Benedicto XVI le mandó a hacer sus zapatos rojos a mano.
Desde su llegada, y hasta el día de hoy, Arellano ocupó un pequeño puesto en el barrio de Borgo Pio, cercano a la ciudad del Vaticano, en Roma. Ahí practica el arte que aprendió desde joven: la fabricación de zapatos a mano.
Como era de suponer, muchos de sus clientes eran sacerdotes y religiosos o funcionarios próximos al Vaticano.
Así fue como comenzó a conocer a ciertas "celebridadees", como les llama a autoridades religiosas. Y un día llegó a su pequeño puesto nada menos que el Papa Benedicto XVI.
Claro que cuando comenzó a acudir a su tienda no era el sumo Pontífice. "Cuando era cardenal, venía aquí como cualquier persona normal para arreglar sus zapatos", cuenta Arellano a Infobae.
De ese modo comenzó a conocer los gustos de Benedicto, y el Papa a apreciar la calidad de este manufacturero. A tal punto, que le encargó la gran responsabilidad de fabricarle los emblemáticos zapatos rojos. Así, quedaron desvirtuadas las especulaciones que sugerían que el Papa calzaba la marca exclusiva Prada.
Con las medidas del líder de la Iglesia Católica ya en su poder, el artesano peruano pudo crear en 2011 los mismos mocasines que Benedicto XVI usó durante la ceremonia de beatificación del Papa Juan Pablo II.
El pequeño negocio que tiene Arellano, con olor a pegamento y estantes pulidores de zapatos, podría pasar inadvertido... si no fuera porque el Papa lo tuvo en la mira y se convirtió en su cliente fiel. Arellano espera que después del 28 siga siéndolo.
El peruano Antonio Arellano se especializó en la manufactura fina.