En el mundo empresarial lo llaman el destructor William, porque "a veces pienso distinto y no tengo delicadeza al decir ciertas cosas", admite.
"Llego a las 7:00 horas a trabajar. Me acuesto con las gallinas, a las 22:00 horas estoy haciendo tuto", cuenta el empresario Roberto Fantuzzi. Y es que el ingeniero comercial, quien representa el interés del sector exportador manufacturero a través de Asexma, no tiene problemas con fijar compromisos a primera hora de la mañana.
Así lo demostró con esta entrevista y al llegar puntual a la cita del ministro de Economía, la semana pasada, para informarse de los nuevos cambios del Sernac.
-Al salir de la reunión con Céspedes sobre el proyecto del nuevo Sernac, usted dijo que no podría haber sido mujer porque le cree a todo el mundo.
-Eso es efectivo.
-¿Es una persona crédula o más bien inocentona?
-Religiosamente hablando, dejé de ser católico cuando murió mi hermano Angel (en diciembre de 2002, atropellado por su propio tractor). Pero reconozco hidalgamente que mi casa se parece al Vaticano, porque está lleno de curas. Es que mi señora es muy católica y tiene muchos amigos jesuitas.
-¿Y sus amigos también son jesuitas o de todo orden?
-De todo orden, pero guardo profunda admiración por Felipe Berríos, con quien trabajé en las cárceles, y con el ex capellán del Hogar de Cristo, Agustín Moreira, el "cucho" Moreira. He trabajado mucho con los curas incluso con Gerardo Joannon con quien colaboré en Uniendo Mundos, agrupación que reunía a jóvenes profesionales del barrio alto con la gente que necesitaba su asesoría de sectores más modestos.
-¿Qué piensa de lo que le está pasando a Joannon?
-Tengo un temor enorme de que se saque de contexto. La sociedad castigaba muy fuerte a la chiquilla que quedaba embarazada. Si no hace mucho, la echaban de los colegios católicos y todavía creo que no las dejan estar en ellos (embarazadas). Entonces no vengamos a tirar la piedra y a esconder la mano. La Iglesia tiene mucha responsabilidad sobre ese aspecto, porque la condena social partía en ella, que abandonaba a la chiquilla.
-¿Usted cree en la inocencia de Joannon?
-Creo en la buena fe de Gerardo Joannon, él no creía que estaba haciendo un daño.
-¿Y lo conoce bien?
-Me casó y casó a mis (4) hijos. Pero si hasta las hijas de aquella chiquilla que teóricamente se vio afectada lo han defendido públicamente.
-¿De ahí viene esa veta de creerle al prójimo?
-No conozco gente mala y los que alguna vez me han perjudicado, no creo que hayan actuado de mala fe.
-¿Y entre las reformas, cree en un cambio del Sernac?
-Creo honestamente que hay abusos. Soy empresario, pero cuando actúo de consumidor me he visto muy afectado. Uno reclama y te contestan de muy mala manera. Se requiere de una regulación. Pero típico de nuestro país, el péndulo se va de un lado para el otro: de cero capacidad de negociación del consumidor se va al exceso.
-Los empresarios hablan de incertidumbre por la batería de reformas.
-En el caso de la reforma al Sernac, lo que hizo el ministro Céspedes es muy positivo: juntarse con las personas que tienen dudas, lo que no pasó en un principio con la reforma tributaria, aunque después lo tuvieron que hacer igual. Con la reforma laboral, tengo una reacción distinta. Hay empresarios que están solicitando una postergación y eso da la sensación de que los trabajadores producen daño dentro de una empresa, porque si la quiero postergar es porque van a aumentar los costos. Reconozco que tuvimos una de las huelgas más largas de Chile en Fantuzzi, pero eso no significa que nos llevemos mal con los trabajadores.
- ¿Es decir apoya a la CUT y el fin del reemplazo a huelga?
-En la reforma laboral, hay que sentarse a la mesa a dialogar.
-¿Y se siente bien representado por los empresarios?
-Sí, por supuesto. Pero no me gustaría postergar la reforma laboral, porque lo ideal es discutir estos temas. El dejarla para otra oportunidad es como chutear el problema en el matrimonio.
-¿Quienes son sus mejores amigos entre los empresarios?
-Todos son mis mejores amigos, pero no todos me quieren. Tengo esa actitud que me ha traído consecuencias, porque a veces pienso distinto y no tengo delicadeza al decir ciertas cosas.
-¿Y lo llaman para retarlo?
-Muchas veces. En el colegio me pasaba lo mismo que en el mundo empresarial. Me llamaban el destructor William porque ante una idea, yo proponía que hiciéramos otra cosa, que fuéramos un poco más creativos.
Ahora, en el mundo político, me autodefino mulato. Eso es porque los de izquierda me creen de derecha y los de derecha me creen de izquierda.