Educación
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El 10% de los universitarios chilenos estudia en planteles no acreditados

Investigadores afirman que mercado laboral está castigando la falta de certificación. Pérdida de matrícula llega casi a 20 %.  

por:  Patricio Pino M., La Segunda
jueves, 03 de julio de 2014

Más de 66 mil jóvenes estudian actualmente en universidades que han perdido su acreditación o simplemente nunca han solicitado ese certificado.

Es decir, son alumnos que no tienen acceso a becas ni créditos estatales y además el plantel que los está formando no cumple o no puede demostrar oficialmente que logra los estándares definidos como "suficientes para certificar la calidad de sus procesos internos ni de sus resultados", de acuerdo con la definición de la Comisión nacional de Acreditación (CNA).

Así se desprende de los índices publicados por el Consejo Nacional de Educación (CNED), donde las siete casas de estudio que ya no tienen acreditación (ver tabla) albergan hoy a 54.012 estudiantes.

A ellas hay que añadirles los 12.466 matriculados en tres universidades que nunca han pedido acreditación desde que se estableció el sistema: Miguel de Cervantes, con 942 alumnos; Los Leones, con 1.872 estudiantes, y Aconcagua, con 9.652.

Estos dos grupos representan algo más del 10% de los 636 mil jóvenes que actualmente estudian en alguna de las universidades chilenas.

Pérdida de alumnos

Otro dato relevante es que las universidades privadas a las que la CNA no les renovó o no les concedió la certificación perdieron un 19,65% de matrícula al comparar las cifras de alumnos ingresados este año con la matrícula que tenían al momento de pedir la acreditación. (Ver tabla).

Porcentualmente, el caso más notorio afectó a la Universidad de Ciencias de la Informática (Ucinf), que quedó sin este reconocimiento en 2012 y ha perdido a más de 3.000 alumnos.

La Universidad de las Américas, que quedó sin acreditación a fines del año pasado, perdió 5.000 alumnos

Cuatro de las universidades sin acreditación están siendo investigadas por el Ministerio de Educación debido a situaciones diversas: La República, Gabriela Mistral, la UDLA y la Iberoamericana.

Sergio Urzúa, académico de la U. de Maryland e investigador de Clapes UC, considera que "aunque nuestro sistema de acreditación es imperfecto y necesita ser mejorado, evidentemente estudiar en una institución no acreditada algo sugiere respecto de la calidad que el alumno está recibiendo. Además, limita las posibilidades de acceder a financiamiento privado y público (...), probablemente esto se hará incluso más estricto en la medida en que mejore el sistema de acreditación".

Urzúa reveló que "en un trabajo reciente estoy encontrando que el mercado laboral penaliza la no acreditación, tanto en carreras técnicas y universitarias. ¿Tiene repercusión? Es una señal que algo anda mal en esa institución. Ahora bien, en la medida en que el sistema no mejore, por supuesto que esto podría afectar la calidad futura. La pregunta es cómo las universidades responderán a la pérdida de acreditación. ¿Realizarán esfuerzos para revertir la situación? ¿Mejorarán calidad? Esto tenemos que verlo".

Este año, diez universidades, con más de 110 mil alumnos, tienen que pasar por este proceso oficial. Se trata de seis instituciones privadas y cuatro estatales del CRUCh.

"Baja calidad"

Sylvia Eyzaguirre, investigadora del Centro de Estudios Públicos (CEP), dice que la "principal desventaja para quienes estudian en una institución que perdió su acreditación es la baja calidad de la educación que están recibiendo. El mercado laboral sí discrimina según la calidad de la institución, pero no conozco estudios que estimen puntualmente el retorno de ir a una institución acreditada frente a una que no lo esté".

De acuerdo con el académico de la UC y experto en educación Ricardo Paredes, "cuando una universidad pierde la acreditación, los alumnos que están en los cursos superiores no abandonan la carrera (pero) el ingreso en primer año es el que cae fuertemente. (...) Las universidades tienen enormes costos fijos y con la pérdida de alumnos, aunque parece reducida, igual se pierde utilidad. Es dramático".

Paredes añade que "para cualquier universidad esto es un tiro de gracia, porque se pierde la posibilidad de recibir fondos públicos y se hace más difícil apoyar una mejora en la calidad. Posiblemente universidades como la UDLA, que tiene más espaldas financieras, podrá aguantar dos o tres años sin acreditación".

En cuanto a los efectos que pueda tener en el mercado laboral, Paredes dice que "el mercado hace la distinción entre grupos de universidades, pero no creo que tenga todavía una sintonía tan fina como para distinguir entre una que está acreditada y otra que no está acreditada. En la medida en que el sistema de acreditación no mejore fuertemente, no habrá un cambio tan preciso en el mundo del trabajo".

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