La delegación de parlamentarios que acompañó al canciller Heraldo Muñoz el fin de semana pasado a la Cumbre del G-77, en la ciudad boliviana de Santa Cruz, acudió con la misión de neutralizar los propósitos del gobierno de Evo Morales de aprovechar dicho foro multilateral -que reunía a más de 130 países de todos los continentes- para promover su demanda marítima.
Parte de dicha ofensiva era la distribución de un libro con los fundamentos de su reclamación de una salida soberana al Pacífico, pero además incluía el reparto a los visitantes de 42 mil botellas con agua mineral procedente del río Silala, fuente hídrica que es objeto de una controversia con Chile porque La Paz exige un pago por el uso de sus aguas y nuestro país retruca que ello no corresponde por tratarse de un río de carácter binacional.
Uno de los miembros de la delegación chilena, el senador socialista Juan Pablo Letelier, quien preside la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta, se trajo a Santiago una de las botellas, asegurando que no fue con el propósito de beberla, sino para atesorarla como una "reliquia simbólica" de los reclamos bolivianos en relación con nuestro país.