Esta investigadora neozelandesa está desde agosto estudiando los pueblos mapuche y maorí.
Foto JAVIER PIZARRO
¿Sabe alguna palabra en mapudungún?
-Mari, mari kom pu che (¡Hola a todos!)
-¿Y mari chi weo? ("Diez veces venceremos", grito de guerra mapuche).
Los ojos de la antropóloga maorí Marama Muru-Lanning se agrandan con sorpresa. "Esa palabra aún no", dice en inglés. Luego reconoce: "Mi conocimiento de palabras mapuche está más relacionado al tema medioambiental".
A fines de agosto la profesional de la Universidad de Auckland se instaló en Villarrica -como profesora visitante- para iniciar una investigación comparativa entre los pueblos mapuche y maorí, la raza aborigen de Nueva Zelanda y a la cual ella pertenece mediante la tribu Waikato Tainui.
Y tiene la intención de quedarse un par de meses más para completar su trabajo. Por estos días vino a Santiago para participar en un seminario organizado por el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas de la Universidad Católica.
"Aquí todo es asombroso. En Nueva Zelanda todo es muy pulcro. Uno se viste formal para ir a hablar con un político o entrevistar a los líderes maoríes en sus oficinas. Pero en el sur de Chile para ir a cualquier parte uno se tiene que poner ropa abrigada, más cómoda, viajar por rutas complicadas, pasar por bosques donde no hay baños... Todo es muy emocionante", relata con entusiasmo.
"Pero me gustaría ver a más indígenas chilenos en las universidades, compartiendo, participando más. Ver aimaras, atacameños, mapuches, tal como lo hacen los maoríes en Nueva Zelanda", explica la intelectual, la primera de su familia que llegó a la educación superior.
Con más de tres meses de estadía ha podido advertir un rasgo desagradable y asegura que "hasta que no se supere la discriminación racial en Chile será difícil avanzar".
Le pasó en Pucón cuando, al momento de pagar en una tienda, una niña rubia la sobrepasó en la fila: "La empecé a retar y le pedí que se fuera atrás porque yo y otras personas estábamos primero. Me miró y le pareció extraño que yo hablara inglés. Quizás pensó que yo era rapanuí o mapuche".
En Santiago, tuvo otro episodio al salir a comer con su marido y su hijo: "La gente empezó a mirarnos desde las otras mesas. No podían creer que un hombre de rasgos arios estuviera conmigo".
Hasta ahora las comunidades mapuches le han mostrado diferentes lugares: en Puerto Saavedra, Lago Budi, Galvarino, Curacautín, Pucón, Carahue y Curarrehue. Pero nada cerca de la zona de conflicto como Ercilla o Temucuicui: "Probablemente porque soy una visita, nuestros encuentros se han centrado más en mostrarme la Araucanía: los ríos, los lugares de pesca, los pájaros. La relación que tienen con ellos. He visto muchos lugares hermosos, pero no hay mapuches viviendo allí. Y cuando he visitado las comunidades me he dado cuenta de que ni siquiera yo viviría ahí porque no es la mejor tierra. Se nota que están forzados a vivir en tierras que ellos no escogieron, en donde no están ni sus ancestros ni su identidad", indica.
La identidad cultural es precisamente una de las razones que la trajeron a Chile. Viene a replicar estudios que ya hizo en Nueva Zelanda sobre cómo la explotación de los recursos naturales (privatización, dice ella) cambia la relación entre los indígenas y el desarrollo. Lo hizo con financiamiento de la empresa eléctrica neozelandesa Mighty River Power (MRP), la misma que participa en el proyecto térmico Curacautín.
"Estamos viendo el significado que tienen en las diferentes tribus los distintos recursos que sirven para producir electricidad (la energía geotérmica, ríos, eólica). Para algunos estos elementos son dioses o parientes", dice.
Agrega: "En Nueva Zelanda los indígenas se consideran los guardianes de estas reservas. Y por eso, la pregunta de mi investigación es: ¿Cómo las tribus pueden proteger más los recursos? ¿Comprando acciones de las compañías que los explotan u oponiéndose a ellos?".
Una de sus hipótesis es que en ocasiones "el tener una acción en estas compañías les da poder para poder decidir".
Pero no es lo único. También desea aclarar "por qué las transnacionales de Nueva Zelanda vienen a Chile y por qué aquí se permiten hacer cosas que allá no están permitidas".
-En 1860 le quitan toda la tierra.
-Surge el Movimiento Monárquico Maorí que inicia una "resistencia pacífica", al amparo de la ley y el sistema judicial.
-En 1995 se le compensó con US$ 170 millones y la reina Isabel II les pidió perdón públicamente.
-Hoy la tribu es dueña de varios hoteles y del mall más grande de Nueva Zelanda.