Una escritora, decidida a encontrar el amor, narra en The New York Times cómo puso en práctica un experimento que hace 20 años enamoró a dos desconocidos.

La fórmula fue creada por el psicólogo norteamericano Arthur Aron y consta de 36 preguntas que, cada vez, se vuelven más personales. El experto probó en un laboratorio su experimento con varias parejas. 

Seis meses después, dos de los participantes estaban casados.

Con estos datos, Mandy Len Catron decidió poner en práctica el estudio e invitó a un conocido de su universidad a realizarlo. Se juntaron en un bar y comenzaron con preguntas como: ¿Te gustaría ser famoso? ¿De qué forma? ¿Cuándo fue la última vez que cantaste a solas?

Cuando preguntó por "tres cosas que tú y tú compañero tengan en común", él la miró y dijo: "Creo que los dos estamos interesados el uno en el otro".

"Se creó una especie de intimidad acelerada que recuerdo del campamento de verano: quedarme despierta toda la noche con un nuevo amigo, intercambiando los detalles de nuestras cortas vidas".

Los momentos más incómodos, dice la escritora, fueron cuando tuvo que opinar de su interlocutor.

"El estudio del doctor Aron se centra en cómo creamos cercanía interpersonal", afirma Catron, y agrega "es realmente sorprendente oír lo que alguien admira de ti". Terminaron a medianoche. "Y nos demoramos mucho más en acabar que los 90 minutos del
estudio original", añade.

Otras preguntas eran: ¿Qué hace que un día sea perfecto?; si pudiera vivir hasta los 90 años con la mente o el cuerpo de alguien de 30, ¿a quién elegiría?; ¿tiene alguna idea de cómo va a morir?; ¿qué es lo que más le agradece a la vida?; ¿cuál es su recuerdo más terrible?; ¿cuál es el papel del amor y el afecto en su vida?; ¿qué tema es demasiado serio para hacer chistes?; si se fuera a morir esta noche sin poder comunicarse con nadie, ¿qué es lo que más lamentaría no haberle
dicho a alguien?; ¿por qué no se lo ha contado aún? Y la 36: Cuente un problema personal y pídale a su pareja que le dé consejo.

Luego pregúntele a su pareja cómo cree que usted se está sintiendo sobre este problema.

Les quedaba mirarse cara a cara por 4 minutos.

Ambos decidieron seguir con el experimento en el puente, en el bar era "demasiado público". "La noche era cálida y yo estaba completamente despierta. Caminamos al punto más alto y después nos giramos para
quedarnos cara a cara. Toqué torpemente mi móvil para poner el cronómetro".

Y concluye: "Nos enamoramos. Aunque es difícil darle todo el mérito al estudio (podría haber ocurrido de todas formas), las preguntas nos ofrecieron un camino hacia una relación que sentimos como voluntario y deliberado. Pasamos semanas en el espacio íntimo que creamos esa noche, esperando a ver en qué podía convertirse. El amor no nos ocurrió. Estamos enamorados porque tomamos la decisión de estarlo".