Entre 250 a 350 emoticones se utilizan por segundo en Twitter. La cifra la dio a conocer un artículo de The New York Times, a partir de los datos del sitio web especializado Emojitracker. El número es una manifestación más de cómo esos pequeños íconos han ido reemplazando, lentamente, a las palabras en nuestras conversaciones por redes sociales.

Y es que hay emoticones para todo: caritas sonrientes y corazones, para expresar felicidad o pequeños rostros sollozantes para lo contrario. Combinándolos se pueden armar difíciles frases, e incluso hoy algunos abogados en Estados Unidos están discutiendo si los emoticones de una pistola y una cara pueden ser admitidos ante un tribunal como prueba de una amenaza de muerte.

Cuenta el título del Times que el uso de estos símbolos se ha masificado de tal forma que la expresión emoticón ( 'emoji' en inglés) fue elegida como la palabra tendencia del año por el 'Global Language Monitor', observatorio que se dedica a registrar las tendencias en el uso del idioma por todo el mundo.

A tanto ha llegado su uso que -revela la nota-ya hay un blog llamado 'Emojanalysis', que pretende psicoanalizar a los usuarios que más utilizan los emoticones, y un sitio (http://emoj.li) en el que se puede descargar una red social en la que sólo se puede comunicar con dibujos.

Todo esto con una sorprendente rapidez, ya que los emoticones fueron creados a mediados de los 90 en Japón, y no fue sino hasta 2008 que se creó una especie de alfabeto para homogeneizar su uso. Sólo en 2011 Apple los añadió a sus sistemas operativos.

¿Significará la muerte del lenguaje?

"No", dice la profesora de Castellano y magíster en Lingüística Hispánica, Guillermina Guzmán. "Siempre -agrega- se va a utilizar la palabra, porque para el hombre es indispensable para comunicarse con otros y consigo mismo".

Sin embargo hay por lo menos dos peligros según la académica. "Uno es el reduccionismo en el uso de las palabras. A mí me sorprende que incluso alumnos universitarios utilicen en vez del término 'saludos', el uso 'salu2'. Esta es una tendencia economicista mal entendida, donde todo tiene que ser rápido, ahora y ya. Esto evidentemente repercute en que la gente escriba muy mal y no entienda lo que lee y escucha".

"Lo otro -agrega- es una jibarización del lenguaje. Por ejemplo, se utiliza la palabra 'cosa' para todo: 'Voy a buscar una cosa', 'tengo una cosa', cuando nuestro lenguaje es tan rico en términos y multiplicidad de conceptos".