Ochos años han pasado desde que cambió el rumbo de su vida. "Yo viví la violencia, a mí me pusieron una pistola en la cabeza, a mi señora también, nos quitaron a mi hija que tenía 8 meses. Una tortura sicológica que duró el asalto", recuerda como si fuera ayer Gonzalo Fuenzalida.

En adelante, comenzó una pública cruzada, formó la ONG Víctimas de la Delincuencia -hoy fundación- y llegó al Parlamento como diputado RN donde está impulsando cambios pues reclama que la balanza de los derechos está cargada hacia los imputados y asegura que las víctimas "son muy maltratadas por los jueces en los mismos tribunales", por interrogatorios que las exponen.

"En 2006 no había nada para proteger a las víctimas. Había que hacer algo concreto más que gritar que las cosas estaban mal. Antes de llegar al Parlamento, pasé por el Gobierno (de Sebastián Piñera), me hice cargo del programa de apoyo a víctimas, lo dejamos listo para transformarse en servicio nacional que está comprometido en el programa de la Presidenta y espero que lo haga en estos cuatro años", enfatiza. "Después de que me asaltaron es mi sueño que sea permanente".

-Pero la delincuencia va en aumento. ¿Le frustra el ritmo del Congreso para enfrentar estos temas?

-Es frustrante muchas veces, me costó mucho adaptarme, el paso por el Ejecutivo me ayudó a entender la lógica pública. Pero los tiempos parlamentarios son lentos, las discusiones muchas veces bastante estériles. Entré en la política hace poco, porque eres más escuchado como político que como ciudadano.

Al Parlamento le falta sintonía con los problemas que le importan al ciudadano. Y me indigna que en los debates se tomen posiciones ideológicas y se hable de números, cuando detrás hay vidas.

-¿Cómo logró recuperarse usted?

-Mi caso fue un poco excepcional, yo pasé a contar mi historia innumerables veces, fue como una catarsis. Pero como familia pudimos enfrentar esto ayudando a otros en Santiago y regiones, transformando algo que era súper feo. Eso a uno lo va limpiando.

-Muchos no se atreven a ir a un juicio. ¿Cómo lo enfrentó?

- El juicio es como vivir un segundo delito. Logramos condenar a la banda. Cuando la víctima logra una sentencia condenatoria de alguien que entró a tu casa y violentó el lugar más sagrado que uno tiene, sientes que se cerró un capítulo y que puedes volver a vivir sin miedo.

La lucha que comenzamos en 2006 nos ayudó a dejar atrás ese episodio. Y también ves casos mucho más terribles, familias que han sufrido homicidios, un asalto en su casa con violación. Eso te hace pensar que viviste una circunstancia intimidante, pero estás con vida e íntegro.

-La delincuencia es de esos temas en que varios se culpan. ¿Falta una rendición de cuenta de las autoridades?

-Hay cuota de responsabilidad de todos. La delincuencia es como un auto sin freno hoy en Chile, que no respeta ningún tipo de semáforo. A las policías hay que devolverles la autoridad; hay que dotar de recursos a los fiscales, pero también hay que exigirles resultados; e invertir fuerte en prevención y rehabilitación.

Hay una lucha ideológica y sectores sobre todo en la izquierda no están por darle ninguna atribución a las policías para control. Y en los jueces, sobre todo de garantía, hay un sesgo ideológico preocupante. Algunos condenan en la ley de drogas; otros no la aplican.

Lo importante es que haya una conducción y se apriete.

-¿Apunta al Gobierno?

-La delincuencia no es uno de los temas primordiales del Gobierno, está más preocupado de ciertas causas más ideológicas.

-¿Hace una autocrítica por la promesa incumplida del gobierno anterior, de poner fin a la puerta giratoria?

-Fue una promesa de campaña que ningún gobierno puede cumplir. La expectativa se comió todo lo bueno que se puede haber hecho.