Narcos, sicarios, policías corruptos y asesinatos. El crimen en esa ciudad está desatado. Han atacado y amenazado a autoridades políticas, judiciales y periodistas. Además, tiene la tasa de homicidios más alta del país.
El 12 de febrero pasado, Ariel Avila, un joven de 21 años, fue asesinado justo cuando salía de su casa. Vivía en un popular barrio azotado por la delincuencia y la droga. Fue ultimado por una sola cosa: lo único que hacía era componer y cantar contra la violencia, el narcotráfico y las muertes en su barrio.
"Mi hijo escribía y cantaba lo que veía", aseguró su madre. "No lo hacía cualquiera", agregó ella. Pero esa osadía le costó la vida: un sicario lo mató de siete balazos. Al frente de su hogar había una propiedad que era utilizada por narcotraficantes.
Ya en un caso más reciente, ocurrido el jueves de la semana pasada, un periodista contestó el teléfono a las 4:30 de la madrugada. Del otro lado le decían que conocían todos sus movimientos y dónde vivía. La llamada con el mismo mensaje se repitió dos veces más tarde. Era una amenaza para que dejara de escribir sobre bandas criminales.
Cualquiera creería que estas dos historias pasaron en México. De hecho, sí pasan allá. Pero ocurrieron en la ciudad de Rosario, Santa Fe, Argentina, cuna del Che Guevara, del músico Fito Páez, los entrenadores Marcelo Bielsa y del "Tata" Martino, y del futbolista Lionel Messi.
Al joven rapero lo mataron en el barrio Empalme Graneros, una población de la ciudad de Rosario, y el periodista amenazado pertenece al diario La Nación de Buenos Aires.
Historias como estas hay muchas más y se repiten desde por lo menos el año 2012. Esta ciudad trasandina -la tercera más poblada del país- se ha visto inundada por las amenazas, la corrupción, las muertes por encargo, ajustes de cuentas y las drogas.
Todo empezó a escalar ese año cuando se desataron los enfrentamientos internos y externos entre bandas de narcos rosarinas. Así, los crímenes con sello de guerra narco no se han detenido desde el asesinato de Martín Paz, "lugarteniente" de la banda de Los Monos, la más grande de la ciudad.
Es tal la alarma que se vive, que hasta el mismo Papa Francisco se ha mostrado preocupado y comparó el tema de la droga en su país con lo que ha pasado en México.
"Cuidémonos de la violencia institucional para que no pase lo de México en Argentina, que hay 43 pibes que desaparecieron", dijo en octubre el pontífice en una audiencia con jóvenes argentinos en Roma, publicó el diario Perfil de Buenos Aires.
Y nadie se ha salvado. Ni el gobernador santafecino. Antonio Bonffati sufrió un ataque de 14 balazos a su hogar en octubre de 2013, del que salieron ilesos él y su familia. El ministro de Seguridad de Santa Fe, Raúl Lamberto, también fue amenazado y el ex secretario de Seguridad de la región Matías Drivet fue perseguido por un vehículo en una autopista rosarina también en 2013.
Según datos recientes entregados por el Ministerio de Seguridad Provincial, en Rosario, el 19% de los 260 homicidios que se producen al año están ligados al narco.
"La policía dice que (en la mayoría de los asesinatos) se trata de problemas de polleras (líos de faldas) o discusiones entre vecinos, para no investigar", aseguró el ex canciller argentino y rosarino Rafael Bielsa, apuntando que la cifra entregada oficialmente no es la correcta y que sería más alta.
Actualmente en Rosario, la tasa de homicidios es de 22 muertos por cada 100.000 habitantes. Con más de un millón de habitantes, tiene el número más alto de Argentina y cuatro veces mayor que el promedio del país. En barrios de la periferia rosarina, esta misma tasa sube a 30 personas por cada 100 mil habitantes, la misma que tiene la colombiana Medellín.
Uno de esos barrios azotados por los narcos rosarinos es Villa Gobernador Gálvez. Otrora polo de la industria frigorífica ganadera y separado del resto de la ciudad por el arroyo Saladillo, hoy es un hervidero.
Con 80 mil habitantes, atraviesa actualmente por la violencia extrema y la guerra entre bandas narcos que buscan expandir sus territorios. "Esta es una ciudad sin ley", asegura el párroco de Villa Gobernador Gálvez, Marcelo Franchini. Acá, agrega, la policía está ausente, escondida.
En esta sola localidad, el narcotráfico maneja casi US$ 250 mil millones al año, unas 15 veces más que el presupuesto regional, dice el diario La Nación. "No podemos competir. Los jóvenes buscan trabajo en los búnkeres (una especie de garita de drogas) o en el delivery de drogas. Ni piensan en ir a pedir trabajo a un frigorífico o a una automotora", asegura el ex alcalde de Villa Gobernador Gálvez Jorge Murabito.
En ese sentido, las bandas de narcos han llegado a pagar a un sicario -en su mayoría jóvenes que no pasan los 25 años- hasta unos US$ 62 mil dólares por un trabajo, según el diario Clarín. Esto, léase asesinar a uno de los líderes o familiares directos de bandas rivales o a quien simplemente de las altas esferas entorpezca su trabajo. Pero también existen los menos remunerados. A los menores de edad (hasta los 16 años) los transforman en "soldaditos" que tienen los más diversos encargos: desde matar a alguien de una banda rival de bajo nivel hasta vender droga. A ellos les pagan US$ 18 diarios.
Es tanta la plata que pagan a algunos sicarios, que en junio de 2013 cayó un joven de 22 años -acusado de asesinar a un líder narco de una banda rival de sus pagadores- en un lujoso auto BMW. El vehículo de alta gama recorriendo una zona de bajos recursos fue el que despertó las sospechas de la policía y fue detenido tras una persecución.
Por ejemplo, la banda de Los Monos -de paso, también una de las más atacadas por bandas rivales (han perdido dos líderes en dos años a manos de sicarios)- obtiene ingresos por más de US$ 114 mil a la semana por concepto de venta de drogas. Actualmente, 25 integrantes de esta banda, entre los que se encuentran empresarios y representantes de futbolistas, más diez policías, se encuentran procesados por la Justicia.
La casa de la jueza federal Laura Inés Cosidoy ha sufrido dos atentados por investigar la connivencia entre grupos de la policía santafecina y bandas de narcotraficantes. Además de una decena de amenazas.
Para ella hay un vínculo "evidente" entre narcos y algunos policías en Santa Fe. "La policía cobra cifras millonarias provenientes del narcotráfico y amenaza a jueces, fiscales y testigos que los denuncian", asegura el diario La Nación.
"Las cinco bandas más importantes que controlan la comercialización de drogas en la ciudad pagarían cada una un millón de pesos argentinos (US$ 127 mil) mensuales a jefes policiales para tener cobertura integral. Si detienen a un dealer, él sabe a quién llamar inmediatamente para resolver su situación", agrega la publicación.
Es así que desde 2012, al menos seis jefes de policía han sido apartados de sus cargos por tener presuntos vínculos con el narcotráfico y al menos más de 200 policías han sido investigados por lo mismo.
Los factores del crecimiento del narcotráfico en Rosario se deben a razones estratégicas y económicas, asegura el diario español El País. Acá se juntan las carreteras que conectan a la ciudad con Bolivia y Paraguay, países de donde sale la droga. Además, en la ciudad bañada por el río Paraná existen varios puertos privados que sirven para exportar la droga al exterior. También -como el terreno es plano- en los últimos dos años se han descubierto al menos 22 pistas ilegales para el aterrizaje para aviones, pero se cree que existen más de 500.
Otro de los factores fue el boom económico que experimentó la ciudad con la producción de soja en la Provincia de Santa Fe y su exportación por sus puertos, lo que generó grandes capitales. El dinero se invirtió en terrenos y edificios. Pero con las viviendas sobrevino una burbuja inmobiliaria. La gran cantidad de dinero que circulaba en la ciudad atrajo el dinero ilegal, apto para lavar, en proyectos inmobiliarios. Por ejemplo, a inicios de 2014, Rosario tenía cerca de 40.000 departamentos desocupados.
De momento, según agrega el diario madrileño, la penetración del narcotráfico en las estructuras del Estado argentino es sólo "incipiente":
Los narcos rosarinos de Los Monos no le llegan ni a los talones al cartel de los Zetas o a lo que fue el de Medellín.
Sin embargo, Eugenio Burzaco, ex jefe de la Policía Metropolitana, aseguró que "el avance del narcotráfico pone a Argentina a un paso de Colombia y México". "Al menos en Santa Fe, mi provincia, esta situación va a estallar sólo cuando se ejecute el magnicidio de un político o periodista", agrega Rafael Bielsa.