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Tras la muerte de dos menores: choferes relatan las peleas, asaltos y vejámenes que se viven cada día en los buses del Transantiago

Santiago amaneció este lunes con la noticia de la muerte por un balazo de dos menores, a bordo de un bus del Transantiago. El hecho remeció por lo extremo, pero la delincuencia a bordo de estos vehículos del transporte público no es en absoluto un hecho aislado. Así lo revelaron a "La Segunda" choferes de distintos recorridos, muchos de los cuales han empezado a enfermarse por la tensión que viven cada día.

por:  La Segunda
viernes, 11 de noviembre de 2011

José Aparicio (Express) ha sido agredido por no parar donde el pasajero quiere.


Foto Fabian Ortiz

"Uso gas pimienta, porque es la única forma de defenderme"

Los documentos, sus lentes y un frasco con gas pimienta lleva cada día a su trabajo el conductor José Aparicio (44), cuyo recorrido de bus de la empresa Express parte en Renca y va hacia el centro.

Cuenta que ha debido utilizar su "arma" en dos ocasiones para contener la ira de algunos pasajeros, que han tratado de agredirlo por cosas nimias. En un caso, relata, "no paré donde me dijo porque tenemos que respetar las paradas y el gallo se abalanzó sobre mí para pegarme. Ahí le tiré el gas y se bajó. Yo lo uso sólo para defenderme y bajo mi responsabilidad", dice.

Asegura que junto a sus colegas sienten un ambiente violento a diario dentro de los buses, porque "se suben grupos de jóvenes que se ponen a pelear y hacen lo que quieren. Hay personas que rompen los asientos y otros que roban espejos retrovisores incluso mientras los buses están en circulación. Los conductores debemos mirar y callar, porque tampoco las denuncias dan fruto, es imposible identificarlos. No hay respeto por un espacio que a todos les sirve".

Agrega que en la zona donde trabaja "hay barrios donde ocho de cada diez personas no pagan el pasaje. Se perdió el respeto por algo tan básico como eso. Y uno tampoco puede exigir nada, porque si lo hacemos recibimos insultos. A algunos colegas les han cortado la cara y hay otros apuñalados. Los tipos nos dicen: ??Maneja no más, si a vos te pagan por eso??".

-¿Por qué, a su juicio, hay tanta violencia?

-Yo creo que los choferes perdieron su autoridad al no poder cobrar, son vistos como personas que no tienen ninguna importancia, estamos disminuidos.

Aparicio planea retirarse del oficio, porque está cansado de los riesgos y del ambiente tenso.

-La gente está disconforme con el servicio, reclaman por las esperas en los paraderos, porque las máquinas van repletas en la mañana o en la tarde... entonces la emprenden contra uno. O se pelean entre ellos por un asiento o porque quieren subir primero.

Reflexiona: "La gente está indignada con el Transantiago y eso ha llevado a que reaccione mal, a que vea los buses como un sinónimo de algo negativo, de algo que los perjudica".

"Cuando hay partidos se suben 200 personas a saltar y drogarse"

"Cuando hay un clásico se me recoge el corazón".
En vez de disfrutar como lo haría cualquier persona, Luis López (43), conductor del recorrido La Pincoya-La Pintana de la firma Subus (43), sufre con el fútbol: "Se suben casi 200 personas a saltar, gritar, drogarse y por supuesto que algunos aprovechan de asaltar a los pasajeros que van tranquilos".

Lo que le parece más grave a López, quien cumple turno desde las 5 de la tarde hasta la madrugada, es que grupos de barristas han adoptado una insólita práctica: la retención o, como lo denominan popularmente los choferes, el "secuestro de buses", donde los fanáticos amenazan a los conductores para llevarlos directamente al estadio. "Me pasó en el último partido que se subieron unos 40 jóvenes, sin pagar por supuesto... Cuadras más allá me pararon los Carabineros, pero los delincuentes me impidieron que me detuviera y me obligaron a seguir a toda velocidad por una avenida para llegar lo antes posible al partido. Y uno tiene que obedecerles porque si me niego, probablemente perdería la vida. Andan armados y son muy violentos", dice atemorizado.

A estas alturas los rayados al interior de las máquinas son una anécdota. Se suman los robos de objetos como espejos y extintores, muy apetecidos para venderlos. "Apenas suben los sacan a patadas o con cortaplumas, y resulta que al final ¡nos sacan partes a nosotros por andar sin extintor!".
En lo personal también se cuida para no ser el blanco de los delincuentes: "Ando prácticamente solo con mis documentos y $ 300 para comprar algo. Uno no puede tener dinero o celulares a la vista, porque todo les llama la atención para robarlo, incluso la ropa".

Conductor relata el abuso que sufrió una mujer: "¡Y qué puedo hacer si el bus va lleno y no veo nada!"
 
Hasta hace algún tiempo, el conductor Luis Riquelme (57), quien circula en su bus por algunas zonas calificadas como peligrosas en San Bernardo, creía haberlo visto todo durante sus recorridos nocturnos. Pero había más: Hace un mes, una mujer se le acercó muy asustada "porque un tipo se masturbó a su lado... lo único que pude hacer es pasarle un paño para que se limpiara. ¡Y qué puedo hacer yo si la micro va llena, no veo hacia atrás y nadie dice nada... se esconden en la masa para cometer esos delitos!".

Meses antes también vivió un hecho que considera "terrible": "Recién había tomado la máquina por un cambio de turno y un grupo de 15 jóvenes estaba en la esquina esperándome para quitármela. Fui amenazado con tres pistolas, cuchillos... no me quedó más que salir corriendo porque, de lo contrario, quizás hubiera muerto". Cuenta que al día siguiente encontró el bus en medio de un sitio eriazo con los vidrios quebrados, se habían robado la batería y las ruedas.

Luis Riquelme, quien trabaja hace tres décadas en la locomoción colectiva, señala que en algunos sectores de la zona sur "la gente está tan mal que uno no puede decirle nada porque te agreden: quiebran los vidrios, nos rompen las puertas, tiran piedras y asaltan a los pasajeros. No se puede ni siquiera mirar a la gente en algunos barrios porque reacciona mal y uno puede resultar dañado".

Y ante los últimos hechos de violencia que vivió reflexiona: "Ni hablar de pedirles a algunos pasajeros que paguen el pasaje porque me llegan garabatos. Se suben en grupo, se esconden y no cancelan".
Así, no es difícil creerle cuando dice que requiere de un tratamiento sicológico.

Su colega y dirigente sindical Juan Vio es enfático: "Se requiere más vigilancia, más cámaras para seguridad o radios para comunicarse. Si le roban el teléfono al chofer, ¿cómo puede comunicar las urgencias?".

"¿Es normal que niños de 13 años me muestren armas porque no paro donde quieren?

Sergio Muñoz (65) cubre el sector norte de Santiago para Express.
Se queja: "¿Es normal que uno tenga que ver niños de 13 años en la calle que me muestren un arma cuando no he parado donde ellos quieren?
Debido a lo cansado que está por este tipo de situaciones, reconoce que cuando le toca trabajar en poblaciones peligrosas "simplemente paso, cumplo mi recorrido y no abro las puertas... cubro mi sector y me voy porque no estoy dispuesto a que suban personas a hacer una fiesta arriba.
No es todo: "Acá en la zona norte hay pasajes por lo que no pasamos porque comienzan a apedrear las micros", dice.

Aunque afirma que es difícil de creer, Muñoz añora los tiempos de las "micros amarillas". "Es que antiguamente uno andaba acompañado de familiares o amigos en los recorridos. Pero ahora, como el sistema no permite eso, uno se expone a que lo vean solo y lo ataquen. Ahora se puede ver a gente tomando cerveza en la micro o fumando como si nada ¡Eso no pasa en ninguna parte más que acá!", dice.

Y como medida de seguridad personal, Muñoz relata que "tengo prohibido a mi señora que me llame por teléfono cuando estoy trabajando, porque pueden robarme el celular. Todo les llama la atención a los delincuentes. Ando con el corazón en la mano por lo peligroso que es".

Muñoz agrega que debido a la amplia extensión de los buses "oruga", los conductores prácticamente pierden la visión de lo que sucede dentro de la máquina, sobre todo cuando van repletos de pasajeros en hora punta.

"Mientras uno va preocupado del tráfico, dentro del bus suceden asaltos a la gente. De eso no puedo percatarme y hasta diría que uno no puede meterse porque puede ser peor", acota.

(Más información en edición impresa de "La Segunda").

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