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Congregación de los SS.CC. reconoce que supo de al menos dos adopciones irregulares

Antecedentes fueron recibidos en 1983 y 2004, pero no se tomaron medidas. Vocero: En esos tiempos "no había claridad de cómo proceder". Entidades ligadas a la infancia critican tratamiento dado a los niños.

por:  La Segunda
martes, 06 de mayo de 2014
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  Los ecos de las adopciones irregulares, en los que habría estado involucrado el sacerdote Gerardo Joannon en las décadas de los 70 y 80, siguen creciendo.

Ahora, a la duda de cuántos niños y niñas pudieron verse afectados, se suman las críticas al proceder de la Congregación de los Sagrados Corazones, a la cual pertenece Joannon, por no haber tomado medidas sobre lo que estaba ocurriendo apenas supieron de algunos casos.

Ante esta situación, la entidad religiosa emitió un comunicado titulado "Adopciones irregulares: ¿Sabíamos o no sabíamos?". En ella se hace un recuento de los hechos, donde se reconoce que los miembros de la congregación supieron de al menos dos casos, con varios años de diferencia.

Según indican en el comunicado, "La situación vivida por Andrés Rillón (cuyo hijo fue dado en adopción aunque se le dijo que había muerto) estaba en conocimiento de algunos hermanos SS.CC. desde la época del nacimiento de su hija (1983), a través de un sacerdote de nuestra congregación emparentado con él. Durante esos años no se recibió ninguna denuncia formal ni se supo de otro caso similar".

Agrega el reportaje de Ciper el 11 de abril pasado, "devela que existe más de un caso y nos pone delante de la posibilidad de la existencia de irregularidades en los procesos de adopción. En ese momento, y con el afán de profundizar el tema en cuanto pueda afectar a uno de nuestros hermanos, se decide abrir una investigación previa. También como medida prudencial, se solicita al arzobispo de Santiago que nombre a Fernando Vives, ss.cc. como administrador parroquial para reemplazar al padre Gerardo en sus funciones de párroco en La Anunciación".

Continúa señalando que antes de ayer "luego de haber revisado los archivos provinciales y de consultar a los 4 superiores provinciales anteriores, dimos a conocer públicamente la información que pudimos recabar. Esta es: el año 2004 aproximadamente, Andrés Rillón se comunica con el superior provincial de la época para contarle que había encontrado a su hija. Su intención era también pedir la intercesión para que el padre Gerardo ayudara a M.A.H. (iniciales con las que apareció su testimonio en el reportaje de Canal 13 la noche del 4 de mayo), a conocer el paradero de su hija o hijo, que también había sido dada por muerta o dado por muerto, en una situación similar a la vivida por Andrés Rillón. Consultado, el padre Gerardo manifestó no tener ninguna información al respecto. En ese momento se hace fe en esta respuesta, y no se considera necesario ir más allá".

Finaliza el comunicado indicando que "nos parece importante que los otros actores involucrados (familias, médicos, clínicas, abogados, etc.) asuman la parte de responsabilidad que les toca, disponiéndose a ayudar. Creemos que lo vivido en torno a estos "niños del silencio", merece un esfuerzo conjunto y real que permita reconstruir y acercarse a su historia a todos aquellos que lo necesiten".

Finalizan: "Como congregación creemos que hemos dado los pasos necesarios, que están a nuestro alcance para que esta situación se aclare, y aseguramos la buena disposición del padre Gerardo Joannon, SS.CC. para colaborar con la investigación en curso".

Vocero: "Si hay que pedir perdón, lo haremos"

Consultado esta mañana el consejero y vocero de la Congregación Sagrados Corazones (SS.CC.), Sandro Mancilla, dijo que los registros internos de donde sacaron los antecedentes son "carpetas que cada uno de nosotros tiene y donde dejamos redactado acontecimientos y conversaciones importantes. Es un registro interno al cual sólo tiene acceso el superior".

Consultado sobre por qué dejaron pasar lo que supieron sobre dos adopciones irregulares sin hacer nada, dijo que durante la época en que ocurrieron los hechos y se produjeron las primeras denuncias "no había claridad de cómo proceder. En estos tiempos tenemos más claridad de qué procedimientos y protocolos hay que realizar en determinadas situaciones, cosa que antes no había".

En cuanto al papel de la congregación en los hechos, dijo que van a esperar los resultados de la investigación que se está llevando a cabo y "dependiendo de lo que resulte asumiremos la responsabilidad que nos quepa frente a esto. Hay que ver qué pasó y si hay que pedir perdón lo haremos, pero ahora es tiempo de dejar que la investigación siga su curso".

También aseguró que la investigación canónica, a cargo de David Albornoz, debería tener sus primeros resultados el 31 de julio.

Murillo: "Joannon es parte de un sistema"

José Andrés Murillo , director de la Fundación Para la Confianza cree que "no se debe considerar a Joannon como un francotirador que actuó solo, sino que él es parte de un sistema, de una manera dominante y abusiva de comprender la familia y la sociedad, al punto de permitir este tipo de situaciones irregulares".

Según Murillo, quienes participaron del proceso de adopciones irregulares "ven a los niños como objetos y no como sujetos de derecho. Si se hubiera pensado verdaderamente en los niños todo lo sucedido habría sido impensable".

-¿Cómo cree que ha actuado la congregación tras destaparse el caso?

-Han actuado de un modo más empático que otras comunidades religiosas respecto de temas de infancia, se han puesto en el lugar de los afectados, entendiendo su dolor. Sin embargo la pregunta sigue siendo si sabían o no sabían lo que ocurría. Ellos tratan de dejar esa respuesta en suspenso, pero en el fondo confiesan que sí sabían y que eran parte del sistema que validaba estas prácticas. Había mucho que ellos pudieron haber hecho, y no hicieron. Eso los transforma en cómplices.

Para la secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de la Infancia, Estela Ortiz, el caso "retrata brutalmente el doble discurso que tiene un sector de la sociedad frente al tema de la maternidad, con prácticas que pensábamos que eran del siglo pasado, pero que aún son una realidad hoy día".

"Me impresionó por dos hechos: primero, porque los derechos de los niños no fueron considerados ni por la familia ni por el sacerdote. Los niños tienen derecho a tener una identidad, a conocer a sus padres, a saber ellos quienes son y aquí se vulneraron esos derechos", indicó. "Y lo otro es lo que se hizo para ocultarlos, inventando que estaban muertos, como además que recién se esté investigando. Espero realmente que se indague en profundidad y que los poderes fácticos no lleven a esconder estos temas que vulneran los derechos de los niños, y de estas madres y padres jóvenes a asumir su paternidad".

Ortiz destacó los cambios que se busca impulsar, como reconocer a nivel constitucional a los niños como sujetos de derechos; una ley integral que cambie el enfoque tutelar por uno de derechos exigibles; y cambios a la ley de adopción que hoy discute el Congreso.

 Testimonio: "Los niños del silencio somos extremadamente resilientes"

"Los niños del silencio".

Así tituló Rocío Brizuela Chehade un testimonio que entrega en primera persona y que fue publicado ayer en la página web de la Congregación de los Sagrados Corazones.

Rocío fue jefa de la División de protección y promoción social del Ministerio de Desarrollo Social en el gobierno anterior y ahora trabaja en una universidad.

La siguiente es parte de su declaración:

"Hay en Chile un grupo de personas con una historia común y desconocida para la mayoría de nuestra sociedad. Somos aquellos niños y niñas protagonistas (algunos dicen víctimas) de lo que la prensa llama "adopciones irregulares" ocurridas en los años 70 y 80 en nuestro país. Hoy tenemos 30 o 40 años, algunos hemos sido conscientes de nuestra historia, algunos hemos decidido enfrentarla, otros olvidarla, otros simplemente no escucharla, y muchos otros probablemente aún no han tenido la opción siquiera de conocerla. Todos nosotros somos los niños del silencio.

"El silencio ha sido la columna vertebral de nuestras vidas. El silencio de nuestros padres biológicos al saber que habíamos sido concebidos, de su entorno cercano para ocultar la desgracia de un embarazo no deseado ante la sociedad, el silencio de las familias adoptivas por miedo a perdernos y también el propio silencio al temer enfrentar nuestra verdad. Todos estos silencios fueron creados y mantenidos por muchos años -en mi caso 27- por personas que de alguna forma u otra han estado presentes en nuestras vidas. Y en la mayoría de los casos sigo pensando que se trató de silencios bien intencionados, basados en el amor.

"La gran mayoría de los niños del silencio tuvimos que lidiar -muchas veces inconscientemente- con situaciones infinitamente complicadas en términos emocionales. Lidiamos con el estrés que provoca en los bebés el ser fruto de un embarazo no deseado, con el desapego que significa no haber sido amamantados por nuestras madres, con haber sido niños "inexplicablemente enfermizos" e incluso desnutridos por ser alimentados artificialmente en una época donde los sustitutos de la leche materna no eran los ideales. Lidiamos con los miedos constantes de nuestros padres adoptivos de que la verdad aflorara sin control, con la imposibilidad de sentirnos seguros y protegidos sin saber por qué, con la duda que genera la falta de identidad, con la dificultad de poder formar nuestras propias familias, y mucho más.

"Pero también los niños del silencio fuimos y somos tremendamente amados. Acogidos por familias que nos cuidaron con esmero, que nos quisieron incondicionalmente viniésemos desde donde viniésemos (...).

"Los niños del silencio somos extremadamente resilientes, y de alguna forma u otra podemos contener en nuestros cuerpos de adultos dos historias de infancia, las contadas y las silenciadas. Cuando nos enteramos de nuestras verdaderas historias hemos tenido que releer nuestras vidas, volver a mirar los álbumes de fotos, nos hemos preguntado quién eligió nuestros nombres, si debemos seguir celebrando nuestro cumpleaños en la misma fecha e incluso si tenemos que seguir celebrándolos. Nos preguntamos dónde nacimos, a quién nos parecemos, si tenemos hermanos, si estamos menos solos y si hay algo que nos pueda hacer sentir más seguros. Algunos hemos tenido la posibilidad de hablar del tema con al menos uno de nuestros padres biológicos y/o adoptivos. O no alcanzamos a hacerlo.

"Como niña del silencio, he podido vivir con todo esto y he podido volver a usar mi nombre con la seguridad construida por vínculos de amor. Con ayuda de muchas personas he aceptado las decisiones tomadas por otros sobre mi vida, abriendo el corazón y la mente para entender el contexto en el que ocurrieron los acontecimientos. He tratado de llevar este proceso desde que conocí mi historia -hace ya casi 10 años- con la mayor franqueza posible conmigo misma, para avanzar y no quedarme empantanada en situaciones que no puedo, y que probablemente tampoco quiero, cambiar. Lo más duro ha sido imaginar los años de sacrificio, silencio y dolor de mis dos mamás y mis dos papás, y el aceptar que la verdad que conozco siempre será incompleta. Nunca el rompecabezas estará terminado.

"Hoy he dado un paso más, el de reaccionar públicamente ante una frase escrita en un reportaje respecto de las adopciones irregulares en Chile que rezaba: "Para que esa estrategia tuviera éxito, requería de un elemento clave: un compromiso de riguroso silencio de todos los que estaban al tanto de la verdad".

Los últimos días han sido dolorosos. Enfrentarse a nuevos casos que abultan el conteo de probablemente cientos de niños y niñas del silencio es siempre desolador, pero esta vez el agravante es gigantesco... muchos niños fueron dados por muertos para que la adopción fuera "exitosa". Y eso ya no es tolerable para mí. Desde mi perspectiva, creo que se puede llegar a tolerar que te cambien el apellido, la familia, los hermanos, incluso el nombre, pero que te maten en vida supera un límite demasiado extremo. Aunque no es mi caso, el dolor cala hondo en los huesos, porque sé lo que he vivido y aun así no puedo siquiera vislumbrar lo que sienten las personas que, en su propia búsqueda por la verdad, tal vez se encontraron con un certificado de defunción de ellos mismos.

"Hoy la polémica está instalada en la iglesia católica y sus representantes, quienes lamentablemente fomentaron la creación de una sociedad castigadora, donde muchas personas tienen más miedo a 'no pertenecer' que a vivir el resto de sus vidas con mentiras gigantescas sobre sus conciencias (...)

"Escribí estas líneas porque quiero que Chile sepa que hay muchas personas viviendo, superando, renaciendo, reconstruyendo, reparando sus vidas en torno a todos los silencios que nos han tocado vivir. Escribí, para romper el silencio y decir con voz fuerte y clara que los niños y niñas del silencio no somos una historia del pasado, sino que existimos hoy, aunque nuestros documentos legales y la historia conocida de nuestras vidas estén lejos de reflejar lo que realmente somos".

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