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Midiendo el "poder blando" de Estados Unidos: ¿Está en baja la influencia norteamericana en el mundo?

Estados Unidos sigue siendo la primera potencia bélica y económica del planeta, por lo que su "poder duro" no está en duda. Pero "el dinero y la fuerza militar no lo es todo", reconoció el propio Presidente Obama tras ser reelecto, y existe actualmente un debate sobre si la política exterior de la Casa Blanca durante lo que va del siglo y escándalos como el provocado por Edward Snowden no han erosionado el otro tipo de influencia estadounidense, esa que se ejerce mediante la atracción de las ideas, los valores y los argumentos.  

por:  Pablo Rodillo M.
sábado, 21 de septiembre de 2013
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"Todo el mundo habla sobre la declinación de Estados Unidos", decía un reciente artículo de la agencia Associated Press, una percepción que parece compartir el del 60% de los estadounidenses que cree que su país está en decadencia, según un sondeo de la cadena BBC, y que se refleja en libros con títulos como "That Used to be Us" (Lo que solíamos ser), de los politólogos Thomas Friedman y Michael Mandelbaum, quienes sostienen que EE.UU. se quedó atrás en un mundo que él mismo inventó.

Según la revista Foreign Affairs, a la potencia del norte se la culpa, a grandes rasgos, de tres cosas: no hacer lo suficiente para combatir la pobreza en el mundo; obstruir los esfuerzos para enfrentar el deterioro del medio ambiente y el cambio climático; y ser un obstáculo a la paz mundial. Más allá de la fortaleza o debilidad de los argumentos utilizados para sostener lo anterior, esas tres creencias que estarían estarían reduciendo la capacidad de EE.UU. para convencer a otros actores gracias a la legitimidad de sus políticas y de los valores que las sustentan. Es decir, estaría perdiendo eso que Joseph Nye, profesor de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, bautizó hace años como "poder blando".

Según explica Nye a La Segunda , el poder blando se basa principalmente "en la capacidad de conseguir lo que se quiere mediante la atracción, en lugar de amenazando o pagando. Se fundamenta en la cultura, los ideales, las instituciones y la políticas".

En otras palabras, "el dinero y el poder militar no lo es todo", como dijo el Presidente Obama en su discurso tras ser reelegido el año pasado.

Pero, ¿existe realmente esa pérdida de poder blando norteamericano? ¿Acaso el empuje de Hollywood, el prestigio de tener las universidades más importantes del mundo o los más de 270 premios Nobel otorgados a norteamericanos ya no ejercen el peso de antaño?

Después de todo, aunque en algunas partes del mundo se venden banderas estadounidenses sólo para quemarlas después en medio de enardecidas protestas "anti-imperialistas", los artistas de EE.UU. siguen llenando conciertos, los cánones estéticos y culturales norteamericanos siguen marcando pauta internacionalmente (desde el cine a la comida), y las tecnologías desarrolladas por empresas estadounidenses como Google, Facebook o Twitter siguen siendo las más revolucionarias (al punto de que se les atribuye un rol en fenómenos tan dispares como la "primavera árabe" y los "indignados" de España).

Poder blando en baja

Como explica Nye en su libro "La Paradoja del Poder Americano", tanto el poder "blando" como el "duro" son esenciales para ejercer liderazgo y, de hecho, se complementan entre sí.

Presidentes como Woodrow Wilson, Franklin D. Roosevelt y John F. Kennedy, escribió el analista Peter Kennedy, "tuvieron en común el ingenio y la inteligencia para saber combinar lo que le convenía a su país con lo que le convenía al mundo, o a gran parte de él. Convencieron a millones de personas en todo el planeta de que debían tener fe en el compromiso, el juicio y el liderazgo de EE UU y, por consiguiente, tomarse en serio las propuestas de la Casa Blanca".

Desde luego, la influencia y el prestigio son siempre relativos y están en permanente flujo, pero Kennedy coincide con muchos expertos cuando afirma que el gobierno de George W. Bush (2000-2008) marcó un punto de inflexión a la baja, pues se disparó la impopularidad de Estados Unidos alrededor del mundo.

"La capacidad de convencer a otros países desapareció y la simpatía mundial tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 se evaporó", afirma Kennedy. En 2008, según una encuesta Gallup, la aprobación internacional de Estados Unidos llegó a un 34%; en Europa bajó al 18%, con 58% de rechazo.

Según dijo a La Segunda el analista político Peter Mathews , eso no es de extrañar. "EE.UU. había acumulado una buena cantidad de poder blando con su liderazgo durante la Segunda Guerra Mundial, y después, con el Plan Marshall. Pero perdió algo de él con sus intervenciones militares y encubiertas en Irán (1953), Guatemala (1954), Chile (1973) y Nicaragua (1979)". A eso le suma el apoyo a la Contra anti sandinista, la guerra de Vietnam, la invasión de Irak en 2003 sin mandato de la ONU, y ahora, la aparente disposición de Obama a atacar al gobierno sirio por utilizar armas químicas, aun sin el respaldo de la comunidad internacional.

Según Matthews, medidas como el rescate financiero a los bancos de Wall Street durante la crisis mundial de 2008, por instrucción de Washinton, junto a temas como la inexistencia de armas de destrucción masiva en Irak y el postergado cierre de la cárcel de Guantánamo, dañaron la credibilidad de EE.UU. y, por ende, le restaron influencia y capacidad de maniobra.

Revelaciones como las que hizo recientemente el ex contratista de seguridad Edward Snowden, exponiendo un sistema de espionaje a nivel global con participación del gobierno y empresas norteamericanas, han empeorado las cosas.

"El poder blando de EE.UU. se ha reducido y sus opciones en política exterior también. Las acciones del Presidente Obama en las últimas semanas lo han demostrado", asegura Mathews, al referirse a la aceptación del plan de Rusia para desmantelar el arsenal químico del gobierno sirio. "Creo que se podría decir que la voz de EE.UU. pesa un poco menos en el ámbito internacional hoy, que cuando Obama asumió en enero de 2009", finaliza.

Pero la influencia continúa

"Quien les diga que Estados Unidos está en declive o que nuestra influencia menguó, no sabe de qué habla", aseveró el Presidente Obama en su mensaje sobre el estado de la Nación de 2012.

Joseph Nye concuerda y asegura que no ve actualmente "una declinación del poder blando de EE.UU.".

Según explica el académico de Harvard, "aunque existan problemas en áreas específicas, como en Medio Oriente, recientes encuestas de la cadena BBC y el centro Pew muestran que EE.UU. mantiene alto su atractivo en otras regiones, particularmente en Asia, donde supera a China a pesar de todo el dinero que Beijing está invirtiendo para aumentar su poder blando". Para él, Washington mantiene su influencia gracias a los valores de la sociedad y la cultura estadounidenses, "los cuales siguen siendo admirados por el mundo".

"A veces nos enfocamos mucho en los gobiernos y no en las relaciones tan profundas que existen a múltiples niveles, como las universidades, la prensa, la industria del entretenimiento, etc.", comenta a La Segunda e l subsecretario de Defensa para el Hemisferio Occidental, Frank O. Mora.

Aunque aseguró que el caso Snowden "sí ha tenido un impacto, en el mundo de la globalización las relaciones hay que verlas más allá". Estados Unidos mantiene una gran influencia "por las relaciones culturales, de migración o las remesas, y por intercambios profundos entre la sociedad norteamericana y otras sociedades".

Según Nye, la pérdida de poder blando por parte de Estados Unidos se debe más a "una percepción que a una realidad", y obedece a "patrones cíclicos" que se han manifestado en los últimos cincuenta años. Hoy, de hecho, la imagen positiva del país llega al 41% a nivel mundial, de acuerdo con una encuesta Gallup de marzo pasado. El rechazo a las políticas de Washington, en tanto, marcó 24%.

Mantener la hegemonía

Aun sí, coinciden los expertos, para que Estados Unidos siga ejerciendo su influencia debe perseverar en sus esfuerzos por acumular capital "blando". Y puede empezar por casa.

"Debe innovar, modernizar sus instituciones. Ya lo hemos hecho en el pasado y, si lo hacemos de nuevo, podremos mantener la influencia internacional. No se trata del debilitamiento de EE.UU., sino más bien de su incapacidad para adaptarse a los cambios tan dinámicos que se están produciendo en el mundo", afirma Mora.

Como escribió recientemente el ex ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Shlomo ben Ami, "ya pasaron los días en que el poder militar y la política de subversión podían garantizar la influencia estadounidense. Actualmente, una potencia mundial es una que puede combinar el dinamismo económico y una cultura popular con un alcance mundial basado en intereses compartidos, y EE.UU. está mejor posicionado que cualquier otra potencia en este sentido".

A juicio de Nye, será el multilateralismo en las relaciones exteriores lo que favorecerá a Estados Unidos a conseguir sus objetivos.

"Hace ya tiempo que no somos un mundo bipolar. Hay otras potencias y otros países que ejercen influencia en el mundo. Esto es porque ellos se han fortalecido y han mejorado su status. Pero, por el momento, se trata del crecimiento de esos países más que de un debilitamiento de Estados Unidos", concuerda Mora.

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