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Ex asesor del alcalde de Londres: "Desde muchos puntos, la calidad de vida en Santiago es sorprendente"

Ricky Burdett, director de LSE Cities, propugna la figura del "alcalde mayor" para planificar a largo plazo.

por:  Patricio Pino, La Segunda
jueves, 09 de octubre de 2014

"En la City de Londres hasta los millonarios usan los buses".


Foto FERNANDO HERRERA

De visita para participar en la conferencia internacional «Chile: Re evolución urbana», organizada por la Cámara Chilena de la Construcción, el profesor y director de LSE Cities (instituto de la London School of Economics que estudia el desarrollo de las ciudades), Ricky Burdett, entrega su receta para planificar Santiago con una mirada de largo plazo.

El experto en estudios urbanos, profesor visitante de la Universidad de Harvard y ex asesor arquitectónico del alcalde de Londres y de los Juegos Olímpicos del 2012, conoció de cerca la puesta en práctica del «mayor» de la capital inglesa, figura que -dice- le cambió el rostro a la ciudad, aminorando la congestión y el desarrollo inmobiliario poco armónico.

-Eso parece más fácil de lograr en países desarrollados.

-No, porque he estudiado 30 grandes ciudades del mundo y no es algo que se trate del primer, segundo o tercer mundo, de países ricos o pobres, sino que de mirar el largo plazo versus corto plazo. Hay ciudades en Latinoamérica y Asia que están pensando en el largo plazo, como hay otras en EE.UU. que miran el muy corto plazo.

-¿Y cuáles son las dificultades?

-Probablemente tres: la institucionalidad, la inversión y el apoyo de la comunidad. A menos que estén alineadas no es posible lograrlo.

-¿Dónde ubica usted a Santiago institucionalmente?

-Está donde Londres estaba hace 30 años. Pero lo positivo es que es posible cambiar las cosas en 20 años. Desde muchos puntos de vista, la calidad de vida de Santiago es sorprendente. Tiene la ventaja de ser una ciudad contenida, no como Ciudad de México. Tiene un clima generoso y una tradición europea en el estilo de sus calles. Los ingredientes básicos de una buena ciudad están aquí. Pocas en el mundo los tienen.

-¿Cómo avanzar?

-Tengo la impresión de que esta ciudad ya está interesada en mejores soluciones para gobernarse, sin decisiones fragmentadas en varias alcaldías. Hacia allá fueron Estambul, Shanghai. También Londres desde el 2000, que tiene un alcalde mayor elegido, con una visión estratégica de largo plazo -el Plan Londres- en transporte, policía, seguridad, medio ambiente y vivienda. Cada distrito decide cómo interpretar esa gran estrategia.

-¿Y esto cómo contribuyó a una mejor ciudad?

-El primer alcalde mayor hizo algo increíblemente controvertido, algo que sería muy difícil acá: imponer cobros por congestión. Si uno quería ir al centro en auto -la City- tenía que pagar 15 dólares al día. Todos sus consejeros le dijeron que no, argumentando que a los ingleses no les gustaban los cambios y jamás lo volverían a elegir. Ignoró esos consejos y el tráfico de autos se redujo en 20%, mientras que el de bicicletas aumentó en 10% y el uso de buses por parte de la clase media se duplicó.

-Acá al Transantiago se suben quienes no tienen otra alternativa.

-Parece que en Santiago el problema del tráfico aún no está resuelto, pero hace quince años en Londres teníamos el mismo problema. Hoy el 98% de las personas que va a la City -que tiene una milla cuadrada- lo hace en bus. Eso quiere decir que hasta los millonarios usan los buses. Eso es porque se invirtió en buses, ciclovías y subterráneo.

-¿De dónde salió el dinero?

-El alcalde expresó que habíamos decidido, colectivamente, invertir mucho dinero en generar un vínculo subterráneo de alta velocidad, que costó miles de millones de dólares. Y eso fue dinero público más algo de inversión privada. La razón por la cual el gobierno dio el dinero fue porque el alcalde hizo «lobby», pero no era su «lobby», era el nuestro.

-¿Cómo queda en este esquema la inversión de los privados?

-Siempre está la tensión entre la inversión privada y el control público. Eso queda claro en Santiago, que al igual que Londres tiene una tradición mercantil bastante fuerte y el control de los procesos de la ciudad es débil. El truco es equilibrar las necesidades del sector privado con las necesidades públicas de largo plazo.

-¿Dónde podría funcionar eso?

-Como Santiago, Londres tiene áreas que antes fueron industriales o ferroviarias y hoy están desocupadas. Una es King Cross, de 200 hectáreas, en que un desarrollador inmobiliario ha trabajado por 20 años, con inversiones por 3.000 millones de dólares. Llegó una universidad de 7.000 estudiantes y Google. Por ley tiene que haber 30 por ciento de viviendas sociales. Todo eso se pudo hacer porque el alcalde estableció objetivos de lo que tenía que suceder en esa zona.

-Aquí se habla de que finalmente Santiago se juntará con Valparaíso y Rancagua. ¿Cree posible esa conurbación?

-La geografía juega un rol importante. No sé lo suficiente para profundizar, pero ciertamente hay regiones metropolitanas de multicentros, que pueden ser muy grandes, como en Alemania con Dusseldorf, Stuttgart y Dortmund. O en Holanda, donde se puede vivir en Rotterdam, trabajar en Amsterdam y ver una presentación artística en La Haya... pero porque existe un sistema de transporte público. Si uno planifica bien la región de Santiago-Valparaíso-Rancagua todo es posible. Y si no se piensa como una región coherente, sólo habrá problemas para viajar y ciudades como Valparaíso, que son tan singulares, van a perder sus cualidades.

 
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