Eugenio Tironi y Marco Enríquez-Ominami, quienes vivieron en Francia y siguen su política, desmenuzan el momento clave del Presidente, tras anuncio de nuevo gabinete.
El Presidente Hollande con su flamante ministro de Economía, Emmanuel Macron.
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Todo un terremoto político vivió Francia esta semana, con el nombramiento del nuevo Gobierno consensuado por el Presidente François Hollande y el primer ministro Manuel Valls.
El flamante gabinete del Mandatario socialista plantea dos grandes novedades. La principal es que el clave Ministerio de Economía quedó a cargo de Emmanuel Macron, de 36 años, considerado el inspirador de las polémicas reformas económicas que el gobierno está llevando adelante, y ex socio de la banca Rothschild. El viene a ocupar el puesto de Arnaud Montebourg, quien precisamente, con sus fuertes críticas a la política de austeridad de Hollande y de la Canciller alemana Angela Merkel, desató la crisis de gobierno galo que derivó en el nombramiento de un nuevo equipo. Con una línea más resueltamente liberal, el nuevo gobierno galo buscará dinamizar una economía estancada y atajar un desempleo récord.
Por otro lado -con la salida de otros dos ministros disidentes- el equipo quedó sin ningún crítico de las profundas reformas que están en marcha.
"Hollande tenía un discurso pro inversión, pro empresa y Europa, pero tenía parte de su equipo que remaba en sentido contrario. Era insostenible y confirmaba una gran sospecha que hay sobre Hollande: que en el ánimo de permitir que su mayoría flote, no toma decisiones o las posterga. Es adicto a la negociación", destaca a La Segunda el sociólogo Eugenio Tironi.
El consultor, que el año pasado vivió una temporada en Francia para dictar dos cátedras en la Universidad de La Sorbonne, recalca que, en todo caso, el anuncio del nuevo ministro sigue la dirección en que ya transitaba el país. "El gobierno está sincerando un giro que empezó a dar en diciembre, cuando Hollande anuncia que va a darle prioridad a la reestructuración económica y al empleo. Eso supone fomentar la inversión, así que planteó un gran acuerdo con el mundo empresarial".
Así se refiere Tironi al Pacto por la Productividad, que implica rebajas de impuestos para las empresas, por 40.000 millones de euros; a expensas de los mayores recortes del gasto público de la historia moderna gala, por 50.000 millones de euros. Con los anuncios de esta semana, Hollande "marca un viraje definitivo", señala Tironi. "Enfrenta al ala más ortodoxa del PS y la saca del gobierno... Decide tomar el toro por las astas y jugarse todas las cartas por la facción liberal socialista", dice.
"Es la decisión que está esperando Merkel, Europa y el empresariado francés", acota Tironi. Sin embargo, no está exenta de costos políticos. "Es un acto de mucha responsabilidad republicana. El se está inmolando y deja absolutamente en duda la continuidad de los socialistas en el poder, en función de algo que Francia necesita", explica Tironi.
Para el ex candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami, quien se crió en Francia, el giro de Hollande responde, en parte, a factores externos. "Era inviable aceptar que sus ministros criticaran a Merkel, la socia de Francia y de la UE... Hollande opta por gobernar en sinfonía con los agentes económicos y no con el ala de izquierda de su partido. Pasaron de las promesas a las explicaciones". "Las izquierdas llegan como fuerza de cambios y muchas veces terminan como fuerzas administrativas de lo que quisieron cambiar", acota. Según él, no es el caso de Bachelet. "No veo disidencia en su gobierno. Más bien veo problemas de conducción política para convencer a los chilenos de que las reformas darán paz y mejorías a Chile".
El golpe de autoridad de Hollande y Valls profundiza la fractura ya existente en el Partido Socialista francés.
Además, genera el peligro de que el bloque pierda el apoyo parlamentario necesario para llevar a cabo las reformas. Es un tema clave, puesto que Valls anunció que en septiembre u octubre se someterá a un voto de confianza en la Asamblea Nacional.
Un escenario en el que Tironi auspicia "todo un rebarajamiento del mapa político francés". "Va a obligar a los socialistas a definir su postura. Un sector va a votar en contra, con lo cual se produce una fractura dentro del PS. Esto plantea un problema severo en la centroderecha porque seguramente parte de ella lo va a respaldar. La ultraderecha, el Frente Nacional, se va a oponer, lo que va a producir curiosamente una coalición tácita entre los grupos más de izquierda con el FN. Los sectores más de centro de la derecha van a construir una coalición con Hollande a la cabeza", señala Tironi.