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Arquitecto Tomás Domínguez: El guardián de la necrópolis chilena

Conoce todos los detalles del Cementerio General. Lleva 13 años luchando por su recuperación. Hoy pelea para que la Unesco lo nomine patrimonio mundial.

por:  Martín Romero E./La Segunda
viernes, 11 de julio de 2014
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Tomás Domínguez Balmaceda lleva un plano del Cementerio General en la mano donde aparecen ilustrados, y en detalle, los 167 patios de la necrópolis, calle por calle, nombre por nombre.

Con él recorre el cementerio la tarde del martes. Aclara que el mapa, de 1 m de largo x 1,20 m de ancho, no es oficial. Dice que lo hizo él y que se demoró ocho meses en terminarlo.

Ese trabajo es parte, quizás la más pequeña, de la pasión que mueve a este arquitecto de la UC, 37 años, soltero y sin hijos, por la protección y recuperación patrimonial del camposanto. Mal no le ha ido: a petición suya consiguió que el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) en 2010 declarara al cementerio Monumento Nacional.

Hoy va por más, y quiere que la Unesco lo reconozca como patrimonio mundial

Aquel entusiasmo, mientras sigue caminando por el llamado Patio Histórico', surge a cada frase. Sin repetir ni equivocarse te dice que el cementerio tiene 86 hectáreas, 40 mil construcciones y 2.500.000 de personas enterradas. O que el monumento 'Al Dolor' que está en la plaza frente a la entrada es, en realidad, la tumba de las 2.000 víctimas del incendio de la Iglesia de La Compañía ocurrido en 1863.

De repente se para, apunta un mausoleo y dice: "Aquí está Juan Enrique Rosales, vocal de la Primera Junta de gobierno. Para su tumba por primera vez se importó una escultura, es una especie de niño o ángel alado desnudo. La envió en 1842 su hijo que era el embajador chileno ante Europa. Fue súper polémica porque la figura era impúdica para la época".

Lleva 13 años dedicados casi exclusivamente a esto y el 'bichito' se le metió en cuarto medio cuando lo visitó por primera vez en una actividad extraprogramática del colegio. Se dio cuenta de que era más que un cementerio, que "había esculturas, personajes históricos y arquitectura". "Eso, agrega, lo guardé en mi memoria".

El segundo chispazo vino seis años después, mientras preparaba su tesis sobre corrientes exóticas (egipcio, hindú) en la arquitectura chilena del siglo XIX. Como no había en la ciudad más que un par de casos, los recuerdos le ayudaron: en su visita escolar había visto pirámides, tumbas de estilo babilónico, islámico y maya.

Pero, por sobre todo, se dio cuenta de que el cementerio, el lugar que por antonomasia está ligado al recuerdo por los que ahí descansan, carecía de memoria. "Me di cuenta de que no había información en ninguna parte. Había algún libro de cosas generales, pero me comencé a realizar preguntas: ¿quién construyó esto?, ¿quién es el arquitecto?, ¿cómo se construía?, ¿qué tecnología ocupaban?, ¿por qué alguien podría hacerse algo egipcio en Chile? Nacen millones de preguntas y uno empieza a dar vueltas en las bibliotecas y te das cuenta de que no existe información relacionada, ves diarios y las revistas y nada. Después de eso recorrí todo, caminé de arriba a abajo con una cámara de fotos y una libretita".

Ese material recopilado por años, sirvió como base para la petición de resguardo patrimonial que hizo ante el Consejo de Monumentos.

-¿Pero tienes algún rollo con la muerte?

-Le tengo mucho respeto y tengo la idea de que es bueno ser consciente de que no somos inmortales y no vivir creyendo que la muerte no existe. Me creo un mortal más. Mi trabajo relacionado con el cementerio no está relacionado en torno a la muerte, sino a la lucha que se da para afrontar los efectos destructivos de la muerte, que es a través del recuerdo, la monumentalización, las obras de arte y el urbanismo que puedes ver aquí.

Patrimonio mundial

Domínguez muestra un palto frente al mausoleo en el que está enterrada su abuela. "Se secó por completo, aquí todo se está muriendo", dice a media voz.

No es que le gusten las metáforas, cree sinceramente que el deterioro del cementerio, en especial luego del terremoto de 2010, es muy grande y que los responsables de evitarlo, la Municipalidad de Recoleta y el Consejo de Monumentos Nacionales, no han hecho nada.

Por ello hace dos años solicitó al Consejo que inicie los trámites ante la Unesco para que la necrópolis sea nombrada patrimonio mundial. El 8 de agosto de 2012, sin embargo, le respondieron que de forma unánime su petición fue rechazada por los consejeros ya que el lugar "no tiene valores universales excepcionales".

Porfiado, el arquitecto insistió: En abril de 2013 reclamó ante la Contraloría por no recibir el documento oficial con el detalle de la votación. En junio de este año el órgano fiscalizador señaló que, tras revisar las actas del CMN, no encontró ningún registro de la votación por la solicitud de Domínguez y pidió al Consejo aclarar la situación.

Hoy está a la espera de esa respuesta.

"¿Qué hago yo preocupado de este tema? Es por un diagnóstico que hago sobre el estado del cementerio. Las instituciones son inoperantes, tanto o más dañinas que el terremoto y se necesita que la ciudadanía se hago cargo, así nace mi idea de que se incluya otra institución superior como la Unesco para que vigile a Chile, al Consejo de Monumentos y a Recoleta", dice.

-Se dan casos en que las familias no pueden pagar las reparaciones de los mausoleos porque son muy caras. ¿Por qué el Estado o la municipalidad tienen que hacerse cargo de ese gasto?

-Te pongo el caso de Manuel Arriarán Barros, el primer director del cementerio, una especie de Vicuña Mackenna de este lugar ya que trazó calles y plantó árboles. El no dejó descendencia y su mausoleo está en el suelo luego del terremoto. Su tumba es parte de nuestro patrimonio, que es una herencia que hemos recibido, una suerte y una responsabilidad. ¿Debemos asumir que las generaciones que vienen no van a recibir lo que nosotros recibimos gratuitamente? ¿Por qué si teníamos un monumento a Manuel Arriarán lo vamos a dejar morir?

Sigue caminando y enfrenta al mausoleo de Claudio Vicuña que reproduce el Palacio de La Alhambra. Unos metros más allá se topa con el monumental panteón de estilo romano construido para Luis Pereira Cotapos (el mismo del Palacio Pereira) y el no menos grande sepulcro de Francisco Javier Errázuriz Talavera ('Fra Fra'), recién terminado y sin ocupantes.

-¿No hay algunos diseños francamente fantoches y desproporcionados?

- Los que se construyeron para la época del salitre demuestran un gran despilfarro. En algunos casos hay un culto a la monumentalización. Si vas a Italia, que es la cuna de los mausoleos, jamás te encontrarás con cosas de este tamaño.

Después de hora y media, Tomás Domínguez termina el recorrido y camina lentamente hacia la salida. Dice que ya no dedica todo su tiempo al cementerio, que trabaja como arquitecto en el mundo privado. Eso síhay cosas que no cambian, dice que las pololas le duran poco.

 Propone una nueva administración para cementerio con fondos públicos

Para evitar el deterioro del cementerio, Tomás Domínguez propone que Recoleta deje la administración del recinto.

"Lo positivo sería una corporación de derecho privado con financiamiento público. Hoy lo que pasa es que el director del cementerio pide siempre lo mínimo para funcionar, entonces ha pasado que el cementerio recauda $4 mil millones al año y el municipio se queda con $2 mil millones", explica.

Para él la nueva corporación debería estar integrada por representantes de las instituciones que ocupan el cementerio: Presidencia de la República, FF.AA, colonias extranjeras, etc.

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