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A dos meses de cumplirse el cuarto aniversario del devastador terremoto 7,2 en la escala de Richter que azotó al país caribeño en enero de 2010, y que dejó unos 217 mil muertos y 1 millón y medio de damnificados, todavía hay cientos de miles de personas que siguen viviendo en los campamentos de emergencia.
La ayuda internacional comprometida no ha sido entregada en su totalidad. Y a esto hay que sumar la extrema pobreza, la falta de un Estado de Derecho, una epidemia de cólera y los huracanes. Se trata de factores que siguen posponiendo el ya eterno despegue del "nuevo Haití".
Desde que se independizó, todo lo que podía salir mal, al final salió peor. En 209 años de vida nunca fue capaz de desarrollar una economía viable, estabilidad política ni menos un mínimo nivel de desarrollo.
En 1804 se transformó en la primera república de esclavos negros en lograr su independencia de los europeos -de los franceses, en este caso- cuando unos 500.000 de ellos se rebelaron contra la minoría blanca, que casi en su totalidad fue aniquilada. Algunos incluso llegan a decir en Puerto Príncipe, la capital haitiana, que nunca fueron perdonados por Occidente tras este acto y que es por esto que continúan sus penurias. Además la independencia trajo como resultado uno de los primeros embargos a un país de la historia, minando el desarrollo de la joven República.
Como era un país de negros gobernado por negros -algo intolerable para la época-, Estados Unidos no reconoció a Haití hasta que su propio régimen esclavista se derrumbó en la década de 1860. Mientras que Francia, a pesar de los ideales de la Revolución de 1789, no reconoció a Haití hasta que éste le pagara varios millones de dólares de indemnización que desangró su economía hasta la década de los '40 del siglo pasado.
Al legado francés, vino después la ocupación de Estados Unidos entre 1914 y 1934. De 1957 a 1986 gobernó una dictadura liderada por el tristemente célebre François Duvalier, más conocido como Papa Doc y después por su hijo Jean-Claude Duvalier (Baby Doc) saqueando lo poco que tenía el Estado. Pero tras la caída de los Duvalier continuó la violencia, vinieron más golpes de Estado, la corrupción ya estaba enquistada en el alma nacional y la pobreza nunca bajó. Haití se transformaba en el país más pobre de América.
Hoy, con una población de 9,8 millones de habitantes, su PIB per cápita sobrepasa levemente los US$ 1.000 según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El 70% de la población está bajo el umbral de la pobreza y vive con menos de dos dólares diarios. El 40,6% no tiene trabajo. El Estado no provee servicios básicos como agua potable, energía ni seguridad. Además, es el único país de la región que no garantiza enseñanza primaria a los niños. Según el último índice de Desarrollo Humano, está en el puesto 161 de 186 países. Ocupa el último lugar de América, lejos de Guatemala, que está 133 de la lista.
Haití, además cumple con "todos los requisitos" para ser un Estado fallido: se trata de un fracaso total en lo social, en lo político y en lo económico. Presenta altos índices de corrupción, de criminalización, de desplazados, de deslegitimación del Estado, deterioro de los servicios públicos, de Derechos Humanos y del nulo rol de los aparatos de seguridad estatales. Todos estos factores evaluados por The Fund for Peace para posicionarlo en el número 8 de la lista de Estados fallidos entre Afganistán y la República Centroafricana (ver infografía).
Con este sombrío panorama, la ONU asegura que esta debilidad institucional es el gran problema que frena el despegue de Haití, porque sin un Estado de Derecho no hay cómo hacer que los inversores extranjeros se interesen en el país.
Pero pesar de que todos los factores analizados por The Fund for Peace, Robert Maguire, analista experto en Haití y director de The Elliott School of International Affairs de la George Washington University , afirma a "La Segunda Sábado" que "hay que tener cuidado al etiquetar a Haití como un Estado fallido", y ponerlo al mismo nivel de Somalia, que ocupa el primer lugar de la lista del ranking.
"Haití sí tiene instituciones, hay elecciones y tiene una sociedad civil organizada". A esto, hay que sumarle sus fortalezas, como lo son su cohesión social: no hay estado de guerra interna, no sufre de divisiones sectarias ni religiosas y su fuerte identidad nacional construida a partir de la negritud.
"Siempre he sostenido que es el Estado haitiano el que le ha fallado a la nación haitiana, a las personas, debido a los malos gobiernos que no han estado interesados en la creación, mantenimiento y fortalecimiento de un verdadero contrato social con el pueblo", agrega el experto.
"Cuando (el gobierno) actúa, es sólo por relaciones públicas. Esto último se está convirtiendo en el modus operandi del actual gobierno de Haití (de Michel Martelly), que muestra sólo fachadas mientras que no aborda las causas profundas de los problemas, mientras parecen estar muy decididos a enriquecerse con el acceso a los recursos del Estado, contratos, etc.", explica.
Para Maguire, resulta extraño que un país que se siente tan orgulloso de sus raíces haya tenido líderes tan egoístas "con pocas excepciones, como el de Rene Preval". "Pero más que un Estado fallido, yo diría que Haití es un 'Estado vacío', con todas las apariencias de un Estado, pero con poca capacidad. Además, otro factor que ha jugado en contra es la emigración masiva de talentos tanto al extranjero o para trabajar en organizaciones extranjeras en Haití que ha debilitado la misma capacidad del Estado", agrega. Así, el 83% de los haitianos con educación universitaria reside fuera del país, según datos de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD).
Al respecto, Jonathan M. Katz, periodista y autor del libro "The big truck that went by: How the World came to save Haiti and left behind a disaster" , afirma a "La Segunda Sábado" que también la etiqueta de "fallido" que le han colgado a Haití algunos medios de comunicación, es muy discutible, a pesar de la precariedad en que se encuentra. "Es más importante decir que el Estado haitiano ni cumple las necesidades de la población, ni tiene responsabilidad ante el electorado, ni puede garantizar los derechos humanos", asegura.
Katz, también asegura que es cierto que "actualmente no hay guerra, ni la amenaza de un conflicto civil entre la población". Para él, el término "Estado fallido" o "Estado frágil" ha sido usado "frecuentemente para justificar intervenciones que han contribuido a la desecación de las instituciones".
Concordando con ambos expertos, el autor de los libros "Haiti: The Tumultuous History" y "The Slaves who Defeated Napoleon", Philippe Girard , asegura desde Puerto Príncipe a "La Segunda Sábado" que "tampoco describiría a Haití como un Estado fallido".
"A diferencia de un país como Somalia, Haití tiene un gobierno central y no está sumido en una hambruna. Pero sí se trata de un 'Estado cuestionado'". Girard dice que los principales problemas de Haití son la inestabilidad política "que gracias a Dios comienza a mejorar en algo" pero que "su mala reputación" es finalmente otro de los factores que le ha pasado la cuenta.
Fue entre los años 2010 y 2011, tras el terremoto, que más de 50 países prometieron entregar casi US$ 10 mil millones para los trabajos de reconstrucción y ayuda. A 46 meses sólo US$ 5.300 millones han sido enviados, un poco más de la mitad y en la realidad no se han visto avances muy significativos. Según Naciones Unidas, Haití recién este año está volviendo a la misma situación en que se encontraba para antes del terremoto. Es decir, continúa como el epicentro de la pobreza en Occidente.
La directora del Center for Hemispheric Policy de la Universidad de Miami, Susan Kaufman Purcell , afirma a "La Segunda Sábado" que "es muy difícil ayudar de forma efectiva a un país como Haití, cuyas instituciones políticas son débiles o inexistentes".
La experta agrega que "uno de los grandes desafíos que enfrenta el país son los altos niveles de corrupción". Así, ambiciosos proyectos de ayuda quedan atascados por conflictos ideológicos, trabas, burocracia, problemas logísticos, contratación de personal, escasez e incluso por el clima. Las nobles promesas de "reconstruir algo mejor" quedan ahí, en el tintero, según publicó el diario The New York Times.
"La reconstrucción de Haití ha sido lenta debido a muchas razones, incluyendo el hecho de que existe una incapacidad pública y limitados actores públicos que no han mostrado urgencia. Además los actores extranjeros que asignan los fondos a las organizaciones se 'devoran' la mayor parte de ellos antes de que lleguen a Haití", asegura Maguire.
Mientras que Kaufman Purcell afirma que "no estoy convencida de que el envío de gran cantidad de ayuda tenga un efecto sustentable en el desarrollo. Sería mucho mejor que la ayuda fuera entregada directamente a la gente necesitada".
Pero hay esperanza. Hoy por fortuna, ningún factor externo puede impedir el despegue de Haití. Además está ubicado en medio de una zona de paz y relativa quietud, no como otros estados considerados fallidos rodeados de guerras, crisis e inestabilidad constantes. Además todos los países cercanos a Haití son más ricos.
En ese sentido, según cuenta Girard, Haití aún tiene una oportunidad para salir del profundo hoyo en que se encuentra debido a "la proximidad a grandes mercados como el de Estados Unidos, para exportar bienes, por la gran cantidad de habitantes que posee podría ser bueno para el sector ensamblador, tiene una cultura atractiva y un potencial turístico en una región como el Caribe que es visitada por millones de personas al año. Por esto tiendo a ser optimista".
Mientras que, según cuenta desde Puerto Príncipe a "La Segunda Sábado" el antropólogo de la Northern Illinois University, afiliado a l'Université d'État d'Haïti y columnista de The Huffington Post, Mark Schuller , algunos sectores del Estado haitiano, "según las investigaciones que he realizado en terreno", están comenzado a funcionar bien.
"Tres de ellas, en particular, merecen una mención: la DINEPA (Dirección Nacional de Agua Potable y Saneamiento) que tuvo éxito en establecer normas y el logro de resultados en el tratamiento de agua en los campamentos. De hecho logró un 100% de cobertura en el campo de Cité Soleil, un barrio popular de la capital. La otra es la UCAONG (Unidad de coordinación y administración de las ONG), quien aumentó el número de ONG para que éstas presenten un informe anual. Y finalmente el Ministerio de la Mujer, que después del terremoto trabajó mucho para combatir la ola de violencia de género. El experto dice que así, con estos avances, "Haití está lejos de ser condenado al olvido".