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El copiloto del avión estrellado en los Alpes: Más incógnitas que certezas

¿Qué enfermedad tenía el joven de 27 años? ¿Por qué pudo trabajar si estaba con licencia médica? ¿Nadie de su entorno social y laboral advirtió en él algún comportamiento anormal? ¿La decisión de estrellar el avión fue planeada con anterioridad o espontánea? ¿Cómo pudo superar las estrictas pruebas a las que se someten los pilotos?

por:  DPA
viernes, 27 de marzo de 2015

Andreas Lubitz, el copilto del vuelo 4U9525 de Germanwings, mientras participa en una carrera durante el Aerportrace en Hamburgo (Alemania) el 13 de septiembre de 2009.


Foto EFE

Berlín.- Tenía un problema de salud, estaba en tratamiento y logró ocultar ambas cosas: las nuevas revelaciones sobre el copiloto de Germanwings que al parecer estrelló a propósito su avión el martes con 150 personas a bordo abren nuevas preguntas en torno a un caso que suma giros imprevistos cada día.

¿Qué enfermedad tenía el joven de 27 años? ¿Por qué pudo trabajar si estaba con licencia médica? ¿Nadie de su entorno social y laboral advirtió en él algún comportamiento anormal? ¿La decisión de estrellar el avión fue planeada con anterioridad o espontánea? ¿Cómo pudo superar las estrictas pruebas a las que se someten los pilotos?

"Estamos frente a un caso que no podríamos haber imaginado jamás", señaló el director ejecutivo de Germanwings, Thomas Winkelmann, que dio a la catástrofe y la hipótesis del suicido del copiloto la calificación que pasa por la cabeza de muchos: "totalmente inexplicable".

La principal pregunta gira en torno al diagnóstico exacto del copiloto. Descartado de forma unánime cualquier motivación política, religiosa o terrorista, los investigadores registraron sus casas en Disseldorf y Montabaur, en el oeste de Alemania, en busca de documentos que probaran algún problema psíquico.

La fiscalía se limitó a constatar que encontró pruebas de "una enfermedad y el correspondiente tratamiento", pero no precisó cuál.

Diversas especulaciones en los medios alemanes quedaron sin confirmación o fueron abiertamente desmentidas, como un supuesto tratamiento por depresión en la Clínica Universitaria de Dusseldorf.

La baja médica también es un hecho. Que la ocultó, la hipótesis más probable: la ley alemana permite trabajar aun estando de baja. Lo que muchos se preguntan es cómo su problema pudo pasar por alto para colegas y vecinos, que hasta ahora lo describieron unánimemente como un joven "alegre, educado y deportista".

"Es un estereotipo muy frecuente: la gente que tras una tragedia dice que el responsable era amable, había ayudado a llevar una bolsa y demás", explicó el experto médico Christoph Specht en una especial sobre el accidente de la cadena de noticias n-tv. "La gente puede ocultar los problemas muy bien y que no se note".

Para el experto, esa misma capacidad sugeriría que el copiloto pudo planear con mucha antelación los hechos que le atribuye la fiscalía, "incluso aunque para su entorno haya parecido algo totalmente espontáneo".

La posibilidad de ocultar problemas explicaría también que el joven alemán lograse superar las estrictas pruebas practicadas por las aerolíneas regularmente a los pilotos, una de las conclusiones más alarmantes que deja el accidente.

El Centro Alemán de Aviación (DLR) responable de las pruebas explicó en detalle su alcance y su profundidad. "Pero el proceso no puede descartar todos los riesgos de desarrollos personales negativos, porque el diagnóstico de particularidades psiquiátricas no forma parte de los análisis psicológicos", señaló la DLR en un comunicado.

Tanto el sindicato alemán de pilotos como las aerolíneas insistieron hoy en defender las pruebas como suficientes y apropiadas. En cambio, las compañías alemanas sí adoptaron una primera conclusión práctica de la tragedia e introdujeron la norma que obliga a que haya siempre dos personas en la cabina de sus aviones.

Algunos cuestionan ya que esa medida descarte situaciones extremas como las del copiloto de Germanwings, que se encerró en la cabina aprovechando la salida del piloto antes de estrellar el avión. Y es que, como concluyó el experto Specht, si algo demuestra la catástrofe es que "el ser humano es una criatura asombrosa".
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