Dos miradas equidistantes al fenómeno.
La Ley para la Inversión Extranjera, aprobada en marzo para atraer capital foráneo, la futura zona franca del nuevo megapuerto de Mariel, el surgimiento de negocios privados y la liberación del mercado de vehículos son parte de los cambios que vive la isla. Y que generan tantos apoyos como críticas.
El hecho de que se estén desarrollando algunos incentivos a la inversión extranjera y se esté permitiendo la compra venta de algunos productos como autos, reflejan claramente el fracaso del modelo económico y político impuesto por la dictadura de los Castro, que solamente han sido capaces de sobrevivir gracias a los generosos subsidios de países como Venezuela y, antes, de la Unión Soviética.
Ojalá no se queden en algunas medidas económicas, sino que también sean capaces de transitar hacia un modelo democrático que deje atrás la dictadura.
Permitir que las personas puedan desarrollar sus negocios va a ir poco a poco generando beneficios económicos en esas personas, que van a tener mayor autonomía frente al Estado. Probablemente esto va a generar una presión por mayores grados de autonomía y libertad económica.
En un país donde hay igualdad en torno a la miseria -salvo para los dirigentes del Partido Comunista y el gobierno, que gozan de enormes privilegios-, es probable que esta situación vaya cambiando. Por los momentos los cambios han sido tímidos y acotados.
La revolución cubana ha evolucionado como cualquier proceso que se tiene que ir enfrentando a los distintos momentos del contexto mundial. Los procesos son dinámicos y un proceso no mata a otro, son parte de un continuo.
Se ha dictado un nuevo código de trabajo, se está estimulando el autoempleo. Uno en las calles ve cómo deambulan taxis, algunos organizados como cooperativas.
Creo que los cubanos se han dado cuenta de que algunas de las premisas con las cuales construyeron su modelo hoy día están en tela de juicio. Y sin perjuicio de eso, preservan aquellas cosas que para los cubanos son esenciales. Esa tensión, que sufren todos los procesos en cualquier parte del mundo, es algo que están viviendo y uno tiene que mirar con mucho interés.
Están transitando a un proceso en que la igualdad se ha transformado en el eje de su planteamiento, con un Estado que entiende que hay iniciativas privadas que vale la pena desarrollar y preservar, pero manteniendo un esquema donde la planificación y el rol del Estado y el partido único siguen siendo muy relevantes.
