La 'Ley de la Palmada'.

Así le dicen a la nueva legislación que desde hace algunas semanas rige en Brasil y que prohíbe los castigos físicos a niños y adolescentes. Esto porque la norma penaliza, incluso, la clásica palmada.

Se trata, en rigor, de una enmienda al 'Estatuto del Niño y del Adolescente' vigente hace 24 años. En uno de sus apartados más polémicos, la norma define como castigo "el castigo corporal como una acción de fuerza física", con fines "disciplinarios o punitivos" que puede resultar en "dolor o lesión" en el menor.

Si bien fue aprobada en forma unánime a principios de junio, la regla concitó una fuerte resistencia de algunos grupos evangélicos en ese país (de fuerte influencia) que alegaron que la norma obstruye la autonomía de los padres para educar a sus hijos.

La enmienda no considera sanciones penales contra quienes puedan golpear a un niño, sólo advertencias y citaciones a presentarse ante instituciones de orientación y protección de la familia para recibir orientaciones o tratamiento psicológico o psiquiátrico.

No obstante, prevé multas (que van de tres a 20 sueldos) a los funcionarios públicos, profesores, personal de la policía o médicos que tomen conocimiento de una agresión y no la denuncien.

Para manejar la situación límite

De acuerdo a un estudio de la UNICEF de 2012, el 71% de los niños chilenos son víctimas de violencia al interior del hogar, ya sea física o psicológica.

"De ninguna manera el castigo físico constituye una forma disciplinaria útil a largo plazo. Sólo genera temporal supresión de la 'conducta inapropiada', y el acostumbramiento del niño a relaciones de dominio-sumisión, que luego replicará con pares y en sus futuras relaciones", apunta la psicóloga Karla Álvarez.

Pero entonces, ¿qué debe hacer un padre para evitar agredir a sus hijos en un momento límite? Expertos dan consejos:

Conocer etapas: "Hay dos etapas en que se muestran claramente signos de autonomía y de signos 'oposicionistas' al control de los padres, a los 2 y a los 11 años. Hay que identificar, como un guión de cine, qué es lo que ocurre cuando se los castiga, ¿responden con golpes?, ¿con palabras? Si conocen su reacción van a poder ejercer un control de forma más tranquila, segura y firme, sin enojarse ni perder el control de la situación", explica la psiquiatra infantil y de la adolescencia de la U. de Chile, Muriel Halpern.

Evitar los gritos: "El uso del castigo debe ser proporcional a la edad del niño y proporcional a la falta. Debe ser predecible, oportuno y contingente, es decir, no dos semanas después de ocurrida la conducta inapropiada. Debe ser expresado sin gritos ni descontrol del adulto. Debe estar acompañado de una búsqueda de reflexión y modificación de conducta alternativa por parte del niño", apunta Álvarez.

Sin sermones: "No hay que sermonear a los niños, sobre todo a los más pequeños porque simplemente no van a entender. Es inservible. Y si los padres ven que no es efectivo, se van a ver sobrepasados y la tentación para golpear es grande. Los chicos menores de 7 años son más sensoriales y emocionales, no pueden reflexionar sobre sí", indica Halpern.

Disciplina: "La disciplina debe ser predecible, es decir, el niño debe saber con anticipación -por ejemplo- qué puede ocurrir si no ordena sus juguetes o si grita. Pongámonos en la situación de un adulto que trabaja en ventas, si no sabe qué ocurre si no llega a una meta, no sería aceptable que no le pagaran el sueldo", dice Álvarez.

No le quite el juguete: "Dentro de la disciplina tienen mejores resultados promover acciones prosociales y de reparación por parte del niño. No la privación de cosas. Sino que el niño haga algo por otro o por la familia. Por ejemplo acompañar al padre o madre a regar, pasear al perro, etc. Lo otro puede ser contraproducente, comenta Álvarez.

Respeto: "Hay que partir por el respeto a la autonomía y la identidad de los niños. Por lo tanto, el primer paso ante este tipo de situaciones 'límite' es que los padres reflexionen sobre la actitud que tienen con los niños. Muchas veces pasa que automáticamente se aplican castigos físicos sin pensar ni mediar las consecuencias", explica Halpern.