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Carlos Ominami habla sobre protestas en Brasil: Son una "tarjeta amarilla" por no enfrentar temas de desigualdad

Uno de los pocos políticos chilenos que mantiene vínculos con el Partido de los Trabajadores (PT) señala que "nosotros también somos un país que está en ebullición y que tiene efervescencia social".

por:  Cristóbal Heiss, La Segunda
martes, 18 de junio de 2013

El ex senador PS, Carlos Ominami, es uno de los pocos políticos chilenos que mantiene vínculos con el Partido de los Trabajadores de Brasil (PT), formación política de la actual Mandataria brasileña, Dilma Rousseff.

Desde esa vereda, el presidente honorario de la Fundación Chile21 indica a "La Segunda" que las históricas manifestaciones del lunes en Brasil "tienen sorprendido al mundo político", y al aterrizar esa situación en Chile explica que es posible que aquel descontento se replique en nuestro país.

- ¿Qué está detrás de la ira de los brasileños?

-Tengo la impresión que las manifestaciones tienen que ver con la ira y las críticas de los sectores medios. Ellos son gente que ha logrado mejorar sus niveles de vida, pero que tienen expectativas y demandas mayores que el sistema no logra satisfacer.

Es una "tarjeta amarilla" por no enfrentar temas de desigualdad y de estabilidad social de forma radical. No obstante, esto es delicado, pues Brasil es justamente un país que ha avanzado mucho en esos temas.

- Conociendo de cerca el partido político de Dilma Rousseff, ¿cuál puede ser el "mea culpa" de la Presidenta?

-Todavía es bien complicado reaccionar mientras los acontecimientos están en desarrollo.

Un elemento importante es el tremendo gasto y esfuerzo que está haciendo Brasil para las Olimpiadas y para el Mundial de Fútbol.

Se ve que la gente dice "mucha plata para el mundial y grandes estadios", pero eso sólo beneficia a una parte y no al conjunto de la población.

Hay unas tremendas inversiones en los recintos deportivos y eso genera problemas e irrita mucho a la ciudadanía, y con cierta razón.

- ¿Qué conclusión se puede sacar para Chile?. ¿Puede ser un adelanto de lo que podría sucederle eventualmente a Michelle Bachelet?

-No hay que personalizarlo. La Presidenta Rousseff tiene más de un 60% de popularidad, no sé con cuánto va a quedar ahora.

Esto te demuestra que las popularidades individuales finalmente no son garantía de nada. Hay mucha gente ahí que quiere a la Presidenta Rousseff, pero eso no la inhibe de hacer el espectáculo de ayer en el Congreso Brasileño, que fue muy fuerte.

- ¿Podría esto extrapolarse a la realidad chilena?

-Las experiencias son específicas. Está el tema de las inversiones de los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol, que son detonantes fuertes, que no es nuestro caso. Sin embargo, son luces de advertencia; además, nosotros ya tenemos movilizaciones.

La semana pasada tuvimos a 100 mil jóvenes en la calle. La gente tiende a acostumbrarse a esto, pero nosotros también somos un país que está en ebullición y que tiene un alto nivel de efervescencia social. El mundo político y empresarial son bastante ciegos, no se dan cuenta de que tenemos un nivel de crítica social y descontento que ha aumentado muy fuertemente. No digo que no vaya a suceder en Chile, pero no estamos vacunados y en cualquier momento se nos pueden producir situaciones.

Tengo bastante temor de lo que está ocurriendo, pues en las presidenciales comienzan a proliferar los "ofertones", aumentan las expectativas, y esto puede coincidir con un período donde baje la economía mundial para el 2014. Ahí ya tienes dos elementos que son importantes y que en su combinación podrían ponernos en situaciones bien delicadas.

 
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