Sagradamente, cada martes por la tarde, Claudio Hetz llega a la sala de ensayo que habilitó en su casa, toma su guitarra y junto a dos amigos -un periodista y un arquitecto-, improvisa temas propios y otros de sus bandas favoritas.

Pero el resto de la semana debe conformarse con escuchar música rumbo al trabajo o en los pocos ratos libres que tiene en su oficina, donde instaló el tocadiscos portátil que le regaló su esposa, la historiadora Susana Gazmuri.

"Ese disco me lo compré hace poco", dice, señalando un vinilo de King Crimson, uno de sus grupos preferidos. "La música es una de mis pocas válvulas de escape", agrega Hetz, científico, co-director del Instituto de Neurociencia Biomédica de la Universidad de Chile.

A los 24 años se transformó en el primer egresado de Ingeniería en Biotecnología de esa casa de estudios, y partió a perfeccionarse a Suiza. Cuatro años más tarde, en 2004, dejó Europa y se fue a Estados Unidos para realizar un postdoctorado en Harvard y trabajar con eminencias como el oncólogo Stanley Korsmeyer.

Aunque su interés por los procesos celulares se desarrolló mientras cursaba el pregrado, fue en el extranjero donde se decidió a trabajar en el combate de las enfermedades que afectan el cerebro.

"Estudiamos cómo las células responden cuando las proteínas se dañan y llevan a que las neuronas fallen provocando enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson", comenta Hetz, quien en 2007 inició su retorno a Chile.

"Me vine convencido de que motivar a la gente a hacer cosas nuevas es mucho más factible acá. He ido descubriendo que la ciencia en Chile es un motor de movimiento social. La gracia es que esto no tiene un filtro de apellidos ni de recursos, y hay muchas becas. Si los estudiantes tienen talento, motivación y creatividad, son bienvenidos", dice.

Con 38 años, Hetz encabeza un laboratorio ubicado en el ala norte de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.

Allí dirige a 36 profesionales de diversas áreas, los que realizan investigaciones sobre distintas enfermedades. "Partimos con Esclerosis Lateral Miotrófica, Huntington y ahora estamos metidos en Parkinson, Alzheimer y daño a la médula espinal", cuenta el profesional. Ese trabajo se realiza a "a nivel molecular, drogas y terapia génica".

Su labor ha captado la atención en el exterior. "Estamos publicando entre 15 a 20 artículos al año en revistas como Science o Nature, algo que nos permitió obtener financiamiento de fundaciones como la Michael J. Fox, la CHDI, la MDA, la ALS Therapy Alliance y la Alzheimer Asociation. Todas son platas de afuera que llegan para que hagamos investigación".

En paralelo, Hetz trabaja en Neurounion Biomedical Fundation, una organización que inició hace 4 años junto a otros colegas y que apunta a lograr el cuidado de los pacientes con investigación clínica local.

"Logramos atraer el interés de la familia Said, que perdió a su padre afectado de Parkinson, y nos están financiando. La idea es abrir un centro en marzo de 2015 que tenga atención a pacientes a través del AUGE o GES", explica el científico, quien agrega que los neurólogos que quieran trabajar allí deberán hacer investigación con pacientes chilenos.

"El objetivo a largo plazo es llegar a hacer ensayos aquí y tener el primer centro privado sin fines de lucro para investigación", añade.

Y tiene otra idea que viene en camino: "Haremos una librería de extractos y compuestos naturales de plantas chilenas, para configurar la primera base de datos y utilizarla para encontrar moléculas neuroprotectoras y después probarlas", dice, como quien cuenta que va ir al supermercado a hacer las compras de la casa.