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Acoso a LAN: El plan de los K que tiene en la mira a las transnacionales

Lo vivido por la línea aérea chilena en Argentina durante este año es un capítulo más de lo mal que lo pasaron, y están pasando, las inversiones extranjeras en Argentina. Desde 2008 que el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández ha incrementado las medidas proteccionistas, en el marco de un plan para fortalecer al Estado como regulador y administrador. El rol que juega el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, en la traba a las importaciones, y el papel del movimiento ultrakirchnerista La Cámpora en la nacionalización de empresas.  

por:  Pablo Rodillo M.
sábado, 31 de agosto de 2013
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"Los resultados han sido pésimos, porque han espantado a posibles inversores y han privado al país de enormes oportunidades", afirma a La Segunda el diputado nacional del Pro, Pablo Tonelli, al comentar el hostigamiento que han vivido y siguen experimentando algunas empresas extranjeras por parte del gobierno argentino y que ahora vive en carne propia la aerolínea LAN.

El anuncio oficialista de que la compañía chilena debía dejar su hangar del aeropuerto "Aeroparque Jorge Newbery" de Buenos Aires, haciendo peligrar sus operaciones de cabotaje en ese país, es sólo un grano de arena más en una playa de proteccionismo o "nacionalismo económico" que espanta a los inversores extranjeros de Argentina. "Y esto hay que cambiarlo. Es lo que corresponde en una república que se precia de cumplir la ley", asevera Tonelli.

Después de que la Justicia acogiera el amparo presentado por LAN para frenar el desalojo de su hangar en el AeroParque, el gobierno argentino salió al ruedo asegurando que su propósito no era terminar con las operaciones de esa línea aérea en el país. Pero al mismo tiempo le encargaba al CEO de la LAN un informe técnico para que explicara "por qué es inviable operar sin el hangar de Aeroparque". De momento, y tras las "cordiales reuniones" que tuvieron este jueves el gerente general, Ignacio Cueto, con el viceministro de Economía de ese país, Axel Kicillof, los planes de desalojo kirchneristas no han sufrido variaciones.

También hay que recordar la poca credibilidad que a La Casa Rosada le va quedando. Mal que mal, fue el gobierno de Néstor Kirchner quien no cumplió los contratos firmados de envío de gas a Chile y todavía está latente el caso de la española Repsol, que en 2003 aportó un millón de dólares a la campaña presidencial del fallecido mandatario, para que nueve años después fuera expulsada. La misma ex presidenta Michelle Bachelet decía, según los documentos del Departamento de Estado filtrados por WikiLeaks en 2011, que Argentina tenía "problemas de credibilidad".

Trabas y presiones a empresas extranjeras

En los últimos diez años de gobierno kirchnerista, una marcada política proteccionista ha afectado directa e indirectamente a empresas internacionales. Por diferentes motivos, ya sean leyes, decretos, normas o presión, a las compañías foráneas se les hace cada vez más difícil operar en ese lado de la cordillera.

Estas políticas se han traducido en trabas a las importaciones, nacionalizaciones de industrias estratégicas -ahora administradas por grupos afines al gobierno- y presiones a empresas extranjeras que compiten con las estatales. Con esto, el gobierno K continúa con su plan de fortalecer al Estado como regulador y administrador. Busca así favorecer la industria nacional, impulsar el superávit comercial, frenar la fuga de dólares y obligar, si se da el caso, a que empresas extranjeras elaboren sus productos en el país.

Aunque en la historia económica de Argentina siempre ha habido algún tipo de proteccionismo, los datos apuntan que éste se ha acrecentado desde la llegada del matrimonio Kirchner al poder. En ese sentido, desde noviembre de 2008 -ya con Cristina Fernández instalada en la Casa Rosada- se han adoptado 197 medidas de este tipo. Como dice la prensa española, "las empresas extranjeras ya están sobre aviso" de lo que está ocurriendo.

Y políticos y analistas ven en la actual mandataria la principal impulsora de estas barreras comerciales. "La ideóloga de todo esto es la Presidenta", dice a La Segunda, desde Buenos Aires, Rosendo Fraga, Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. Mientras que el diputado nacional de la Unión Cívica Radical (UCR), Juan Pedro Tunessi, en conversación con este diario, también le achacó la responsabilidad a la Mandataria.

"El sistema hasta ahora funcionó estimulando adhesiones en torno a un relato ficticio donde se presenta al gobierno como parte de una epopeya liberadora, una lucha épica contra los molinos de viento. Pero la falta de reglas claras, estables y las presiones han generado un clima de negocios poco amigable y ahuyentan la inversión que es una de las mas bajas de la región y eso perjudica el empleo y el progreso social", dice el parlamentario radical al criticar las políticas proteccionistas del gobierno k.

Porsche y BMW exportan vino argentino

Detrás de este "nacionalismo" comercial, Cristina Fernández tiene a sus principales ejecutores, aquellos que velan por el cumplimento de la ideología kirchnerista: el polémico Guillermo Moreno, secretario de Comercio, y la cada día más influyente agrupación La Cámpora. Con diferentes estilos y modos de operar, ambos -Moreno y La Cámpora- parecen compartir el mismo objetivo: complicar a la inversión extranjera.

En el caso de las trabas a las importaciones, el "todoterreno" Moreno -como lo llaman allá- es el que actúa, norma y ejecuta. Por ejemplo, según el diario La Nación, existe una "orden oral" donde se les exige a diferentes empresas extranjeras que compensen sus importaciones exportando productos argentinos. Es así como las marcas de autos Porsche y BMW exportan vino, aceite de oliva y arroz para ingresar sus vehículos. Mientras que Adidas exporta muebles para así comercializar sus artículos deportivos importados.

"(Guillermo) Moreno llama y te dice exactamente qué puedes importar y qué no", aseguró un ejecutivo de una firma internacional. "El gobierno no deja rastros en papel. Todo se hace de forma verbal, para que nadie se pueda quejar después. Es como trabajar con la mafia", agrega. Y a las empresas extranjeras no les queda otra que acatar. No quieren que el recaudador de impuestos, la justicia o alguna medida se les tire encima.

Debido a esta política, muchas firmas cerraron sus operaciones en Argentina. Es el caso de marcas como Armani, Polo, Calvin Klein, Kenzo, entre otras, que no aceptaron las presiones del gobierno. Otras, como Petrobras y Esso, dejaron sus cadenas de estaciones de servicio y claramente apuntan a reducir sus actividades.

De paso, también han generado inconvenientes a los importadores locales, que ven cómo sus productos adquiridos en el exterior se apilan en aduanas.

Pero, contrariamente, uno de los efectos que ha producido esta política de trabas a las importaciones es que algunas empresas, principalmente tecnológicas, se han instalado con plantas de ensamblaje en suelo argentino para poder comercializar sus productos. Como resultado, el 94% de los televisores que se venden en el mercado local son ensamblados en el sur del país. Pasa lo mismo con los microondas, sistemas de aire acondicionado y algunos modelos de teléfonos celulares de la canadiense Blackberry, la taiwanesa HTC y la finlandesa Nokia.

Y esta política está lejos de acabarse. "El gobierno argentino, después de la reciente derrota electoral, parece evitar cualquier medida o actitud que pueda ser vista como un signo de debilidad o retroceso", proyecta Fraga.

Las expropiaciones K

Las expropiaciones de empresas extranjeras en Argentina comenzaron en 2006, cuando gobernaba Néstor Kirchner. Ese año se les quitó la concesión de aguas en Buenos Aires a la compañía francesa Suez y a la española Aguas de Barcelona.

Esto se acrecentó para el primer gobierno de Cristina Fernández, cuando en 2008 se nacionalizaron los fondos de pensiones privados, donde cuatro de las siete AFJP (el símil de las AFP chilenas) eran de capitales extranjeros. Además,la señora K reestatizó ese mismo año Aerolíneas Argentinas-Austral, perteneciente al grupo español Marsans. Y durante su segundo mandato, en 2012, se hizo con el 51% que tenía la española Repsol de la petrolera argentina YPF. Ahora, al parecer, va por más.

El caso más emblemático, por tamaño, fue el de Repsol. Se trata de una empresa a la que el fallecido Néstor Kirchner había presionado y forzado a introducir socios argentinos cercanos a él en su propiedad (el grupo Petersen). Pero, tras su muerte, en 2010, las cosas cambiaron. "Ellos no entendieron, hicieron las cosas mal y así les fue", sentenció Moreno al explicar la estatización de YPF. El gobierno argentino acusó a la compañía hispana, junto a una campaña mediática realizada por La Cámpora, de no hacer las inversiones necesarias y bajar la producción de crudo.

¿Qué tienen en común todas las expropiaciones realizadas en la era de Cristina Fernández?

Cinco de los siete nuevos directores de YPF tras la nacionalización pertenecían a La Cámpora y este grupo controla actualmente Aerolíneas Argentinas, el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (Pami) y la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses). Su cerebro: Axel Kicillof (41 años), actual viceministro de Economía y conocido por su inclinación intervencionista. "La Cámpora es la expresión del kirchnerismo más puro", apunta Fraga.

"El Estado argentino está siendo parcelado en favor del grupo de poder interno que se disputa porciones de él. El gobierno construye poder asociando empresas a los negocios del gobierno, en procesos poco claros y opacos, que siempre benefician a los mismos. Hay una gran confusión entre lo público y lo privado, pero para La Casa Rosada la acumulación de dinero representa poder", explica el diputado Tunessi.

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