédita historia de amor y traición: "A los 85 años de edad, y tras una vida marcada por el desengaño, esta viuda del Titanic falleció, triste y sola... sin más compañía que sus amargos recuerdos. Nunca más se supo de ella".

Su vida, como la del Titanic, se fue a pique en 1966, dejando en el olvido esta asombrosa biografía que "La Segunda", por vez primera, sacó a flote.

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