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Autora del libro "Cuicoterapia": "En vacaciones, el cuico busca estar lejos de la clase media"

Josefina Reutter analiza el estilo de verano que le gusta a la élite: los lugares de moda y las costumbres vigentes.  

por:  Roka Valbuena
viernes, 02 de enero de 2015

La analista de cuicos, Josefina Reutter, autora del libro "Cuicoterapia", el hit de diciembre y el cual retrata a los distintos personajes del ABC1, está a punto de entrar al Club de Polo. Es una maniobra audaz: ella, 36 años, ingeniera comercial activa, madre de tres hijos parcialmente rubios, casada con un esforzado hombre normal, no es socia del club, pero sí tiene determinación. Planea burlar a los guardias poniendo una cara sofisticada.

-He entrado otras veces -lanza con fe.

-Calma.

-Hay que tener actitud -replica.

Al interior del club se halla la élite. Empresarios con botas de polero a la rodilla, abogados importantes que juegan tenis, señores que toman horchata en el bar mirando el vacío. Son los primeros indicios de las vacaciones de la alta sociedad.

-En una de esas entramos -anuncia Josefina, ya en la puerta del Polo. Hay que cruzar este cerco de guardias, gente entrenada para neutralizar a los frescos. El auto va hacia la puerta, y justo un guardia da un alarido preventivo. Ordena que se detenga el vehículo.

-Josefina, ¿qué hacemos?

-...no sé... -y, por primera vez, captamos que su mirada es de confusión.

Verano

Un rato antes había aterrizado en el corazón de Alonso de Córdova, en la mítica cuadra lujosa. Se paseó a sus anchas entre tiendas y ofertas caras. Y habló, abiertamente, del verano del estrato alto.

-Sigue liderando Zapallar.

-¿Cachagua se maleó?

-Sigue siendo interesante para los cuicos. Claro que hay mucho demócrata cristiano y políticos de izquierda.

Santo Domingo aún es un excelente nicho para el cuico tranquilo. Los lagos sureños también están vigentes. Otorgan paz y escasa interacción con otros estamentos sociales. Surge el balneario de Matanzas como una alternativa moderna, plagada de surfistas de La Dehesa. La Serena es para la clase media emergente. El norte, en líneas generales, es para el chileno medio. La elegancia está en la zona sur.

-¿Pero qué busca el ABC1 en sus vacaciones?

-Estar lejos de la clase media. Lo que más le interesa al cuico es siempre estar distante de la clase media y bien cerca de los suyos.

El mayor peligro de la élite, dijo, es que los emergentes van detrás de ellos. Son plagiadores de estilo. Si un grupo de millonarios de estirpe coloniza una playa desconocida, al tiempo se instalarán allí miembros efusivos de la clase media. Familias numerosas y mucha comida. Josefina sostiene, con pavor, que, en ese caso, la playa se llenará de sandías. Una playa con cáscaras es el infierno para una familia de élite. Por eso, afirmó, "los cuicos muchas veces optan por veranear en lugares hostiles".

-¿De qué habla?

-El cuico va a lugares que no sean tan atractivos. Lugares con playas horribles, como Santo Domingo. O con caminos difíciles, como en el sur. O con arriendos carísimos, como Zapallar.

-¿Cuál es el objetivo?

-Desencantar a los emergentes. La idea es mantenerlos lejos. Si el lugar no parece atractivo, ellos no irán.

Y repasó, conmovida, el caso de Pucón, un ex balneario fino en sus palabras. Hoy, alertó, "ha sido tomado por el chusmerío". Hay tacos a toda hora, gritos, gente que traslada el plasma en el techo del auto y a la abuela en el asiento trasero. Es, en fin, el nuevo Reñaca, confesó afectada.

-¿El cuico aún disfruta con la playa?

-Al cuico le encanta la playa.

Todavía se dan esas reuniones de hombres al borde del mar: a torso desnudo y con las manos enlazadas por la espalda. Las mujeres, a su vez, se estrujan al sol. Dedican la tarde a hablar de dietas y a untarse cremas con disimulo. Es que, argumentó la analista, "al cuico no le gusta que lo vean hacer algo doméstico en público. Como echarse crema".

-¿El rubio todavía es un pelo bien apreciado entre los cuicos?

-El rubio, aunque no se diga de frente, sigue siendo el color que todos quieren.

Suele ser un espectáculo muy estimulante en el estrato alto ver a un matrimonio que entra a la playa rodeado por una constelación de hijos rubios. Josefina conoce a personas que, desesperadas por el pelo oscuro de sus hijos, los rocían todos los días con spray de manzanilla. "Nadie lo dice, pero un rubio es un rubio. Siempre es un motivo de orgullo. Y siempre tendrán la vida más fácil", lanzó convencida.

-¿Y es verdad que la panza siempre es digna entre los hombres cuicos?

-Absolutamente. Corresponde, eso sí, a generaciones mayores. Pero una panza bien hecha, sin ser excesiva, es parte de la tradición.

Hizo una pausa, contempló el panorama de Alonso de Córdova y estalló.

-¡Mira! -gritó en ese instante.

De forma inesperada, Josefina de pronto distinguió a dos mujeres de la élite, dos rubias santiaguinas con tostado de piscina, y las calificó de cuicas standard con tiempo libre. Son flacas, agregó, como todas las cuicas. No se estilan los cuerpos inflados en el estrato superior. "Las cuicas se cuidan como locas", detalló la experta. Lo fundamental de la mujer cuica es el cuerpo afinado. En el caso de los hombres, como siempre, lo esencial es generar los recursos. Ellas están bonitas y ellos cada mañana salen a cazar los billetes.

Polémica

Antes del libro, fue el blog: ambos usan la misma etiqueta, "Cuicoterapia". El libro lo publicó hace unas semanas, el blog lo inició hace ochos meses y produjo un fenómeno. "Es que el tema de los cuicos genera mucho interés, no sé por qué", apuntó. Detalló en estos trabajos que hay cuicos para todos los gustos: el supremo, el tradicional, el progre, el abajista.

-¿Cuál es el cuico por excelencia?

-El cuico supremo. Está por sobre el bien y el mal.

Ese cuico abre brechas. Es un espécimen misterioso, poco visible, ajeno a la publicidad. Se viste con libertad y le copian la tendencia. Puede comprar su ropa en el Líder y no sentirá pánico. El resto de los cuicos, en general, están uniformados. Todos hacen lo mismo que el resto por el profundo temor a cometer un error estilístico. Es el famoso "Qué dirán".

-¿Cuál es el cuico que está en alza?

-El progre. Es cuico, pero lo trata de tapar con su onda.

El libro lo escribió con sarcasmo, pero, a veces, el mundo ABC1 se codea con el drama. A mitad de semana un titular dejó al país con una ministra menos: "En clínicas cuicas hay familias conservadoras que han hecho abortar a sus hijas", fue la frase que dijo a este diario la hasta entonces ministra de Salud Helia Molina. El impacto la forzó a renunciar. La autora de "Cuicoterapia" se refirió al tema.

-Entre los cuicos el pavor a lo que dirá el resto es tan grande que hacen esas cosas con absoluta reserva. Todavía hay cuicos que prefieren un aborto a un escándalo.

-¿Pero el ABC1 no es bien religioso?

-Cuando el cuico está contra la pared no piensa en la religión o la ética. Primero, siempre, está el qué dirán.

Supone que los adolescentes de la élite se han desatado en asuntos eróticos. El sexo ya es cotidiano y los embarazos se ocultan. Los cuicos, por lo demás, afirma, no son de hielo. "Son fogosos, pero les da pudor hablar de sexo", concluyó.Y ahí fue cuando se dirigió al Club de Polo.

La puerta se cerró

Está a punto de ocurrir algo espantoso, aquí, en la entrada del club. El guardia se acerca al auto que quiere ingresar sin permiso.

-¿Dónde va? -pregunta el hombre de seguridad.

-Queremos tomar algo -simula la analista.

-¿Usted es socia?

-...

-¿Hay algún socio que la esté esperando?

-...

-No puede entrar, dama.

El auto retrocede con complejo de inferioridad y Josefina murmura que el plan fue imperfecto. Para entrar al Polo, ese búnker, no hay que titubear. Se debe lanzar a gritos el apellido de un socio, un refinado de cepa, un Tisné o un Alemparte, o bien, hay que adoptar una conducta de heredero y exigir que abran la puerta. Como sea, Josefina acaba de sufrir un fuerte revés sicosocial. Pero no se deprime.

-¿Pero usted es cuica o no es cuica?

-No soy cuica. Pero un cuico jamás dirá que es cuico -y entonces, desde afuera, con dignidad, se queda mirando con nostalgia las canchas de polo que esta vez no pudo pisar.

 
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