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El mundo de 'Bilz y Pap' de la última filatelista del centro de Santiago

Rosa Lara es dueña de la tienda El Penique Negro, punto de encuentro para los coleccionistas de sellos.  

por:  Martín Romero E., La Segunda
lunes, 11 de agosto de 2014

Rosa Lara heredó el negocio de su marido, don Sergio Heise.


Foto CLAUDIO CORTÉS

Rosa Lara dice que estar en El Penique Negro -la tienda de filatelia más antigua de Santiago, ya que desde 1956 está en el local 23 de la Galería Edwards del centro- "es como vivir en el mundo de Bilz y Pap".

Y puede que tenga razón. Apenas uno entra al pequeño lugar se encuentra con cosas sorprendentes: unas estampillas de Guinea Ecuatorial celebrando a los 'ases del motociclismo' de los 70 en una vidriera, dos billetes del Mozambique de la época del colonialismo portugués (impresos en 1960 y 1971) en un catálogo sobre el mostrador o la medalla hecha por la Casa de Moneda donde aparecen las efigies de los cuatro integrantes de la Junta Militar de 1973 en una caja.

Rosa es la dueña de este mundo. Lo heredó de su marido, Sergio Heise Fuenzalida, miembro honorario de la Sociedad Filatélica de Chile, fundador de la tienda y muerto el 2009. Aunque heredar es un decir, ya que Rosa Lara lleva 40 años atendiéndola.

Sigue, dice, "al pie del cañón" aunque el negocio no sea lo mismo que antes. "Me gustaría tener más clientes. Ahora estamos con el 'chaucheo' del micrero, vendiendo algunas cosas, pero igual salvamos mes a mes. Antes venían políticos o empresarios como Jorge Selume o Patricio Contesse (SQM)", cuenta. Igual se las arregla para pagar el millón de pesos que le cuesta el arriendo del local.

Sin embargo, sigue llegando gente importante: "Vienen varios ministros de la Corte Suprema, abogados e ingenieros. Uno de nuestros mejores clientes es Sabas Chahuán, el Fiscal Nacional, que colecciona monedas y billetes", dice.

De todas maneras, reconoce que el negocio ha cambiado. "Mire, el otro día se apareció una pareja de hombres tomados de la mano, preguntando por unas estampillas que tengo en el mostrador. En el sobre en que estaban decía 'Sellos Gay', y ellos pensaban que se trataba de estampillas alusivas a la causa gay, pero se trataba de sellos con ilustraciones del botánico Claudio Gay. Esto habla de que los gustos han cambiado y de que no muchos saben lo que es la filatelia", apunta.

El almirante-padrino

En una de las vitrinas del local hay una foto del almirante José Toribio Merino, ex comandante en jefe de la Armada. "El fue un gran coleccionista y un amigo nuestro. Era como un padrino para mí", indica Rosa.

Eso sí, a los demás locatarios de la galería no les gustaban mucho las visitas del marino, en pleno régimen militar. "Cuando venía cerraban todo por su seguridad y como no dejaban pasar gente, los otros locales no vendían nada mientras a mí el almirante me compraba", cuenta.

La señora Rosa, tal como la saludan los clientes habituales, tiene anécdotas así por montón.

Hay una, propia de la picaresca santiaguina, que involucra a un antiguo ministro de la Corte Suprema cuyo nombra se reserva. "Llegaba al local con traje blanco y un clavel en el ojal de la chaqueta. Saludaba amablemente y solicitaba, por favor, que le prestaran la colección de estampillas donde aparecían mujeres desnudas. Eran los sellos donde estaban ilustrados los cuadros de Rafael o Durero. Nosotros siempre se las pasábamos, pero le preguntábamos con mi marido para qué las quería. El nos decía que era para 'hacer clases de pintura', pero está claro que las ocupaba para otra cosa", relata entre risas.

Hasta hace un tiempo Rosa atendía el local hasta las 8 de la noche; sin embargo, un asma la obligó a irse más temprano. Hoy atiende el local con la ayuda su hijo Francisco (además tiene dos hijas más), a quien ya ungió como el heredero del negocio familiar: "El va a ser quien se quede y siga con esto".

"Esta es una vida muy bonita, se conoce a mucha gente", indica.

-¿Qué es lo más valioso que vende?

-Mire, para el coleccionista todo es valioso.

Luego piensa un poco y menciona un sello de 1942 que celebra el centenario de la Universidad de Chile (que vale unos $25 mil) y una estampilla de correo aéreo con el rostro de Bernardo 0'Higgins que se emitió en 1927 con la prohibición de venta al público (que puede llegar a valer cerca de $200 mil).

También tiene tres ejemplares del famoso Penique Negro, el primer sello postal de la historia que data de 1840. Por él, la tienda lleva el nombre que tiene y quizás por ello no están a la venta.

Pero Rosa sigue pensando y agrega: "Yo creo que lo más valioso que hay acá es el catálogo 'Sellos de Chile' que hizo mi marido y donde aparecen todos las estampillas hechas en el país. Hasta el día de hoy sirve para muchas transacciones y remates. Es una cosa que va a quedar de generación en generación".

Cuesta $25 mil, pero para Rosa vale mucho más.

 
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