Uno de los pocos políticos chilenos que mantiene vínculos con el Partido de los Trabajadores (PT) señala que "nosotros también somos un país que está en ebullición y que tiene efervescencia social".
Desde esa vereda, el presidente honorario de la Fundación Chile21 indica a "La Segunda" que las históricas manifestaciones del lunes en Brasil "tienen sorprendido al mundo político", y al aterrizar esa situación en Chile explica que es posible que aquel descontento se replique en nuestro país.
- ¿Qué está detrás de la ira de los brasileños?
-Tengo la impresión que las manifestaciones tienen que ver con la ira y las críticas de los sectores medios. Ellos son gente que ha logrado mejorar sus niveles de vida, pero que tienen expectativas y demandas mayores que el sistema no logra satisfacer.
Es una "tarjeta amarilla" por no enfrentar temas de desigualdad y de estabilidad social de forma radical. No obstante, esto es delicado, pues Brasil es justamente un país que ha avanzado mucho en esos temas.
- Conociendo de cerca el partido político de Dilma Rousseff, ¿cuál puede ser el "mea culpa" de la Presidenta?
-Todavía es bien complicado reaccionar mientras los acontecimientos están en desarrollo.
Un elemento importante es el tremendo gasto y esfuerzo que está haciendo Brasil para las Olimpiadas y para el Mundial de Fútbol.
Se ve que la gente dice "mucha plata para el mundial y grandes estadios", pero eso sólo beneficia a una parte y no al conjunto de la población.
Hay unas tremendas inversiones en los recintos deportivos y eso genera problemas e irrita mucho a la ciudadanía, y con cierta razón.
- ¿Qué conclusión se puede sacar para Chile?. ¿Puede ser un adelanto de lo que podría sucederle eventualmente a Michelle Bachelet?
-No hay que personalizarlo. La Presidenta Rousseff tiene más de un 60% de popularidad, no sé con cuánto va a quedar ahora.
Esto te demuestra que las popularidades individuales finalmente no son garantía de nada. Hay mucha gente ahí que quiere a la Presidenta Rousseff, pero eso no la inhibe de hacer el espectáculo de ayer en el Congreso Brasileño, que fue muy fuerte.
- ¿Podría esto extrapolarse a la realidad chilena?
-Las experiencias son específicas. Está el tema de las inversiones de los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol, que son detonantes fuertes, que no es nuestro caso. Sin embargo, son luces de advertencia; además, nosotros ya tenemos movilizaciones.
La semana pasada tuvimos a 100 mil jóvenes en la calle. La gente tiende a acostumbrarse a esto, pero nosotros también somos un país que está en ebullición y que tiene un alto nivel de efervescencia social. El mundo político y empresarial son bastante ciegos, no se dan cuenta de que tenemos un nivel de crítica social y descontento que ha aumentado muy fuertemente. No digo que no vaya a suceder en Chile, pero no estamos vacunados y en cualquier momento se nos pueden producir situaciones.
Tengo bastante temor de lo que está ocurriendo, pues en las presidenciales comienzan a proliferar los "ofertones", aumentan las expectativas, y esto puede coincidir con un período donde baje la economía mundial para el 2014. Ahí ya tienes dos elementos que son importantes y que en su combinación podrían ponernos en situaciones bien delicadas.