El diagnóstico del presidente de la Asociación Internacional de Críticos de Arte.
Una ventana al mundo del arte ofrece Marek Bartelik, presidente de la Asociación Internacional de Críticos de Arte.
Polaco-estadounidense, Bartelik tiene una amplia formación en arte (ver recuadro) y estuvo en nuestro país a propósito de la exposición del artista venezolano Oswaldo Vigas (1943-2013), en el Museo Nacional de Bellas Artes.
"Merece atención internacional, es una de las grandes figuras en arte contemporáneo... Cuando la gente iba a Europa, él no era sólo venezolano. Para muchos europeos representaba todo el continente, esa idea de lo que era Latinoamérica, como Matta o Wifredo Lam", comenta.
Bartelik plantea una visión analítica del arte contemporáneo, que a su juicio "se hizo muy conceptual".
Todo parte de una herencia que se ha sobreexplotado. "No soy un gran admirador de Duchamp, reconozco su contribución al arte moderno y contemporáneo. No lo cuestiono, pero dio forma a una idea de arte que no considero revolucionaria. Su contribución se dio en un tiempo particular. Pero cómo lidiamos con el legado de Duchamp, creo que abusamos".
En todo caso, para él, ¿qué es arte revolucionario?
"Creo que estamos esperando una nueva revolución en el arte, y que no estamos en una etapa revolucionaria. Históricamente tuvimos Renacimiento, Manierismo y Barroco... Estamos en una hibridización posmoderna... Creo que el nuevo Barroco va a llegar".
Por otro lado, considera que "el arte contemporáneo se hizo más burócrata".
"El curador, que es el hombre del medio, la persona que facilita las cosas entre la audiencia y el artista, está teniendo cada vez más poder... Cuando vas a una apertura,estás entre muchos artistas y dices «soy un crítico» la mayoría se va. Si dices que eres curador o coleccionista, se van a quedar contigo", asegura.
"Los críticos de arte son menos poderosos que antes. Ahora son más los curadores y hasta coleccionistas quienes dicen lo que está de moda. Es una buena situación porque nos coloca en igualdad frente al artista... Los críticos podían hacer o destruir a alguien famoso. Creo que ya no tenemos ese poder. Eso está bien, para mí. No necesito crear artistas, los artistas se crean a sí mismos".
Por otro lado, cree que "una gran parte del arte se hizo muy conciente a nivel social" y esto, a su juicio, genera arte caricaturesco. "Caricaturas de la realidad que no considero muy atractivas", acota.
Un buen equilibrio en este sentido lo logra, a su juicio, Alfredo Jaar. "Tiene un lado muy humanista, no es la política por política. Creo que tiene todos los componentes del arte con un mensaje. Es hermoso y tiene un mensaje que no es didáctico, como «esto es sobre la miseria». Tiene un elemento poético que me gusta y es accesible porque tiene una presencia visual fuerte", detalla.
A la vez, critica la falta de originalidad de muchos artistas y destaca que el concepto de copia es diferente en cada país, citando de ejemplo los chinos, que "no tienen vergüenza" de copiar.
"No estoy interesado en ideas perezosas. De los artistas espero inteligencia, no sólo poner cosas ahí y decir «ése es mi mundo». Todos tenemos un mundo, quiero que tu mundo sea especial de alguna forma y desafíe el mío".
Con interés monitorea los cambios en el quehacer de los críticos de arte, cuyo espacio en los medios, dice, está disminuyendo.
"Había críticos de arte funcionando entre historiadores del arte, escribiendo para publicaciones académicas, y había periodistas escribiendo críticas muy populares y perfiles de los artistas. Los críticos no eran historiadores del arte, pero tampoco periodistas. Tenían una función especial en la que tenías que estar informado, saber escribir y ser espontáneo. Ese espacio se ha encogido".
"Uno de los problemas es que la crítica estaba alejándose lentamente del lector promedio, que no necesariamente está informado sobre qué es arte contemporáneo, pero está interesado... Tenemos que ver cómo podemos comunicarnos de manera que una persona promedio, que no sabe de arte, pueda entender".
Insiste en que "mientras exista arte, la crítica será parte de la conversación". Sin embargo, hay varios desafíos por delante.
"Les digo a mis estudiantes que es muy fácil rechazar cosas. Pero que no rechaces a priori: El «no me gusta» es tonto e infantil. Tienes todo el derecho de rechazar lo que quieras, pero debes estar involucrado en eso. Requiere conocimiento".
Bartelik estudió arte en la Escuela de Bellas Artes de París, tiene una Maestría en Ciencias en Ingeniería Civil de la Universidad de Columbia y un doctorado en Historia del Arte de la Universidad de Nueva York.
La asociación que dirige reúne a 4.500 críticos en 63 secciones nacionales en todo el mundo.